Estatuas de Bolívar y San Martín en el Malecón de Guayaquil frente al río Guayas, en homenaje a la histórica entrevista de los libertadores.

América del Sur conmemora el bicentenario de la histórica cumbre entre los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín en Guayaquil los días 26 y 27 de julio de 1822, para decidir el futuro del importante Continente cuasi redimido de la monarquía española. El enigma de la reunión es que nunca se ofreció una declaración oficial de lo acordado, aunque se conocen resultados prácticos del encuentro en relación a los operativos políticos y  militares. Se añade al aspecto polémico el retiro posterior del general José de San Martín no solo del Perú y la Argentina, sino de América, dejando en manos de Bolívar concluir la obra majestuosa que ambos habían desarrollado de modo exitoso.

 

José de San Martín se cubría de gloria combatiendo el ejército colonial hispano desde la Argentina, Chile y Perú, mientras Bolívar avanzaba desde Venezuela, Colombia y Quito. Ambos líderes tendrían como punto de convergencia Guayaquil, importante enclave marítimo que era disputado en una discreta contradicción en el seno del pueblo por el Perú en lucha y la Colombia. Guayaquil se había declarado independiente de España en 1820. Bolívar alegaba que tanto Quito, como Guayaquil pertenecieron al antiguo virreinato de la Nueva Granada (Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá y Guyana). Tras la victoria de Pichincha, Bolívar ejerció su influencia no solo en Quito, sino en Guayaquil, el 13 de julio la incorporó oficialmente a la Gran Colombia. (John Lynch. Simón Bolívar.  Editorial Crítica. Barcelona, 2006. p. 231).

 

El general San Martín investido con el rango de Protector del Perú, desde enero de 1822 estaba muy interesado en reunirse con Bolívar para trazar la ruta final de la lucha por la Independencia de América que ambos sustentaban. Con tales propósitos escribió:

“Voy a encontrar en Guayaquil al LIBERTADOR DE COLOMBIA: los intereses generales de ambos Estados, la enérgica terminación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se acerca la América, hacen nuestra entrevista necesaria, ya que el orden de los acontecimientos nos ha constituidos en el alto grado responsables del éxito de esta sublime empresa”. (Felipe Larrazábal. Vida y correspondencia general del Libertador Simón Bolívar.  D. Appleton y Compañía. New York, 1901. pp. 151-152).

 

San Martín estableció de modo claro la necesaria agenda a cubrir junto a Bolívar. Nadie puede dudar que la futura reunión giró en torno a estos temas. El ilustre general argentino se embarcó hacia la ciudad peruana de Paita (que tiene el segundo puerto de mayor importancia de ese país en el Océano Pacífico) el 6 de febrero de 1822 con el propósito de trasladarse a Guayaquil (ciudad que también tiene puerto en el Pacífico) para encontrarse con el general venezolano.  La reunión se frustró, Bolívar marchaba desde Colombia pero avanzaba por territorios del Ecuador controlados por aguerridas fuerzas coloniales como la localidad de Pasto que le ofreció gran resistencia, librando entre otros encuentros la batalla de Bombona, aunque los patriotas vencieron sufrieron muchas bajas. La reunión no era posible en esa oportunidad.

 

Tras la victoria de Pichincha en el mes de mayo, todos los reductos coloniales en el Ecuador desaparecieron y Bolívar entró de modo triunfal a Guayaquil. Entonces se retomaron los preparativos para la reunión de los libertadores. El 13 de julio San Martín escribió a Bolívar:

“Antes del 18 saldré del puerto del Callao, y apenas desembarque en el de Guayaquil, marcharé a saludar a V. E. en Quito. Mi alma se llena de pensamientos y de gozo, cuando contemplo aquel momento: nos veremos y presiento que la América no olvidará el día en que nos abracemos”. (Vicente Lecuna. La entrevista de Guayaquil. Restablecimiento de la verdad histórica.  Academia Nacional de la Historia de Venezuela.  Caracas, 1948. p. 216).

Tenía toda la razón el Protector José de San Martín: A 200 años de este notable acontecimiento histórico, la América no ha olvidado el histórico día en que ellos se abrazaron en representación de la unidad y solidaridad de los pueblos liberados.

 

El status de Guayaquil seguía en prudente disputa entre la Colombia y el Perú, Bolívar previamente dejó concentradas en Quito las tropas argentinas que combatieron en Pichincha y marchó a Guayaquil con las fuerzas colombianas, aspecto que le permitió poder de decisión en el control de la importante ciudad portuaria. (Gerhard Masur. Simón Bolívar.  Biografías Gandesa. México, 1960. p. 393).

 

El Protector pensaba el Libertador permanecía en Quito como apuntó en su carta del 13 de julio.  Tras su salida del Perú llegó a la isla de Puná en el área de Guayaquil en la goleta Macedonia el 25 de julio, Bolívar y la población le dieron un recibimiento apoteósico el día 26 en el puerto. Quizás la primera sorpresa de San Martín fue encontrar a su homólogo en Guayaquil no en Quito como suponía. Refirió Vicente Lecuna que tras la llegada de la Macedonia:

“En la mañana del 26 el Libertador, impaciente por conocer al héroe y expresivo en su trato subió a saludarlo a bordo. Luego San Martín bajó a tierra con su comitiva y se dirigió a la espléndida casa inmediata que se le tenía preparada. En el corto trayecto le hizo  los honores un batallón de infantería. Bolívar había bajado primero, y de uniforme y acompañado de su estado mayor lo esperaba en el vestíbulo, y al acercarse San Martín se adelantó unos pasos a su encuentro, a expresarle el saludo oficial. Juntos subieron al salón”. (Vicente Lecuna. Obra citada. p. 219).

 

La cumbre entre los héroes fue agotada durante el 26 y 27 de julio, Tomás Polanco Alcántara quien fue brillante historiador venezolano, apuntó para la historia: “Las entrevistas fueron privadas. No se levantó acta ni se llevaron minutas. Hay que regirse por lo que cada uno de los participantes dijo con posterioridad”. (Tomás Polanco Alcántara.  Vida, obra y pensamiento.  Océano. Barcelona, 2002. p. 150).

 

Bartolomé Mitre, Estadista de mediados del siglo XIX y muy ilustre biógrafo de San Martín, describió el proceso relacionado con las consultas, indicando que tras la ceremonia de recibimiento:

“Luego que se hubo retirado la concurrencia, los dos grandes representantes de la revolución de América del Sur quedaron solos. Los dos permanecían de pie. Se pasearon algunos instantes por el salón, cambiando palabras que no llegaban a oídos de los edecanes que ocupaban la antesala. Bolívar parecía inquieto. San Martín estaba sereno y reconcentrado. Cerraron la puerta, y hablaron sin testigos, por espacio de más de hora y media. Abrióse luego la puerta: Bolívar se retiró impenetrable y grave como una esfinge, y San Martin lo acompañó hasta el pie de la escalera con la misma expresión, despidiéndose ambos amistosamente. […] (Bartolomé Mitre. Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana.  Ediciones Anaconda. Buenos Aires, 1950. p. 888).

De acuerdo a la versión de Bartolomé Mitre al día siguiente 27 de julio, José de San Martín:

“A la una del día se dirigió a la casa del Libertador, y encerrados ambos sin testigos, como la víspera, permanecieron cuatro horas en conferencia secreta. Todo indica que este fue el momento psicológico de la entrevista. A las 5 de la tarde, se sentaban, uno al lado del otro, a la mesa de un espléndido banquete. […]  (Bartolomé Mitre. Obra citada. p. 888). 

Felipe Larrazábal estelar biógrafo de Bolívar, aunque era un niño en aquellos momentos llegó a desarrollar su vida intelectual en un lapso no lejano, y de acuerdo a sus investigaciones sobre la misteriosa reunión:

“Las cuestiones de que se ocuparon fueron estas:

¿Pertenecerá Guayaquil a Colombia o al Perú…?

¿Será monárquico el Gobierno que convendría dar a aquella sección de América en que ondeaba todavía el pabellón español y que dentro de poco debía libertarse?

¿Ayudaría Colombia al Perú para adquirir su independencia y a qué precio o condición?”. (Felipe Larrazábal. Obra citada. pp. 154-155).

 

Esas eran las grandes tareas pendientes para la liberación de América del Sur, fue la necesaria agenda cubierta por los libertadores. La jurisdicción de Guayaquil en medio de los dos grandes bloques revolucionarios por la independencia, Bolívar se había anticipado a cualquier decisión anexándola a la Colombia. El régimen en el Perú y zonas aledañas debería ser monárquico en opinión de San Martín, que incluso había intentado negociaciones con el virrey español Laserna con esos propósitos, sin duda un concepto inadecuado.

 

El tema básico era la unidad de ambos bloques para expulsar a los españoles de la importante zona que todavía controlaban en el Perú, principalmente en las sierras.  San Martín ya no contaba con respaldo para mayores acciones militares desde Argentina y en el Perú el ambiente interno estaba muy difícil para sus gestiones.

 

El 29 de julio, el Libertador dictó una carta a su secretario José Gabriel Pérez, dirigida al secretario de Relaciones Exteriores de la Colombia, manifestando seis temas de los tratados en la entrevista (una comunicación en el mismo sentido fue enviada a Sucre) destacando que el Protector José de San Martín, manifestó que pocas horas de conversación serían suficientes para explicarse. Además le señaló que no tenía que mezclarse en los negocios de los guayaquileños, mientras Bolívar le dijo que ellos contaban con la mayoría de los votos de los ciudadanos que se reunirían en Asamblea para decidir el futuro de la ciudad, apuntando que:

“El Protector se quejó altamente del mando y sobre todo se quejó de sus compañeros de armas que últimamente lo habían abandonado en Lima. Aseguró que iba a retirarse a Mendoza; que había dejado un pliego cerrado para que lo presentasen al Congreso, renunciando el protectorado; que también renunciaría la reelección que contaba se haría en él”. (Simón Bolívar. Obras, cartas, proclamas y discursos.  Ediciones de la CANTV. Caracas, 1982. Vol. II. p. 660).

 

Se trataba de argumentos reales, San Martín estaba en Perú sin apoyo, solo contaba en Chile con el fiel O’Higgins que confrontaba muchas dificultades y el gobernador de Córdoba. Advertía se retiraría del Perú a la Argentina (Mendoza) como lo cumplió en los meses siguientes. De acuerdo a la versión de Bolívar su interlocutor insistió en importar un príncipe europeo para gobernar el Perú. En lo relativo a los límites entre Colombia y Perú señaló no habría dificultad, que lo promovería en el Congreso del Perú. Bolívar aseguró le dio la impresión no se mezclaba en el asunto en lo inmediato porque parecía no estaba autorizado a tocar ese punto, y que además argumentó su presencia como simple visita sin ningún empeño político y militar. (Simón Bolívar. Obra citada. pp. 660-662).

 

En la comunicación a Sucre, existe un párrafo que posiblemente sea la clave de porque no se ofreció una declaración pública de la histórica reunión:

“La venida del Protector a Colombia no ha tenido un carácter oficial, es puramente una visita la que ha hecho a S. E. el Libertador, pues no ha tenido ningún objeto ni político ni militar, no habiendo hablado siquiera de los auxilios que ahora van de Colombia al Perú”.

 

“Ayer al amanecer marchó el Protector manifestándose a los últimos momentos tan cordial, sincero y afectuoso por S. E. como desde el momento en que lo vio”. (Simón Bolívar. Obra citada. p. 665).

 

El historiador colombiano Armando Martínez, en el Archivo Nacional de Ecuador en el 2013 ubicó una comunicación de Bolívar a Sucre, en ella se refiere a los temas de la famosa reunión que discurren sobre la temática que siempre se ha planteado.

 

Bartolomé Mitre al reseñar la impresión que se ofrece de José de San Martín ante la entrevista, y al retirarse de Guayaquil, apuntó:

“Después del almuerzo, paseándose por la cubierta del buque, exclamó: “¡El Libertador nos ha ganado la mano!” Y al  llegar de regreso al Callao, encargaba al general Cruz escribiese a O’Higgins: “¡El Libertador no es el hombre que pensábamos!” Palabras de vencido y desengañado, que compendiaban los resultados de la entrevista”. (Bartolomé Mitre. Obra citada. p. 888).

 

El aspecto más polémico es el pretendido ofrecimiento de San Martín de convertirse en subalterno de Bolívar en la continuidad de la guerra contra la monarquía española. En 1843, el escritor francés Gabriel Lafond de Lurcy publicó una supuesta carta cuya paternidad atribuyó a San Martín, pero no pudo demostrar su originalidad. En la misiva se alega San Martín se refirió a la entrevista, asegurando que entre otras cosas el héroe argentino manifestó al venezolano estaba convencido no había creído su ofrecimiento de servir bajos sus órdenes. (Patricia Pasquali. San Martín. La fuerza de la misión y la soledad de la gloria.  Planeta. Buenos Aires, 1999. p. 387).

 

Patricia Pasquali historiadora argentina, aunque difundió  en su biografía de San Martín la supuesta comunicación, admitió: “no se ha encontrado el original de esta carta”. (Patricia Pasquali. Obra citada. p. 387).

 

Vicente Lecuna el estelar historiador y compilador de la correspondencia de Bolívar, en su obra La entrevista de Guayaquil,  rechaza de manera rotunda la supuesta misiva, que obviamente quedó en duda desde el momento que no se pudo presentar el original. Lecuna comentó sobre el particular:

“Se trata con estos documentos compuestos de tergiversar las relaciones de Bolívar y San Martin en la Conferencia de Guayaquil, para sostener la tesis de que la retirada del Protector fue un acto de abnegación necesario para que el Libertador llevara sus fuerzas al Perú, leyenda divulgada por el historiador Mitre, y propagada sin contradicción durante largos años, a causa, en parte, del abandono criollo, y en parte de que nuestros primeros historiadores no disponían de los documentos que hoy poseemos; […]. (Vicente Lecuna. Obra citada. p. 39).

 

Lecuna también la emprendió contra el diplomático argentino Eduardo Colombres Mármol, que escribió un libro sobre la entrevista con documentación que el historiador venezolano consideró irregular. En su obra de 294 páginas rebate uno por uno los documentos que estimó apócrifos, señalando que el calígrafo perito Angel Luca determinó falsas las cartas polémicas que Colombres Mármol atribuye a Bolívar, San Martín y Sucre, pero que no se pudo comprobar su veracidad. Lecuna descartó que el Libertador se negó a marchar al Perú, destacando que a raíz de la famosa entrevista ofreció enviar 4,000 hombres y si era necesario ofreció 6,000 u 8,000 más, sin exigir condiciones, de acuerdo a lo establecido en su correspondencia. (Vicente Lecuna. Obra citada. p. 47, 71).

 

Lo cierto es que existía una situación crítica, las tropas coloniales en el Alto y Bajo Perú preparaban una fuerza de 19,000 veteranos que solo sería posible enfrentarla con ambos ejércitos. El ambiente de guerra se extendió por dos años hasta la gloriosa jornada de Ayacucho que sepultó las aspiraciones coloniales.

 

En definitiva pese a las acaloradas polémicas y aunque no se hizo una declaración oficial de las históricas entrevistas de Guayaquil, sus actores que representaban a un novel continente en armas, sin dudas discutieron sobre las prioridades para terminar la guerra y como conducir a los nuevos pueblos libres. Estimamos Bolívar y San Martín no ofrecieron una declaración pública evitando perjudicar la inminente necesidad de unirse para vencer y escogieron el alegato real que se trataba de una reunión oficiosa, que nos ha dejado un largo y polémico enigma que todavía estamos por descifrar.

 

Fue tan trascendental esta entrevista que hasta reconocidos adversarios de la independencia de América, como el eminente historiador español Salvador de Madariaga no han podido soslayar el extraordinario acontecimiento. Madariaga lo calificó como “un duelo entre dos imitadores de Napoleón”, que se disputaban el cetro de “emperador de América”. (Salvador de Madariaga. Bolívar.  Espasa-Calpe. Madrid, 1984. T. II pp. 180-181).  Calumnia atroz, se trataba de dos personajes que pese a su indudable principalía, en la práctica ofrecieron reales ejemplos de humildad y desapego al poder.

 

En septiembre San Martín renunció al protectorado del Perú, en octubre llegó a Valparaíso en Chile y pasó a Mendoza en Argentina como le había señalado previamente a Bolívar, en 1823 partió con destino a Europa. Mientras, a Bolívar le correspondió terminar la obra emprendida de modo victorioso por San Martín en el Perú, que concluyó con la victoria de Sucre en la Batalla de Ayacucho. Sin dudas la cumbre de Guayaquil fue una trascendental efeméride, la única entrevista de los dos grandes héroes, acontecimiento harto egregio que ellos prefirieron clasificarlo como oficioso, para que cualquier diferencia no se interpusiera en la necesaria unidad que requerían los tiempos para otorgar el jaque mate al dominio colonial en América del Sur.