Los debates politiqueros entre bolos y coludos no quedaron totalmente sepultados en el muladar de la historia, sus secuelas nos dejaron la prolongación de Horacio en 1928, nociva maniobra legislativa que en gran medida contribuyó a la instauración de la tristemente célebre “Era de Trujillo”. De modo concomitante una buena parte de los añejos políticos de oficio se integraron a esa tormenta apabullante de la democracia, otros más higiénicos optaron por el exilio militante o el discreto retiro de la política. En la oposición interna a la tiranía surgió una nueva generación político social en su mayoría proveniente de las aulas y las filas de los obreros, les correspondió la muy difícil responsabilidad de asumir desde lo interno la lucha contra el eclipse de las libertades. Jóvenes que decidieron romper el hermético control político-militar de Trujillo formando un movimiento clandestino de oposición, entre cuyos principales líderes estaba el  estudiante de medicina Pericles Franco.

Este movimiento juvenil antitrujillista se organizó de manera secreta desde 1942, en medio de la Segunda Guerra Mundial, Pericles Franco apuntó para la historia que:

“En el curso del año 1942 se formó en la República Dominicana un organismo político clandestino que señaló nuevos métodos, nueva orientación y dio un impulso extraordinario a la lucha contra el régimen de Trujillo. integrado por trabajadores, estudiantes y ciudadanos de diferente procedencia social pero unidos en el firme propósito de transformar revolucionariamente el Gobierno del país, fue fundado el Partido Democrático Revolucionario Dominicano”. (Pericles Franco Ornes. La tragedia dominicana.  Publicaciones de la Federación de Estudiantes de Chile. Santiago de Chile, 1946).

German Emilio Ornes Coiscou, tras integrarse al exilio antitrujillistas, pese a persistir con el anticomunismo que predicaba desde la prensa trujillista, admitía el liderazgo de Pericles Franco, cuando establecía:

“Este vehemente y resuelto joven reunió a su alrededor un gran grupo de jóvenes estudiantes e intelectuales jóvenes, algunos de los cuales llegaron a ser militantes comunistas. Otros eran tan demócratas inclinados que aunque no rompieron relaciones con él no entraron en las filas comunistas”. (Germán Emilio Ornes. Trujillo pequeño César del Caribe.  Editora Cole. Santo Domingo, 1999).

En mayo de 1945 se derrumbó la Alemania nazi y al compás de los vientos de libertad que soplaban en América, en nuestro medio empiezan a sentirse los aires de lucha por la restauración de la democracia. Las organizaciones clandestinas Partido Democrático Revolucionario y la Juventud Revolucionaria, asumieron con mayor vigor las actividades opositoras. Un informe secreto de la cancillería dominicana, establecía que en el mes de julio se descubrió un plan “subversivo” que contempló el apresamiento de tres jóvenes mientras trataban de introducir en las casas de la zona intramuros algunas hojas mimeografiadas llamando a la «Real y efectiva libertad para el Pueblo Dominicano». La mencionada “hoja suelta” fue distribuida en horas de  la noche por debajo de las puertas en las casas de las calles Las Mercedes, Luperón, Salomé Ureña, 19 de marzo y El Conde.  Entre los imputados de dirigir esta actividad se citaba a Félix Servio Ducodray, Pericles Franco y Manuel Lorenzo Carrasco, este último luego sería uno de los héroes y mártires de junio de 1959.  (Mu-Kien Adriana Sang. La política exterior dominicana 1844-1961.  Secretaria de Estado de Relaciones Exteriores. Santo Domingo. 2000. T. II).

José Almoina Mateo en Yo fui secretario de Trujillo (libro apologético de Trujillo, se debe recordar que escribió otro que decía todo lo contrario, ese texto decretó su muerte por parte de Trujillo), asentó  que en esos momentos ejercía sus funciones de secretario particular del tirano, describió  de modo maquillado la aptitud de este personaje ante el gesto desafiante de los jóvenes opositores:

“En efecto, una mañana  de julio de 1945, al entrar yo muy temprano en su Despacho, me llamó el Presidente y haciéndome sentar a su lado me participó que hacía pocas horas la Policía había sorprendido a unos jóvenes estudiantes y obreros repartiendo hojas clandestinas en las que se incitaba al desorden. “Yo no quiero -me dijo Trujillo, poniendo en sus palabras una bondadosa sinceridad-, no quiero molestar ni cargar la mano a esos estudiantes que, por el hecho de serlo, ya tienen mi afecto; pero su acción es improcedente por clandestina, ya que en la República existen leyes y decretos que garantizan la libre emisión del pensamiento y no hay ninguna necesidad de recurrir a procedimientos malévolos”. (José Almoina. Yo fui secretario de Trujillo. Editora y Distribuidora del Plata. Buenos Aires, 1950).

Trujillo con la “bondadosa sinceridad” que le caracterizaba, emitió instrucciones de torturar a los apresados y perseguir tenazmente a los fugitivos. Pericles Franco logró buscar refugio en la Legación de Colombia.  La embajada de Estados Unidos el 18 de julio comunicaba al Departamento de Estado los incidentes, destacando entre otros aspectos:

“Anexamos copia y traducción de un volante que se dice circuló entre los estudiantes universitarios y que produjo su arresto por la policía como dijéramos antes. Se cree que el punto de vista expuesto en dicha circular representa el pensamiento y el sentir de la mayoría de los dominicanos incluyendo los que sirven al régimen trujillista”. (Bernardo Vega. Los Estados Unidos y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas Norteamericanas. Año 1945.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1982).

Trujillo en principio se opuso a permitir la salida del país de los asilados. Almoina Mateo en el libro que escribió con el seudónimo de Gregorio Bustamante, denunciando la tiranía, manifestó en torno a la posición del mandamás ante el asilo de los jóvenes:

“Mientras tanto pugnaba el tirano con las Legaciones Colombia y de Venezuela, para que le entregasen a los asilados en ellas. Trujillo promovió entonces una campaña de prensa, para demostrar que no se podía aplicar el derecho de asilo, después presentó expedientes por delitos comunes en los que en los que aparecían los asilados, […]”.  (Gregorio Bustamante -José Almoina- Una satrapía en el Caribe. Historia puntual de la mala vida del déspota Rafael Leonidas Trujillo.   Central del Libro C. A.  Santo Domingo).

El ”Jefe”  mostró un enorme enfado hasta el extremo que declaró como no grata la presencia de los enviados diplomáticos de Colombia y Venezuela. Jesús de Galíndez, que como Almoina tras servirle a Trujillo se hizo opositor al régimen, al conocer los atropellos de este Gobierno contra la población. En su famosa tesis doctoral que le costó la vida por criticar este régimen, se refiere al caso de Pericles Franco y su persecución en esta etapa:

“Muy poco después, la policía consiguió identificar como posibles autores de unos manifiestos clandestinos repartidos de noche a varios estudiantes, entre ellos Periclito Franco; cuando un oficial de la Policía fue a detenerle en su casa, simuló estar enfermo en cama y aprovechó la indecisión del oficial que regresó en busca de instrucciones para escaparse y pedir asilo en la Legación de Colombia; al descubrirse la fuga, el Coronel Jefe de la Policía Ludovico (sic) Fernández ordenó la detención de su padre […]”.  (Jesús de Galíndez. La Era de Trujillo. un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana.  Editorial Americana. Buenos Aires, 1962).

Finalmente Trujillo se vio conminado por la presión internacional a permitir la salida de los asilados. En el exilio, Pericles Franco se va a movilizar contra la intolerancia trujillista desde Colombia y Chile donde había cursado estudios universitarios. La Federación de Estudiantes de Chile en ese mismo año de 1945 publicó el libro La tragedia dominicana,  de su autoría. En la presentación del libro la agrupación chilena de estudiantes resaltaba hasta donde había llegado la protesta de Franco:

“Libre y acusadora, se alzó en Noviembre de 1945, desde la Conferencia Mundial de la Juventud, la voz de los jóvenes de 64 naciones, en unánime condenación del oprobioso régimen que mantiene esclavizados a nuestros hermanos de la República Dominicana, y en decidida solidaridad y apoyo a la lucha heroica del pueblo y de los jóvenes dominicanos por derrocar la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo”. (Pericles Franco Ornes. La tragedia dominicana).

El cónclave reunió jóvenes de todo el mundo y coincidieron en condenar la tiranía que afectaba a los dominicanos, la actividad fue celebrada en Londres.

El prólogo de la obra estuvo a cargo nada menos y nada más que de Pablo Neruda. Pericles Franco fue de quienes explicaron al poeta universal la inmensa voracidad del régimen trujillista. (La joven Minerva Mirabal, fue otra de las personalidades que Pericles Franco contribuyó a su integración a la lucha contra la tiranía) El prefacio de Neruda intitulado «Las pequeñas hermanas olvidadas» condenaba la indiferencia de los gobiernos de América ante las tropelías de Trujillo:

“El caso de la República Dominicana, como el de Nicaragua, continúa en el mapa, mostrando su lámpara apagada en el contiene. Las comitivas presidenciales pasan por entre los dominicanos ultrajados, son recibidas y festejadas por el tirano Trujillo, se condecoran mutuamente representantes de regímenes incompatibles, y luego el gran silencio que ya conoce toda la América Central, cae sobre la pequeña república sojuzgada, cubriendo de sombra el calvario aterrador”

“Estas páginas son una acusación terrible. Mientras los hechos aquí delatados están ocurriendo en una nación hermana, nuestros delegados a las conferencias internacionales se codean en las deliberaciones con los delegados de esta supervivencia de una América tenebrosa. […]”. ”. (Pablo Neruda. Prólogo a La tragedia dominicana,  de Pericles Franco Ornes).

El libro hace una radiografía de los desmanes que se producían contra la población dominicana, denunciando múltiples aspectos de interés para conocer las andadas de Trujillo, entre ellas su alianza secreta con los nazis. El periodista norteamericano Albert C. Hicks público en 1946 su libro Sangre en las calles,  denunciando las arbitrariedades del Gobierno de Trujillo, se hacía eco de la campaña acusatoria de Franco Ornes y Ducodray:

“Poco después del primero de agosto, el joven Ducodray y Pericles Franco empezaron en el Continente lo que se habían visto obligados a interrumpir en Santo Domingo. Entrevistados por periodistas, primero en Venezuela, donde hicieron escala en ruta hacia Colombia, y luego en Bogotá, contaron con algún detalle la historia de la revuelta estudiantil y el trato brutal que habían recibido a manos de la Policía Nacional de Trujillo. Incapaz de echar mano de los tres jóvenes, Trujillo recurrió al método de silenciar esos jóvenes revoltosos, usado tantas veces por los dictadores de todo el mundo” (Albert C. Hicks. Sangre en las calles.  Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. Santo Domingo, 1996).

De inmediato Las represalias ante la repercusión del libro La tragedia dominicana se hicieron sentir, Almoina Mateo en su libro antitrujillista discurrió sobre el particular:

“Trujillo se vengó en la familia de Franco Ornes. Su anciano padre, don Pericles Franco, licenciado en derecho, catedrático de la Universidad, había sido colaborador del régimen, el tirano le hizo destituir de todos los cargos, e igualmente a su esposa, antigua profesora de la Escuela Normal, y a sus hijas de otros puestos; comenzó el cerco por hambre de la familia, un día el viejo Franco fue encarcelado; estuvo meses y meses sometido a torturas en un separo de la Fortaleza Ozama”.

En marzo de 1946, desde la embajada de los Estados Unidos se hacía un estimado de la situación política en el país durante el año anterior, sobre la situación de los exiliados se indicaba:

“Entre los nuevos exiliados se cuentan Enriquillo HENRIQUEZ, Alberto HENRIQUEZ Vásquez, Pericles FRANCO hijo e Inis IRIARTE, quienes han estado activos desde que salieran de la República Dominicana. Franco ha ocasionado que el régimen de Trujillo reciba mucha publicidad desfavorable en los periódicos de Bogotá, Colombia”.

“El Gobierno Dominicano se vengó de estos exiliados con el único recurso que tenía. El padre de Franco, un señor mayor quien fuera un juez de la Corte Suprema Dominicana, fue encarcelado por varios meses sin formulárseles cargos. Durante esos meses fue muy maltratado […]” (Bernardo Vega. Los Estados Unidos y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas Norteamericanas. Año 1945).

Las contundentes denuncias de Franco desde Chile y Colombia exasperaron a Trujillo que en represalia la emprendió contra su familia incluyendo a su padre ya anciano, que fue a parar a la cárcel. Los demás  exiliados mentados, eran Francisco (Chito) Henríquez y su padre Enriquillo Henríquez,  ambos historiadores. Chito Henríquez tras la caída de Trujillo fue profesor y director de la Escuela de Historia de la UASD. Pericles Franco, médico fue profesor de fisiología.

Trujillo advertía que en el ámbito internacional los ánimos estaban muy exaltados contra las tiranías como la suya y en 1946 cuando pretendió fingir que se “democratizaba”, negoció con los exiliados comunistas en Cuba a través del Partido Socialista de Cuba, entre los negociadores dominicanos estaba Pericles Franco. En ese lapso salieron a la luz pública los opositores de la Juventud Democrática y el PSP dominicano, tras importantes demostraciones de masas Trujillo decidió interrumpir la tregua política y empezó a perseguir a los opositores, principalmente desde el principio de 1947.

Fuente: Bernardo Vega. Un interludio  tolerancia. El acuerdo de Trujillo con los comunistas en 1946.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1987. (El mimeógrafo se usaba entre otras cosas para producir volantes, ha sido reemplazado por las copiadoras. El Parque Julia, hoy Parque Enriquillo en la Avenida Duarte).

En esos cruciales momentos retornaba al país Pericles Franco, amparado en el acuerdo de tolerancia suscrito en Cuba. Se preparaba una nueva farsa electoral para justificar la continuidad del trujillato.  La embajada de los Estados Unidos en informe confidencial del 1 de abril de 1947 se hacía eco del apresamiento de Pericles Franco:

“Tengo el honor de informar al Departamento que Pericles FRANCO Ornes, aparentemente aprovechando el llamado frecuentemente repetido del Presidente Trujillo a los exiliados políticos para que regresen a la patria, llegó recientemente a la República Dominicana. se le permitió durante unos cuantos días que deambulara por todos lados de manera que la gente pudiera verlo en las calles, y entonces fue arrojado a la cárcel y retenido durante 72 horas. No se cree que se hayan presentado cargos contra él, o que fuera interrogado bajo coacción”. (Bernardo Vega. Los Estados Unidos y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas Norteamericanas. Año 1947.   T. I.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1984).

La represión se volvió a desatar contra los opositores con toda la crudeza que era de rigor. Pericles Franco el 17 de mayo en una comunicación dirigida a Flavio Bravo, dirigente del PSP cubano, manifestaba:

“Ayer, amigo mío, contemplamos la farsa electoral. La mitad de nosotros desde la celda, la otra mitad bajo la meticulosa vigilancia de los espías, veteranos y demás representativos de nuestra excepcional democracia”.

“Hemos denunciado sistemática y enérgicamente la política antidemocrática del Gobierno, las falsas elecciones de ayer todas y cada una de las agresiones terroristas que a diario sufre nuestro pueblo. En las presentes elecciones solo participó el Partido Dominicano (de Trujillo) y sus apéndices nominales el “Partido Laborista Nacional” y el  “Partido Nacional Democrático”, que han jugado -para el exterior- el papel de “oposición”  […]”

En torno a su peligroso status en el país, Pericles Franco comentaba:

“Mi situación “legal” es delicada. Se prepara un proceso criminal para condenarme a 30 años! de prisión (pena máxima en nuestro país), acusándoseme de “maquinaciones para conducir a otros países a la guerra contra la Rep. Dom.” y otras barbaridades por el estilo. Pruebas? Mi folleto “La Tragedia Dominicana” y los Boletines que publiqué en la Habana!!!  La cosa es tan monstruosa que será muy fácil desenmascararla. Por otra parte, no me explico que afán tienen de traer a la actualidad y convertir en una obra famosa mi folleto. Eso es lo que ganarían si encarcelan al autor de “La tragedia Dominicana, aunque yo me haya negado antes y no lo pida ahora, ese libro sería reeditado con mayor éxito que la primera vez”.  (Bernardo Vega. Un interludio  tolerancia. El acuerdo de Trujillo con los comunistas en 1946.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1987).

Pericles Franco volvió a ser apresado, sufrió presidio hasta el 1949. La notoriedad alcanzada por su libro de denuncias contra la tiranía, fue el salvoconducto que le permitió salir con vida del infierno trujillista. Su eliminación física en aquellos momentos  repercutiría en buena parte de América. Se esperaba que el tiempo que soportó en la cárcel lo amilanaría, pero como era natural en un revolucionario sin tregua, de inmediato se integró a las actividades antitrujillistas.  Juan Ducodray acotó para la historia, que residiendo  en Cuba, Trujillo hizo diligencia para extraditarlo junto a los Ducodray:

“Cuando a mediados de 1950 el Gobierno de Prío Socarras nos apresó a mi hermano Félix Servio, a Pericles Franco y a mi -a pesar de que teníamos residencia legal obtenida a través de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU)- y nos envió al campamento para extranjeros indocumentados de Tiscornia  […]” (Juan Ducodray. Réquiem por la utopía y otras saudades.  Editora Nomara, S. A. Santo Domingo, 2000).

Aunque olvidado, ¡¡¡ Pericles Franco jugó un papel estelar en la lucha contra la tiranía trujillista!!!