No me causó sorpresa que la Dirección Regional Este de la Policía Nacional (P. N.), con asiento en la Romana, con el general Francisco Osoria a la cabeza, haya indicado que tienen perfil sospechoso quienes usen abrigos, capuchas, mascarillas y gafas. Ya antes, aunque luego vino la disculpa, el director de la P. N., mayor general Eduardo Alberto Then, señaló que la institución del orden limitaría el reclutamiento de agentes que sean hijos de madres solteras. Estos son hechos y constituyen el reflejo del pensamiento que se impone para la prevención y la investigación penal en dicho órgano de seguridad ciudadana.

Conforme lo dispone el artículo 255 de la Constitución, la Policía Nacional es un cuerpo armado, técnico, profesional, de naturaleza policial, bajo la autoridad del presidente de la República, obediente al poder civil, apartidista y sin facultad, en ningún caso, para deliberar. La Policía Nacional tiene por misión: 1) Salvaguardar la seguridad ciudadana; 2) Prevenir y controlar los delitos; 3) Perseguir e investigar las infracciones penales, bajo la dirección legal de la autoridad competente; 4) Mantener el orden público para proteger el libre ejercicio de los derechos de las personas y la convivencia pacífica de conformidad con la Constitución y las leyes.

Los discursos, las promesas, las comisiones formadas, las reformas legales y reglamentarias y las asesorías nacionales e internacionales han repetido hasta la saciedad parte de los grandes problemas que arrastra el cuerpo policial. La deficiencia en la formación académica y procedimental para el oficio y las contradicciones de sus actuaciones con lo que dispone nuestra Ley Suprema y la propia Ley Orgánica de la Policía Nacional y la falta de respeto a los derechos fundamentales son solo algunas de las cuentas rosario y una clara demostración del nivel de incapacidad y falta de visión de un cuerpo de seguridad preventivo y auxiliar del Ministerio Público en las investigaciones propias del delito que debería ser dicha institución.

No dudo que en la P. N. hay oficiales y alistados con niveles adecuados y altos de formación y aptitud profesional; pero este cuerpo, aun mentalizado para la represión antes que para la seguridad ciudadana, sufre la pesada carga de obsolescencia, atraso, corrupción e incapacidad. Hay una profunda contradicción entre el Estado digital y moderno que vemos en muchas instituciones del Estado y el cuerpo policial.

¿Cuáles son los sistemas policiales de información e inteligencia? ¿dónde están los manuales de instrucción para la actuación preventiva y para la evaluación de la justicia penal?

Las prácticas investigativas parecen ser las mismas de antaño. La inteligencia preventiva y de persecución del delito siguen siendo prácticamente las de siempre, a pesar del desarrollo que se ha venido experimentando en estas últimas décadas. El errado enfoque, intuitivo, por demás, y desviado en términos de los derechos humanos, si bien se ha venido tratando de deconstruir, son visiones básicas y tradicionales que aún predominan en los cuerpos preventivos y de investigación.

Los viejos sistemas de información policial, de cotejo de fichas a cargo de un archivista, la mascota deshilachada para recibir denuncias y registrar informaciones policiales, han evolucionado con la tecnología de la información hasta convertirse en departamentos que utilizan programas informáticos especiales y las competencias de analistas profesionales del delito. También se ha refinado la aplicación de la información. Se han desarrollado técnicas y metodologías de inteligencia para detectar amenazas delictivas o trazar el perfil de delitos o delincuentes conocidos. Desde el punto de vista estratégico y táctico, actualmente se dispone de inteligencia que permite a la policía adoptar decisiones más exactas y más fáciles de justificar (UNODOC).

Pero lo propio ocurre con el perfil de una gran parte de los miembros del cuerpo del orden. Aún las bases mentales con las que cuentan son cavernarias, propias de la era de concho primo, cuando hoy día la inteligencia policial y la cercanía con la comunidad deben ser las armas más poderosas para la prevención y la persecución delictiva.

¿Cuál es el perfil que sirve de base para elegir un director regional de la P. N. o de cualquier otra dirección, departamento, inspectoría, compañía o destacamento o cuartel?  Por los resultados, muchas veces vemos que la elección, desde arriba hacia abajo, parece sospechosa.

La prevención y la persecución del delito son funciones esenciales de la P. N.; pero respetando los derechos fundamentales de los ciudadanos, lo que no puede estar en manos de quienes tienen un perfil sospechoso o de acreditadas serias violaciones a los derechos humanos y demostraciones de incapacidad para la función policial. La repetición de lo mismo no es cambio, es motivación para incrementar la desconfianza de la población.

La decisión del presidente y del ministro de interior y policía de modernizar la P. N. debe generar una mesa permanente de especialistas y de alta dirección de la administración pública que entiendan la función policial y generen una estrategia integral con claras metas y concretas acciones que posibiliten y permitan el cambio de la mentalidad policial que detiene todos los cambios que una democracia espera de un órgano tan importante para nuestra seguridad.