La artista dominicana de artes plásticas, Elizabeth Farinho de Núñez confiesa que debe la recuperación de su salud a una intervención milagrosa de Nuestra Señora de la Altagracia.

El reconocimiento y el agradecimiento de Farinho a la divina madre de Nuestro Señor Jesucristo, la han movido a cumplir el voto o promesa que en su momento le hiciera, que una vez obtenida la salud daría a conocer por todo el mundo su sagrada imagen y la devoción que suscita. Literal.

Farinho ha dedicado tiempo a la oración y a la contemplación, por tanto, al cultivo de la fecundidad y creatividad espiritual que están asociadas a los sufrimientos y a las situaciones de gran calado existencial. Concibe y pinta una imagen de N.S. de la Altagracia inspirándose en la Sagrada Imagen de Higüey. La referida obra, la Virgen de Altagracia de Farinho, es el testimonio de la relación de la autora con la Divina Protectora del Pueblo Dominicano, la prueba de su confianza filial en ella, la más bella elaboración del retrato y de la firma del milagro de la salud que se ha recuperado. Por ello, lleva consigo la reproducción de la Sagrada Imagen de Higüey y la imagen de la obra de su autoría; aquella que habla de su experiencia y su interpretación pictórica-espiritual, la Virgen de Altagracia de Farinho; dando literalmente la vuelta al mundo.

Elizabeth con la réplica original de la Virgen y una obra realizada por ella, a la izquierda

En todos los países visitados lleva ambas imágenes consigo como estandarte, mostrándolas, hablando de la Virgen María y de su Hijo, hablando de su esposo San José, hablando de Dios, hablando de una fe, esperanza y amor que son creadores, hablando de la República Dominicana. Este pionero y singular viaje, a modo de peregrinación personal, que presenta a la Virgen de la Altagracia, que presenta la Buena Nueva de Jesucristo desde la experiencia cristiana del pueblo dominicano, encuentra en todos los puertos reacciones distintas que van desde la adhesión y el entusiasmo, la comprensión y la indiferencia, hasta el rechazo.

Hay muchos aspectos que apreciar en un exvoto de esta naturaleza, recién realizado por Farinho. Primero, el objeto y la finalidad de la peregrinación altagraciana alrededor del mundo, segundo, lo pionero y singular de la peregrinación, tercero, la promoción de una identidad cristiana particular, como lo es la dominicana, y su ingrediente evangelizador, cuarto, las variadas reacciones encontradas a su paso y, quinto, la riqueza de intercambio cultural de tal experiencia. Sin embargo, es digno de atención y admiración la peregrinación espiritual que están indicando en sí mismos los dos cuadros peregrinos.

De un lado está la Sagrada Imagen de N.S. de la Altagracia de Higüey. Los festejos por el reciente Centenario de la Coronación Canónica de la Imagen (1922-2022) pusieron de relieve la buena noticia o mensaje evangelizador del cuadro. El mensaje del Dios Trino que se encarna tomando forma humana para salvar la humanidad del mal y del pecado; el protagonismo de unos padres,  la Virgen María y San José, al acoger, los primeros, la divina voluntad de salvación, acogiendo el prodigio sobrenatural de Jesucristo niño como su propio hijo; la alta gracia dispensada por Dios a María de Nazareth, y el lugar de mediación e intercesión que Dios le reservó a ella en su voluntad salvífica para que todos los pueblos, para que el pueblo dominicano, acogieran sin mayores obstáculos a Jesucristo y sus divinos dones de redención y plenitud. El maravilloso conjunto de elementos que componen el lienzo sostiene el mensaje de salvación. Para este tema ver:  Comisión Nacional Comisión Nacional Organizadora del Año Jubilar Altagraciano, Nuestra Señora de la Altagracia. Un regalo de Dios al Pueblo Dominicano, Conferencia Episcopal Dominicana, Santo Domingo 2022.

Del otro lado está la obra N.S. de la Altagracia de Farinho. Como se expresó un poco antes, el lienzo es el testimonio del momento espiritual que vivió la autora, marcado por la fortaleza y la confianza puesta en N.S. De la Altagracia. La Imagen de Higüey canaliza la expresión del mundo espiritual de Farinho. Como explica la misma autora, la obra está cargada del significado de la naturaleza, su fuerza y sus ciclos. Se puede decir que los elementos altagracianos del cuadro quedan al servicio de la expresión naturalista. La naranja en el pecho de la Virgen, evocando el árbol de naranjo donde la Tradición afirma que repetidas veces aparecía la Sagrada Imagen, es una buena muestra de la interpretación naturalista de Farinho del lienzo de Higüey, así como del suelo espiritual que la sostiene. En ese terreno espiritual de reconocimiento y asombro por la bondad del universo y de la naturaleza ocurre lo que para la autora es un milagro atribuible a N.S. de la Altagracia. Lo cual no debe extrañar dado que la afirmación de la Encarnación es la afirmación acerca de Dios unitrino, y acerca del hombre y del universo recapitulados y redimidos por Jesucristo (Lc 1, 26-38; Ef 1, 1-10).

La obra de Farinho

Ahora bien, es la afirmación de la Encarnación lo que hace conveniente la afirmación de toda bondad de la naturaleza. Porque si tomamos como criterio supremo el conjunto de las cosas creadas, el conjunto de la naturaleza, su fuerza y sus ciclos, la vida humana, sin darle mayor especificidad, pasa a ser entendida en términos biológicos, personales, morales y espirituales meramente como fecundidad natural en el marco del destino. Pero considerando la revelación trinitaria del Dios persona-comunión, creador y redentor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la vida humana se entiende de modo específico, tanto en términos personales, morales y espirituales, como providencia divina y como alianza divino-humana de libertad, amor y fecundidad sobrenatural. Ambas concepciones distan mucho entre sí, no así los principios naturales y los principios divinos que las conforman, sin dejar de vislumbrarse el camino transitable entre ellas de doble vía. Para este tema ver: A. Cayuela, ¿Providencia o destino? Ética y razón universal en Tomás de Aquino, Erasmus Ediciones, Barcelona 2008.

En el caso de nuestra autora, de modo agradecido y gozoso ella ha realizado, y sigue realizando, una peregrinación interior, a la cual correspondió una peregrinación espacial-geográfica, que testimonia la intervención milagrosa en su salud personal, no de la naturaleza, sino de N.S. de la Altagracia. La dirección y la meta de su peregrinación es clara, la Encarnación, la Redención y la Recapitulación. La formulación pictórica del cuadro de Farinho es el retrato del momento de la intervención milagrosa, y por lo tanto porta el sello del destino o meta.

La misma Virgen María seguirá intercediendo para que nuestra querida amiga y hermana Elizabeth Farinho no detenga sus pasos en la peregrinación iniciada desde el momento cero de la existencia hasta el culmen de la misma, cuando llegue al puerto de los gozos eternos. Confiamos en esa misma intercesión de N.S. de la Altagracia para todos, en especial para los lectores de su columna en Acento, los cuales hemos peregrinado de un modo u otro con Farinho y con N.S. de la Altagracia dando la vuelta al mundo. Gracias Elizabeth por dejarnos peregrinar contigo. Dios te bendice, Dios nos bendice.