Una de las experiencias más importantes que puede tener un habitante de cualquier sitio es reconocer lo que es suyo y protegerlo.

Defendemos así una especie de “postura ciudadana” que tiene que ver con hacer tuyo tu país y visitarlo. Te saldrá más barato que ir a Vail, Colorado o ir a Marbella, Ibiza o Mónaco.

Los vendedores de chucherías en Boca Chica se multiplican. Un enorme grupo de individuos viven de esto por lo que es necesario respetarlos. En Samaná vimos a pescadores que defendían su derecho a la pesca. Hablábamos de las vedas, un tema para otro momento.

Recuerdo en la infancia haber ido a Boca Chica en esta temporada. La multitud era increíble. Uno se olvidaba del tiempo.

No sé si el COE, que hace un operativo de Semana Santa, tiene los números de cuantos bañistas playeros se apersonan al lugar. Las cifras que si aparecen todos los años son los muertos a causa de accidentes de tránsito. Hay intoxicados por alcohol, accidentes de motor y ahogados, algo que se lamenta.

La última vez que fui a Boca Chica me cayó bien el letrero de Saint Tropez. Pudimos ver a dominicanas muy coquetas, arregladas a las once de la mañana. Pude ver a dos canadienses con dos dominicanos. Comimos pescado en la playa y recibimos la visita de los buhoneros. Fue cuando entrevisté a la dueña de la escuela de buceo, casada con un alemán.

Es cierto que es la playa del pueblo. No la vi del todo descuidada. Lo que sí me gustó: (hay que tener un radar para todo) es una pequeña biblioteca pequeña a orillas de la playa con miles de ejemplares de novelistas norteamericanos. Los nombres que allí encuentras son de lo más variado. Updike, Ellison, Rice, Koontz, Simmons, Bradbury, Brite, Krakauer, entre cientos más.    

Realmente para escribir este artículo no he recorrido todo el lugar para decir cómo está todo. Hablo desde la memoria de un día en que el desconecte fue fundamental. Está claro que ese francés que se comía una pasta a orilla de la playa en el bar tendrá sus argumentaciones sobre por qué no vino a Bávaro, lugar donde también va mucha gente en Semana Santa.

Para estos días, he hecho la intención de ver alguna película de las que ponen en la tele y que tiene a actores espléndidos. ¿Cómo olvidar a Heston en Ben Hur? Inigualable cinematografía que nos parece de mayor calidad que lo que ahora se está produciendo en Hollywood.

Alguien me dirá que tenga cuidado por si tropiezo con un calamar en plena playa. Ya dije que miraré una película y esperaré el sermón de las siete palabras. A todas luces, hay que desearles suerte a los organismos oficiales en los operativos que se hacen cada año y augurar la preservación de vidas.

Los que vienen a esta playa concordarán en un hecho que no puede esconderse: la poca arena que tienen los bañistas para acicalarse. La clásica caminata por toda la playa se ve afectada. Un detalle interesante sería tener conocimiento sobre la nacionalidad de los visitantes.

En la orilla de esta playa hay un pequeño bar donde sirven logros de una gastronomía internacional que hace delicias de los viajeros. Mientras observaba los libros de la pequeña biblioteca me daba cuenta que un turista deglutía una pasta que por su look parecía fantástica. Me quedo la impresión de que este entorno provee de mayor aventura a los que vienen como queda demostrado con las dos muchachas canadienses que eran acompañadas por dos sankipankis.

Para esta semana, los viajeros quieren sobre todo paz y así lo entienden los encargados de los hoteles, una paz que también paradójicamente incluye diversión. Tengo en mi WhatsApp a una señora que se encarga de ofrecer todas las opciones de los más diversos hoteles dominicanos. Me pregunto por locaciones que no aparecen en su oferta y por las que vendrán en el futuro cuando algunos puntos que comienzan, tal es el caso de Pedernales o Miches, nos muestren sus ofertas.

Hace apenas unos días salió publicada la noticia de que el ex primer ministro inglés Boris Johnson vacacionaba en uno de nuestros principales enclaves. Fue a Samaná. Algunos se sorprendieron pero otros vieron con normalidad que nuestro país atraiga a personalidades tan reconocidas. Lo chulo sería que nos diga cómo le fue.