Amigo Lector:
En mi artículo anterior enfaticé que el pueblo estadounidense reeligió a Donald Trump, en gran parte, por un rechazo a la forma en que se manejó la economía bajo la égida de Biden. Esto así, debido a que ésta estuvo encapsulada por las políticas clientelares y el Partido Demócrata. Además, existe un deseo de que se recupere la prosperidad de manera inmediata y armónica, sobre todo para la clase media. Las encuestas dejaron muy claro que se trató de una elección económica donde el 66% de los votantes dijo que la economía era asfixiante e insostenible. De ahí el triunfo arrollador de Donald Trump.
Además, Una de las razones por las que los demócratas se vieron sorprendidos, por la fuerza del apoyo a Donald Trump en todo Estados Unidos, es que subestimaron la importancia de la inflación y las consecuencias económicas que siempre tendrán para los votantes norteamericanos.
La economía siempre ha sido la principal preocupación entre los votantes registrados de Estados Unidos durante la contienda presidencial, según varias encuestadoras. De ahí que, la economía fue el único tema en el que una mayoría (el 66 por ciento) de los votantes indicó que las posturas de los candidatos eran "extremadamente importantes" para dar forma a su elección. Los votantes favorecieron al expresidente Donald Trump, sobre la vicepresidenta Kamala Harris, por muchos puntos como el candidato más capaz de gestionar los desafíos económicos del país.
Bajo este escenario, podríamos citar varias vertientes económicas que se harán presentes en el mandato presidencial norteamericano, que inicia el próximo 20 de Enero del 2025. Veamos:
I-UN POCO DE HISTORIA
A pesar de que la percepción errónea que sustenta la afirmación de que un gobierno republicano unificado (con la mayoría en ambas Cámaras) podría ser más inflacionario que un gobierno “balanceado”, es exactamente lo contrario.
A pesar de que muchos “analistas” indican que esto es así, (debido a que el control republicano NO conduciría a una gran expansión fiscal en forma de recortes impositivos que alimentarían mayores déficits), sin embargo, esta no es la regla. Si bien en promedio la inflación es un poco más alta durante los períodos de gobierno unificado, también ha sido a menudo más baja. Desde la administración Truman, la inflación fue mucho más alta durante los períodos de gobierno dividido que durante los de gobierno unificado. El mismo patrón se aplica a la administración de Eisenhower.
También es oportuno señalar que la inflación fue muy alta cuando Gerald Ford, quien ocupó la presidencia frente a un Congreso demócrata muy hostil. Además, Bill Clinton fue elegido con un gobierno unificado y luego se enfrentó a un gobierno dividido después de las elecciones congresuales y, es muy difícil ver que el cambio haya tenido un gran efecto sobre la inflación.
En el caso que hoy nos ocupa, una razón para esperar una inflación más baja con Trump y un Congreso republicano “unificado” es que estos políticos son muy conscientes de que la alta inflación fue el núcleo del giro en contra de los demócratas en las elecciones de este año.
Está claro que a los votantes les desagrada la inflación, incluso más de lo que les gusta el bajo desempleo, o cualquier otra métrica que los expertos liberales usaran para respaldar las afirmaciones de que la economía de Biden era asombrosa. Por lo tanto, es de esperar que los políticos que buscan aferrarse al poder (si se me permite la redundancia) sean cautelosos a la hora de adoptar políticas inflacionarias.
II-PERCEPCION ACTUAL
Los críticos de Trump suelen argumentar que sus políticas de inmigración serían inflacionarias. La idea aquí es que la expansión de la oferta laboral frena los aumentos salariales, lo que luego deprime el gasto de consumo, lo que conduce a una menor inflación. Por supuesto, la supresión intencional de los salarios mediante la expansión de la oferta laboral es una forma bastante miserable de combatir la inflación. Pero tampoco es probable que sea eficaz. Veamos:
1-En primer lugar, casi no hay evidencia empírica que respalde la afirmación de que las restricciones a la inmigración aumentan la tasa de inflación. Incluso la idea de que los niveles salariales son un factor importante de la inflación, es controvertida entre los economistas. A menos que los aumentos salariales estén impulsados por la expansión fiscal y una política monetaria acomodaticia, es probable que el efecto de los aumentos salariales sobre la inflación sea mínimamente pequeño. En su mayoría, los aumentos salariales redistribuyen la riqueza y la demanda a través de la economía.
2-La historia reciente ciertamente no respalda la idea de que los niveles más altos de migración frenan la inflación. Durante la primera administración de Trump, la inmigración rondaba el millón de llegadas al año, cifra que se redujo a alrededor de 700.000 en el año de la pandemia de 2020. Durante la presidencia de Biden, la inmigración se disparó por encima de los dos millones, alcanzando al menos 2,6 millones en 2022. En lugar de contener la inflación, esto estuvo acompañado de la peor inflación en 40 años.
3-Es fácil entender por qué. Los inmigrantes recién llegados tienen una menor propensión a trabajar y trabajan menos horas que los nativos o los inmigrantes de más edad. Su productividad es mucho menor, pero necesitan vivienda, salubridad, comida, ropa, transporte, entretenimiento y todas las demás comodidades de la vida estadounidense. La oferta de muchas de estas cosas (vivienda en particular, pero también comida y transporte) no se puede aumentar fácilmente para mantener el ritmo de la mayor demanda. Por lo tanto, al menos en el corto plazo, es probable que la inmigración contribuya a la inflación.
4-Otro punto neurálgico lo constituyen los aranceles. A pesar de las afirmaciones de algunos economistas, los aranceles no son inflacionarios. En el peor de los casos, podrían conducir a un aumento puntual de los precios de algunos artículos. Pero es probable que esos aumentos se vean compensados por la caída de los precios de otros artículos a medida que la demanda de los consumidores se adapte a la siguiente situación. Y como es probable que los aranceles resulten en un fortalecimiento del dólar estadounidense, el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses, para las importaciones, podría en realidad fortalecerse. En otras palabras, los aranceles podrían llevar a precios más bajos (lo que, sin embargo, podría socavar su eficacia a la hora de fomentar la producción interna). Todo dependerá de las políticas arancelarias dirigidas a aumentar la demanda de los bienes y servicios originados en el continente norteamericano.
5-Además, Hasta ahora, los inversores se han centrado en tres importantes cambios de política que probablemente se adopten en una segunda administración de Trump. El primero son los recortes de impuestos, tanto para los trabajadores como para las empresas que producen bienes en el país.
El segundo son los aranceles, que probablemente ayudarían a los fabricantes nacionales y fomentarían la inversión en Estados Unidos.
El tercero es la eliminación del enorme aumento de la burocracia regulatoria que se vio en la administración Biden.
Pero una cuarta política que podría impulsar la economía y hacer avanzar la agenda de Trump es menos conocida. Entre los asesores del presidente, se están produciendo debates sobre el uso de la regulación bancaria para fomentar la inversión en la fabricación de alta tecnología, la producción de energía y la relocalización de la producción.
Como el Amigo lector podrá apreciar, el balance entre los estímulos fiscales, producto de incremento en los aranceles, eliminación de tramitaciones parasitarias y los reajustes salariales, presenta un escenario poco común en el ámbito de las percepciones económicas para el cuatrienio 2025/2029, en los Estados Unidos. Solo una política agresiva de incentivos fiscales, para atraer de nuevo las industrias de ultramar y beneficiar esquemas financieros de bajo costo, podría generar los vectores favorables para lograr los objetivos de Donald Trump. Esto así, al aumentar la oferta de plazas de trabajo, se aumenta el conglomerado económico de la Demanda de bienes y servicios, lo que también crearía nichos financieros de ahorro e inversiones. De esta manera, la economía norteamericana daría un giro positivo para frenar su actual régimen fiscal clientelar y deficitario.