Testigos de su época, como en un juego entretenido del siglo XX, algunos “viejos” tenían la costumbre de oír la radio para “espiar” lo que sucedía en otras partes del mundo. Sobre la radio y sus múltiples maneras de “ver las cosas”, es mucho lo que hay que hablar hoy en el inicio del año 2023. Esas crónicas radiales fueron muy importantes en determinadas coyunturas políticas. Actualmente, respondemos a otro tipo de conducta mediática, aunque la radio sigue siendo muy importante.

En los tiempos que corren, no es un misterio para nadie que podemos escuchar radio a través del celular, pero mucha gente tiende hacia otros medios donde lo visual es protagonista: las redes sociales avanzan en el gusto de las poblaciones de consumidores. Sin embargo, volver a la radio es siempre interesante porque se trata de emisoras especializadas en una temática, ya sea musical o de conversación, los llamados talk show radiales. Como en algunos otros países, en Estados Unidos hay montones de emisoras que ofrecen de todo: teorías conspiracionales, (piénsese en el programa de Alex Jones), análisis climático y político con una chispa de ingenio, encanto y profundidad.

Desde diferentes lados políticos, hay emisoras radiales que continuamente nos informan sobre lo que pasa, al tiempo que ofrecen análisis profundos sobre el devenir nacional en todos los países. Un ejercicio interesante para el lector consiste en espiar lo que dicen las emisoras locales de los diversos países de Latinoamérica donde se hace un análisis sobre sus asuntos, su realidad que nos compete a todos.

Hace solo una semana, en uno de estos programas de radio se debatía quien era mejor jugador: Pelé, Maradona, Messi, Cristiano, Distefano. Era cierto que los que sustentaban el debate tenían sus preferidos. Por esta razón, podemos decir que un buen programa, pero no en todos, se propone el debate, se escuchan nociones que buscan aclarar una realidad inapresable que termina de un momento a otro: lo que se enuncia no siempre perdura, aunque otras cosas crean opinión: la gente en las calles, está de acuerdo con lo que se dijo de Maradona, pero también se reconoce lo que se dijo sobre Pelé. Una anécdota importante es aquella en la que el presidente Reagan dijo: “Mucho gusto, yo soy Ronald Reagan, Presidente de Estados Unidos; usted no necesita presentarse, todo el mundo sabe quién es Pelé”.

Como somos de otra época, a Pelé no lo vimos jugar pero de ese México 70 tenemos mucho en fílmicas. Por otro lado, podemos decir que los jóvenes de hoy han vivido la gloria deportiva de Messi. Años después, ya cuando Maradona juega en México 86 en una maravillosa tarde inmensamente soleada, tenemos más edad: podemos ver el gol de “la mano de Dios” y “el barrilete cósmico”, y también por qué no, vimos a Zico y a Paolo Rossi, que nos parecieron fenomenales. Luego llegarían los años de Michel Platini. Y más adelante, nuestra era. A tono con la despedida del astro brasileño del fútbol hacia otros linderos, decía recientemente César Luis Menotti: “Pelé era de otro planeta”.

En otro formato, algo parecido a la radio es el YouTube, donde se trasmiten los juegos sin tener las fílmicas: solo las palabras de los narradores, lo mismo que sucede con la mayoría de las peleas de boxeo de altos quilates. Como no puedes pagar lo que te piden, debes conformarte con oír lo que pasó en tal round, entender que tu imaginación es suficiente para imaginar un jab, un uppercut y así sucesivamente (es un fenómeno de la época no muy bien estudiado).

Como todos reconocemos, ese tipo de trasmisión es muy efectista ya que se trata de decir lo que ocurre pero de una manera que haga al visitante de la página estremecerse con lo narrado de tal manera que todo puede lucir espectacular. Sin embargo, el fenómeno ya lo teníamos aquí en la radio con los juegos de béisbol. Era entonces una época atiborrada de anuncios como también ocurre en las trasmisiones actuales.

En algo que también puede ocurrir hoy y que resulta un experimento, ocurría entonces un fenómeno interesante que narran algunos: se podía ver la trasmisión de la tele pero con el radio de fondo. A algunos les parecía que lo que decía el narrador de la radio se podía escuchar mejor porque se tenía el artefacto más cercano a los oídos.

Hace más de cuarenta años, en mi infancia, conocí a hombres que cuidaban casas –el fenómeno puede darse hoy mismo, los llamados en Dominicana “serenos” o guachimanes–, y tenían como costumbre oír los partidos de béisbol mientras vigilaban la propiedad, claro que armados hasta los dientes. Aparte de su daga, el vigilante tenía como arma su pequeño artefacto radial, sin el que no podría pasar la noche entretenido, sin caer en los brazos del viejo Morfeo. En el inicio del año, despedimos al gran jugador de fútbol Pelé y al gran teórico Benedicto XVI en sus pases hacia otras regiones de luz.