El slogan: ¡La hora de Pedernales ha llegado!, se repite por años buscando capturar el favor del pueblo como licencia para canalizar los recursos que sean necesarios para el rescate de una zona olvidada e históricamente matizada por sus condiciones de precariedad.
Esta consigna se materializa en el Proyecto Cabo Rojo con una inversión plurianual proyectada de tres mil millones de dólares (US$ 3,000 MM) destinado hacia la consolidación de un complejo hotelero integrado por 4,700 habitaciones, un puerto turístico, un aeropuerto internacional y la infraestructura pública para el soporte de estas instalaciones. Sin embargo, el éxito de Pedernales no se circunscribe a la construcción del esperado proyecto de Cabo Rojo, sino que esta inversión apalancada por el Gobierno a través del aporte de la tierra y la construcción de la infraestructura pública identificada es el ancla para impulsar el rescate integral de la región más pobre del país… la región Enriquillo.
Es en el desarrollo integral de la región Enriquillo que se justifican los esfuerzos titánicos por consolidar el proyecto de Cabo Rojo, ya que a partir de esta inversión se desencadena una carpeta de iniciativas impulsadas por el gobierno para impactar de manera positiva las provincias de Pedernales, Independencia, Baoruco y Barahona; lo cual repercutirá en una mejora significativa de la calidad de vida de sus residentes y a la vez ofrecerá una nueva esperanza a los jóvenes de esas provincias y aquellos que han tenido que salir de la región en busca de oportunidades y empleos.
La Región Enriquillo es una de las diez regiones únicas de planificación, establecida en la Ley No. 345-22, con un 60% de hogares con nivel socioeconómico bajo y muy bajo, un 70% de hogares sin acceso al agua dentro del hogar (ENHOGAR 2021) e integrado por una cuota importante de hogares que aún no tienen acceso a energía eléctrica del país. Una zona caracterizada por un rezago histórico, con escasez de empleos, acceso precario a los sistemas de salud y deficiencia de la oferta educativa, lo cual ha incidido en la expulsión de la población residente, la cual emigra hacia otros puntos de la geografía nacional con el fin de mejorar sus condiciones personales y las de su familia. Para tales fines se requiere una perspectiva ampliada que diversifique la inversión y amplifique su campo de impacto para el beneficio de la población.
Es así como Cabo Rojo se convierte en el ancla que atrae las inversiones que vienen desde el sector empresarial para la construcción de un nuevo nicho turístico; de manera simultánea este complejo atrae la implantación de una carpeta de proyectos gubernamentales que suplirán la necesidad del emplazamiento y a la vez se irradiarán por cada uno de los rincones priorizados de la región con el compromiso de consolidar el destino Enriquillo como un oasis para sus visitantes y residentes.
Esto contribuirá por una parte en rescatar los niveles de habitabilidad básica del sistema de asentamientos humanos, consolidará un destino ordenado con la capacidad de atraer turismo local e internacional y por consecuencia generará las oportunidades y empleos para que su gente encuentre en su tierra las posibilidades de desarrollo que parten de Cabo Rojo, se extienden a todo Pedernales y abarcan toda la Región Enriquillo.