La provincia Pedernales hace frontera al este con su par Barahona. 126 kilómetros distan entre la ciudad Pedernales y su par Santa Cruz de Barahona.
Pedernales fue elevada a provincia hace 66 años mediante la Ley 4815 del 17 de diciembre de 1957, que la deslindó del municipio Enriquillo, provincia Barahona, creada el 9 de septiembre de 1907 por la Ley 4803; es decir, hace 117 años.
Ha pasado medio siglo y seis años desde aquel ordenamiento legal, pero Pedernales no termina de zafarse de muchas ataduras respecto de Barahona. Y una de ellas, vital, es la carretera interprovincial. La única para entrar y salir de esta comunidad del final del sudoeste dominicano, en la frontera dominico-haitiana. Inaudito.
La vía es un manojo de curvas y cuestas cerradas sin peraltes que sólo hallan justificación en una agrimensura basada en la ruta de vacas y chivos de pasto libre y burros cimarrones. Serpentea con escasas señales parte del litoral del mar Caribe, a ratos al pie de sierra Baoruco, y bordea el norte del parque nacional Jaragua. Un espectáculo gratuito de la naturaleza durante 126 kilómetros de altos riesgos de siniestros viales.
Un peligro público que, como si fuera poco, suma al riesgo el cruceteo recurrente nunca atendido de animales ambulantes en cualquier tramo, a cualquier hora y “policías acostados” a granel.
Un desafío de cuatro horas, ida y vuelta, para los viajeros, incluidos turistas. Tiempo que en cualquier momento se vuelve impredecible; unas veces a causa de protestas comunitarias; otras, por derrumbes, como los de La Ciénaga, entre Barahona y su municipio Paraíso, que la mala ingeniería se ha encargado de agravar con remociones de terreno improvisadas y parches de relumbrón.
La distancia entre Barahona y Enriquillo es de 49 kilómetros. La solución vial, en proceso desde la gestión del presidente Danilo Medina, se limita a mejorar algunas curvas y al bacheo. Como van las cosas, seguirá siendo estrecha; la ampliación será apenas perceptible. Los trabajos van a cuentagotas y muchos reductores de velocidad injustificados (policías acostados), del semillero plantado, han sido restablecidos.
El tramo Enriquillo-Oviedo-ciudad Pedernales, 74 kilómetros, ha sido intervenido por la actual gestión de Luis Abinader.
El mandatario dispuso hace tres años la ampliación y eliminación de al menos 70 curvas, en el marco del proyecto de desarrollo turístico. Comenzaron, pero el lentísimo ritmo en el proceso constructivo induce desesperanza en los provincianos. No se le ve final. El ejecutivo debería “empatalonarse”, pedir cuentas, proveer recursos, exigir plazos de terminación y anunciarlo al país.
La espera por una carretera de calidad es vieja. A inicios de septiembre de 1966, el senador del Partido Revolucionario Dominicano por Pedernales, Pablo Rafael Casimiro Castro, informó que el Ministerio de Obras Públicas se aprestaba a comenzar la construcción de la carretera Oviedo-Pedernales, 50 kilómetros, de acuerdo a la información que le había ofrecido el ministro Luis Mauricio Bogaert. Dijo que el funcionario haría primero un viaje de inspección.
Bogaert le dijo a Castro, según reseña El Caribe del 3 de septiembre de ese año, que la obra sería una tarea combinada con la minera Alcoa Exploration Companny, la cual proveería el material de afirmado. El fogoso senador y profesor recordó en la ocasión que Pedernales es la única provincia sin vías de comunicación con los demás pueblos.
Sea lo que sea, Pedernales urge una vía alterna a la que lleva a Barahona, sin la cual sería un contrasentido el discurso sobre desarrollo turístico.
Es el tramo Aceitillar-Puerto Escondido de Duvergé, a través del parque nacional Baoruco. Son sólo 56 kilómetros para la conexión con las otras provincias de la empobrecida región Enriquillo (Independencia, Baouruco, Barahona); sobre todo, con el municipio Duvergé, de Independencia, casa de las familias fundadoras de la colonia en sabana Juan López, nombre de un capitán de la corbeta de la Marina de Guerra que en 1889 remontó el río Pedernales, vio la llanura y la designó con su nombre.
El Gobierno la ha prometido desde 1938. El periódico Listín Diario del 4 de abril de ese año, en su editorial “La nueva carretera Barahona-Cabral” contiene una referencia clara sobre la importancia de la conexión de Pedernales con Puerto Escondido.
Resalta la reciente inauguración de la carretera San Francisco de Macorís-Villa Rivas y la presente vía Barahona-Cabral, ramal que se desprende de la carretera Azua-Barahona, “cuya construcción está ya adelantadísima”.
El editorial el rotativo: “Esta carretera Barahona-Cabral es sólo un tramo -el primero- de lo que será un día carretera Barahona-Cabral-Duvergé-Pedernales, la cual, con la pequeña añadidura de la carretera Barahona-Enriquillo, que ya está proyectada, y con el complemento de los caminos vecinales que comunican entre sí a las poblaciones que, con un poco de buena voluntad, podríamos considerar ribereñas del Lago Enriquillo, integrará el sistema de comunicaciones interprovinciales barahoneras”.
Desde entonces han pasado 86 años. El presidente actual ha prometido esa obra varias veces desde su llegada a Palacio el 16 de agosto de 2020. Termina su cuatrienio y está en modo repostulación. Pero la voluntad respecto de ese tema debería expresarse ya en acciones.
Es injusto que los pedernalenses, para viajar hacia la capital, sigamos sujetos a inesperados bloqueos de la carretera hacia Barahona, ya por protestas comunitarias o de sindicatos, ya por aludes.
La carretera por la sierra es muy importante, además, por otras razones: condición estratégica de esa provincia fronteriza, necesidad de acercamiento con el pueblo fundador (Duvergé) y provincias del área, mayor actividad económica, reducción del tiempo de viaje, menos riesgos de siniestros de tránsito por la calidad de la vía desde Cabo Rojo hasta Aceitillar y mejores accesos para el turismo de naturaleza al que se aspira.