Entre Felucho Jiménez y Francisco Javier García, los eternos ministros de Turismo de los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, no se sabe quién anunció más la llegada del progreso y el desarrollo a la fronteriza provincia Pedernales a través de la industria turística. Y nada lograron. Tal vez porque su identificación con la zona es del tamaño de un mime.

Los influyentes del Comité Político y empresarios inmobiliarios se van este 16 de agosto de 2020 sin argumentos justificativos de su inercia.

El largo proceso legal para recuperar las tierras con vocación turística robadas al Estado, no impedía la ejecución de infraestructuras vitales para atraer a los inversores. Con ellas, avanzaban el proceso y aminoraban el profundo desempleo en la provincia.

La carretera Barahona-Pedernales sigue siendo el mismo trillo centenario de 124 kilómetros, que serpentea el Baoruco y desafía desde lo alto al mar Caribe, sin la mínima seguridad. Habían prometido una joya de carretera. Ha sido ampliada en diez kilómetros desde Barahona hasta Ciénaga y, en víspera de las elecciones congresuales y presidenciales del 5 de julio, estaba a tiro de capa asfáltica. Justo hasta donde levantan el majestuoso complejo turístico Perla del Sur del excandidato presidencial oficialista, Gonzalo Castillo, y sus socios.

La comunicación vial con la paradisíaca playa Bahía de las Águilas y lo costoso de pernoctar allá son una invitación al desencanto.

La playa Cabo Rojo, antes una delicia con balneario incluido, luce arruinada. El aeródromo que usaba la minera estadounidense Alcoa Exploration Company no salía de sus bocas. Decían que sería convertido en un gran aeropuerto; igual cantaleteaban sobre la transformación del puerto que desde finales de los años 40 fue testigo de la exportación de millones de toneladas de bauxita y otros minerales, exprimidos a Las Mercedes y Aceitillar, en lo alto del ahora parque Baoruco.

El acueducto es un fracaso. Es intermitente, no suple agua permanente y de calidad a la población. ¿De dónde se abastecería el turismo?

La playa local, que sería hermoseada con un “moderno malecón”, sigue ahí, esperando, por ver las caras del engaño.

Entretanto, el “maleconcito”, una especie de recodo construido por la alcaldía, es un sitio para el ocio y capear las penas, pero también para el desenfreno amoroso con el alcohol y el cigarro como alicientes.    

El jueves 13 de mayo de 2016, víspera de las elecciones presidenciales que ganaría Danilo Medina con un 62%, el ingeniero Ramón Pepín, jefe de gabinete de Obras Públicas, en representación del ministro  Castillo y por orden del presidente Medina, bajo estruendosos aplausos y con un picazo sobre una montañita de arena, dejó iniciada la construcción del “corredor de Pedernales para viabilizar el desarrollo turístico”.

Incluía: malecón, locales comerciales, áreas de pesca, canchas deportivas, remozamiento del aeródromo hasta convertirlo en aeropuerto, con una terminal, ampliación de la pista y la carretera de entrada y salida. Allí prometió que serían construidas las vías de acceso a las playas Cabo Rojo y Bahía de las Águilas. Dijo que “el presidente Medina quiere que Pedernales sea el santuario del turismo ecológico”.

Ante Ramón Pepín estaban, avalando el discurso: el gobernador Cruz Adam Heredia, el senador Dioni Sánchez, el Diputado José Díaz, el alcalde Minguito Féliz y el cónsul en Anse -a- Pitre, Máximo Féliz.  Pepín es ahora el ministro de Obras Públicas. Sustituyó a Gonzalo Castillo cuando éste oficializó su candidatura presidencial con la santificación de Medina. Perdió en primera vuelta de Luis Abinader (PRM y aliados).

COMO PERICO EN LA ESTACA

Pocos pueblos han probado más el desengaño que Pedernales. Cada día más, sin embargo, su gente se aleja de la rebeldía que debe de adornar a quienes les niegan sus derechos.

El 27 de febrero de 2015, en la rendición de cuentas al Congreso, el presidente Medina anunciaba en tono estridente: “Ha llegado la hora del sur”. Citaba proyectos que abarcarían Pedernales y otras zonas del “sur profundo”.

Uno de los múltiples gritos de “Ha llegado la hora del sur” lo exclamó en julio de 2018 el propio ministro de Turismo. Elogiaba el proyecto Perla del Sur, de GC, y adelantaba que en septiembre iría a la feria turística Top Resa para reunirse con representantes de una de las empresas más importantes de Francia interesada en realizar vuelos desde París y otras ciudades de Europa hacia Barahona.

Antes, ese funcionario había anunciado varias veces el inicio de proyectos de miles de habitaciones hoteleras en Pedernales por parte de inversores españoles, canadienses y franceses. Los pedernalenses esperan aún el primer cuartito. Los han planchado. Esperan ahora probar suerte con un nuevo ministro de Turismo llamado David Collado.

DE ÚLTIMO MINUTO

La urgencia ahora, allá, es la epidemia provocada por el SARS-CoV-2. Ya saben que mata y no mira edad. Y hay que sobrevivir primero.

Tres hombres positivos a la enfermedad por coronavirus (COVID-19) han fallecido en el pueblo durante las últimas dos semanas.

Se complicaron sus pulmones, pero el nosocomio carece de ventiladores, medicamentos de alto costo y del expertise para atender pacientes graves y críticos, y los refiere al regional Jaime Mota, de Barahona, en un vehículo sin las mínimas condiciones (no hay ambulancia equipada), dos horas, por la misma carretera endiablada. Se mueren en el camino.

En esta provincia fronteriza los casos positivos confirmados rondan los 200, pero esa es una cifra muy conservadora. Mínima la cantidad de pruebas, mínimos los controles de la autoridad para obligar a cumplir el sano distanciamiento y el uso de las mascarillas. Nula la atención de Salud Pública, desde marzo, cuando esta columna le rogó establecer un real cerco epidemiológico para, al menos, evitar una explosión de positivos y muertes como sucede ahora en medio de tantas precariedades en los servicios.

¿Qué más se necesita para una intervención integral?

Si el próximo gobierno se conduele, actuará desde la misma toma posesión. Eso se espera, pero, por favor, que sea creativo y  destierre para siempre del vocabulario oficialista la azarosa frase: “Ha llegado la hora del sur”. En Pedernales sabe a retama.