Recientemente inició el mes de febrero, denominado el mes de la patria, se conmemora nuestra Independencia y se reconoce a nuestros padres de la patria, Juan Pablo Duarte, Ramon Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez junto a muchas mujeres como;  María Trinidad Sánchez, Juana Saltitopa, Josefa Brea, Rosa Duarte, Baltasara De los Reyes, Concepción Bona, entre otras.

La reconstrucción del proceso que se desarrolló en el país hasta llegar a la declaración de la independencia supone la mirada a una serie de actividades culturales donde desde las artes dramáticas, el teatro, la música, la pintura en las calles y barrios jugaron un papel predominante. Estas disciplinas se utilizaron como herramientas para organizar, sensibilizar y crear conciencia en la población sobre sus derechos como dominicanos y dominicanas y empoderarla sobre la importancia de la libertad, la autonomía y la independencia como valores democráticos fundamentales para construir una nación. La trinitaria como organización del proceso independentista se sustentó en la gestión cultural para generar cambios en el imaginario cultural de la población hacia el sentido de ser nación.

Todo el grupo de personas que junto a los padres y las madres de la patria (señaladas) se dedicaron a la creación de conciencia sobre  nuestra independencia fueron gestores y gestoras culturales que aprovechaban las relaciones vecinales, comunitarias para fomentar este sentimiento patriótico.

Esta labor continua a través del tiempo. Muchas personas en las comunidades y localidades del país se dedican de forma voluntaria a sensibilizar a la población desde la niñez sobre nuestras manifestaciones identitarias, ancestrales, vinculadas a nuestras raíces identitarias afrodescendientes con valores democráticos desde la creatividad y la libertad.

Un grupo importante de gestores y gestoras culturales desarrollan esa labor silente. Ubicados en las comunidades transmitiendo las practicas alimentarias, costumbres, ritmos, danza, toque de instrumentos, canto y baile en la población infantil y adolescente han logrado dar cuerpo a nuestra identidad y generar un fuerte arraigo social y cultural en las comunidades desde el anonimato y el trabajo voluntario. Gracias a esta labor se ha logrado transmitir los toques de los distintos instrumentos en los diversos géneros musicales que son parte de nuestra identidad y que se manifiestan en las diferentes regiones del país, igualmente los movimientos de bailes y danzas afrodescendientes en su enseñanza a la niñez y adolescencia en cada uno de las localidades rurales y urbanas.

Muchas de estas personas que son gestores culturales no cuentan con recursos económicos,   equipamientos e instrumentos para ampliar y extender su trabajo en las localidades donde están ubicados. Lamentablemente el Estado Dominicano no ha priorizado la promoción del patriotismo presente en la praxis cultural con una inversión significativa en nuestras manifestaciones identitarias desde el fortalecimiento de la red de gestores culturales que existen en todo el territorio y que requieren de este reconocimiento.

Las celebraciones patrióticas deberían estar sustentadas en el fortalecimiento del legado de nuestros ancestros en las diferentes regiones del país que tiene vida en la cotidianidad de nuestra cultura popular. Se requiere de políticas culturales con suficientes recursos para lograr el fortalecimiento de esta labor encomiable que desarrollan mujeres y hombres construyendo cotidianamente un tejido social y cultural que favorece el sentido de pertenencia y la cohesión social.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY