Una ciudad repleta de historia e historias, para crear recuerdos.
Esa urbe que te engulle y te vomita y te vuelve a tragar, como rumiante pastando. La que te enceguece con sus luces y de cuyas sombras surge la magia.
Santo Domingo, cuyo corazón palpita, se agita y se infarta, siempre a ritmo de merengue, bachata y dembow. Solo piensa en el tráfico que discurre por sus venas.
Son tantos los atascos que en distintos lugares tiene un paro, un síncope, un ataque.
Y es tan buena esta ciudad que de la nada se desata el nudo y la vida sigue desparramándose, a ritmo de maracas, en la sonrisa de los pedigüeños, el truño de los que llegan tarde o el reclamo de quienes se tiran a la calle por los obstáculos en las aceras.
Yo lo veo cada día. Tú lo ves y ambos lo sufrimos. Pero, ¡cómo amamos está loca ciudad!
Esta Santo Domingo, la de la serie palito, que quienes tienen que ver no lo hacen porque miran hacia otro lado. La ciudad colapsada, nuestra ciudad que ya no nos pertenece.
No es solo la vibrante Zona Colonial, ni el esplendoroso malecón, el pobre, que parece una larga manta hecha a retazos, según los gustos de cada síndico.
Mi ciudad, que va más allá de la avenida Kennedy, porque para allá arriba sigue siendo mi ciudad, aunque los ediles no se acuerden.
El norte también existe, con sus callejones, con sus domingos de salsa, merengue y son. Con los pregones de sus viandantes, sus niños jugando en las calles porque no tienen parques o sus caóticos mercados.
Más allá del polígono, los Miradores, La Zona y el Malecón, se acumulan las Villas con su gente alegre, las ropas tendidas en los cordeles de los patios y el miedo a salir de noche, porque el miedo se ha hecho un hueco y se ha metido muy adentro. Porque también la desconfianza nos arropa: no creemos en quienes nos deberían cuidar.
Quiero rescatar mi ciudad. Que vuelva a ser de todos y todas. Que los emprendimientos sigan moviendo la economía y contribuyan al crecimiento y desarrollo de las comunidades, pero sin que en el trayecto se nos arrebaten los espacios públicos.
Acompáñame en la tarea de que Santo Domingo vuelva a ser la ciudad de la que todos estemos orgullosos, para invitar a los amigos y amigas que hacemos en las redes sociales a que vengan a disfrutarla y construyan también lindos recuerdos.
Hagamos que cada reel, cada twit, cada publicación en tik tok deje a muchos por allá afuera con la boca abierta y queriendo ver más. Que quieran vivirla con nosotros.
Hagamos que la frase MI CIUDAD adquiera un nuevo sentido. Vamos a ponerle PASION, el deseo de cuidar con amor y alegría. Te invito hacer de SANTO DOMINGO una ciudad donde vivamos más y mejor.