Sin lugar a dudas, a partir de la reciente elección, el pasado domingo, del síndico de Santiago, Abel Martínez, como candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se configura, más o menos, el escenario político-electoral para el 2024.
Si no hay un cambio brusco, significativo, en el sistema político dominicano y su entorno local o global podemos señalar que el escenario para la batalla electoral por la hegemonía del poder político y la administración del Estado ya está completado y servido en la mesa para los analistas políticos.
Tres candidatos: Luis Abinader, Leonel Fernández y Abel Martínez. Tres partidos: Partido Revolucionario Moderno (PRM), La Fuerza del Pueblo (FP) y, el Partido de la Liberación Nacional (PLD), son los principales líderes e instituciones partidarias que se van a disputar el control del poder político en las elecciones del 2024.
De manera que la intención, en estos artículos, es prepararnos para la batalla electoral e indagar: 1), sobre las personalidades, subjetividades, voluntades, “carismas” y, experiencias de estos tres líderes políticos. 2), sobre las fortalezas y, debilidades de sus instituciones partidarias. 3), sobre el sistema de valores y el uso de las estrategias política-discursivas para impactar a los votantes y, 4) preguntarnos, sobre los que está en juego en el próximo torneo electoral del 2024.
En la actualidad, nos encontramos con un período histórico caracterizado por el apogeo de las tecnologías de la comunicación, las crisis de las ideologías, de las instituciones políticas y, el auge del pragmatismo político. De manera que la política se ha diversificado y, cada día más, pasa de una racionalidad legal-burocrática, a una racionalidad estética-emocional: un espectáculo, un performance, montada en los medios de comunicación, el marketing político que, busca la seducción, donde las imágenes de los líderes políticos han ido adquiriendo un enorme protagonismo.
Los líderes políticos, se han convertidos en las mediaciones entre la esfera pública y la civil, entre el Estado y la sociedad, el partido y sus seguidores. Son los encargados de construir los acuerdos y alianzas con la sociedad civil, grupos empresariales, redes de comunicación y los otros partidos. Los responsables de desarrollar las estrategias discursivas, para seducir y posicionarse en las preferencias electorales de los ciudadanos dominicanos.
En ese sentido, sin pretender ser riguroso y exhaustivo, en este primer artículo, nos interesa indagar sobre la trayectoria de Luis Abinader. Lo primero es que viene de una familia política-empresarial, con formación y valores liberales, de la clase alta, educado en universidades extranjeras. Con una personalidad informal, abierta al diálogo, al reconocimiento y comunicación con los otros.
En su trayectoria, como presidente de la República Dominicana, ha tenido que hacer frente a una serie de contingencias económicas, como consecuencias de la pandemia de la COVID y la crisis de Ucrania. A su favor se puede decir que ha demostrado una extraordinaria capacidad de trabajo, haciendo posible una rápida recuperación económica y la eficientización de la administración pública. Y, sobre todo, bajo su liderazgo ha demostrado un compromiso por la independencia del Ministerio Público, la Cámara de Cuentas y una lucha en contra de la cultura política patrimonialista, de la corrupción y la impunidad, predominante en el sistema político dominicano.
En términos de soporte institucional-partidario, Luis Abinader viene del PRM, partido político producto de la división del PRD, por tanto “heredero” de una cultura partidaria de luchas de grupos, facciones, tendencias, divisiones y permanentes conflictos que dificultan la unidad y la fortaleza interna de ese partido, haciéndolo más vulnerable frente a sus competidores electorales.
Por primera vez, para las elecciones del 2024, el PRM, se va a enfrentar a la paradoja de su condición de Partido-gobierno: por un lado, va a disponer de una enorme capacidad de negociar y movilizar recursos públicos para su reelección y, por el otro, deberá enfrentar: 1), las precariedades e incertidumbres que han producidos las crisis económicas en la población dominicana, 2), la inconformidad de sus seguidores y, 3), la pérdida de apoyo de algunos sectores de la sociedad civil y, movimientos sociales progresistas.
El PRM y Luís Abinader, como líder y partido de oposición, defendieron una agenda progresista, que hizo posible que llegarán al poder apoyado por los movimientos sociales: feministas, ecologistas, marcha verde, plaza de la bandera y, sectores progresistas de la sociedad dominicana. Sin embargo, a dos años de gobierno, con excepción de las luchas contra la corrupción y el respeto por la autonomía del Ministerio Público, parece ser que el PRM y Luís Abinader, han abandonados la agenda de los derechos sociales de los trabajadores, las mujeres, y las minorías culturales, incrementando las incertidumbres y, la falta de confianza de los movimientos sociales y los ciudadanos progresistas en su gestión de gobierno.