Hemos estado hablando de cambios, reconociendo que muchas cosas necesitan ser mejoradas. Ahora vamos a presentar algunos de los puntos que consideramos fundamentales para que logremos un futuro verdaderamente sostenible.
La higiene ayuda a mantener nuestros cuerpos en condiciones sanas para vivir, pero necesitamos también una higiene mental para un desenvolvimiento adecuado de nuestra mente. No podemos permitirnos los pensamientos tóxicos. La libertad de expresión es indudablemente positiva, pero como todo instrumento, puede prestarse al mal uso, y hoy en día, muchas personas que son capaces de transmitir sólo basura, tienen el derecho de saturarnos con conceptos altamente nocivos, por lo que necesitamos fortalecer los filtros, criterios o valores, para limitar el daño de infiltrar esa especie de “virus” mentales en la conciencia de nuestros pueblos. A diferencia de los animales que mantienen principalmente una conducta instintiva, nosotros actuamos acordes a nuestro marco conceptual y un pueblo saturado con ideas tóxicas no puede ser un lugar agradable para vivir. Especialmente debemos evitar la visión negativa, pesimista y sin esperanzas.
Nuestros verdaderos límites son nuestros valores, aunque a falta de ellos, ayuda: la policía, castigos, multas, represalias, aislamiento o marginación, etc. Si menospreciamos: la Fe, las tradiciones sociales, la autoridad parental y de los maestros, la moral y cívica, la filantropía, etc., ¿dónde apoyaremos los valores que impedirían que nos matemos los unos a los otros? La creencia de que “nadie se dará cuenta”, posibilita la ejecución de actos repugnantes con la esperanza del anonimato. Algunos dirán que, podemos apoyar nuestros valores humanos en la Ciencia, pero la Ciencia no necesariamente busca el bien común y no a todos les interesa. La Ciencia nos ha dado muchos beneficios, pero también las mayores amenazas para el Planeta.
Aprendimos a no molestar a otros para no pagar las consecuencias. En caso de que quien se enfade sea Dios, nos enseñaron técnicas para hacer que nos perdone. Pero el pecado de por sí es muerte sin necesidad de que Dios o alguien más se enfurezca, por ejemplo, si peco de gula comiendo demasiado, yo mismo me estoy destruyendo, aunque nadie venga a castigarme. Los trastornos que producimos cuando violamos reglas universales, tienen consecuencias para nosotros y los nuestros.
El tener ventajas sobre los demás nos hace creer que somos especiales, siendo un paradigma muy tóxico. Está bien que yo quiera ser especial, pero debiera ser por mis méritos y no por mis privilegios. Los privilegios inmerecidos molestan a los demás y destruyen al que los tenga.
Ojo por ojo. Seguimos aplicando esa vieja práctica. Si alguien me hace algo despreciable, podría considerarlo una escoria humana, pero si hago lo mismo como venganza, me rebajo a su nivel. Sin aprender lo anterior, nunca desaparecerán las guerras.
“Tu problema es terrible pero no es mi problema”. Solemos pensar así, aunque no lo digamos, pero así no podemos consolidar la unión requerida para la globalización, condición indispensable para la civilización futura. La demagogia permite aparentar, pero no asegura sostenibilidad.
“Espero que alguien haga algo”. Descubrir que algo anda mal, podría ser el aviso, de que debes hacer algo, esperar que lo haga otro podría ser cobardía o irresponsabilidad.
Se nos dijo que dando es como recibimos, si recuerdas las veces que dando algo has alegrado a alguien, podrás entenderlo mejor. La capacidad de dar es indispensable para la reciprocidad que necesita la humanidad, quien sólo sabe recibir no es parte de la solución sino del problema.
El placer ante todo. Es uno de los paradigmas de moda. Hay vías rápidas al placer, como: alcohol, pornografía, sexo prohibido, juego, drogas, desenfreno, entre otras. Ejercitarse al inicio, podría no parecer placentero, pero el placer que logras con tu esfuerzo es muy superior y estable. Comprar placer a prostitutas profesionales o aficionadas, podría parecer más placentero que lograr una buena relación de pareja, pero no elimina tu vacío interior.
Hablar por hablar. Nuestras palabras debieran decir algo y no ser simples ecos de otros. Hablas mejor cuando escuchas primero. Necesitamos la comunicación asertiva en la que puedas decir lo verdaderamente conveniente. Es importante que nuestras palabras sean mejores que nuestro silencio.
Soñamos con desarrollar máquinas que nos reemplacen, haciendo que nosotros seamos obsoletos, pero debiéramos aprovechar que las máquinas nos están relevando de aspectos mecánicos y rutinarios de nuestra existencia, para desarrollar facultades humanas más complejas, estancarnos no nos sirve.
Nuestra especie actualmente tiene una autoestima muy baja, sentimos que nos hemos defraudado a nosotros mismos, por lo que hemos detenido nuestro desarrollo y estamos concentrados en aspectos externos. Hemos puesto nuestra esperanza en las cosas y no en la Persona. Sin embargo, la tecnología ha favorecido que las neurociencias nos den las pautas para conocer y desarrollar nuestro potencial, aunque estamos distraídos y desmotivados, el “Conócete a ti mismo”, si te lo propones, hoy es más fácil que ayer.