Si nos preguntaran cuál es nuestra principal meta en la vida, las respuestas obtenidas podrían ser muy diversas, pero en realidad todos tenemos una sola: ser felices.
El que nuestro cuerpo esté funcionando bien contribuye a que nos sintamos felices, así en nuestro sistema nervioso estaríamos liberando de forma equilibrada neurotransmisores como la serotonina y la oxitocina, que nos hacen experimentar sensaciones placenteras. A nivel mental, pensamientos y emociones agradables son los que tenemos cuando estamos contentos. Como sabemos hay experiencias que contribuyen a provocar esas sensaciones, pero su impacto en nosotros va a depender de cómo las interpretemos (Carl Rodgers, Albert Ellis). Por ejemplo, el Día de Reyes un niño reaccionará muy diferente viendo una bicicleta en una tienda que, si la viera en la sala de su casa y normalmente un beso suele ser una grata experiencia, no así el beso de Judas. Los elementos externos tanto como los internos son determinantes en el impacto final que los eventos produzcan en nosotros y estamos aprendiendo cada vez más la importancia de los internos.
En la actualidad solemos observar un hedonismo a ultranza o una desesperada búsqueda del placer, la consideración de que lo único importante es gozar (libertinismo). El filósofo Epicuro (341-279 A.C) fue muy criticado porque defendió el hedonismo, pero, aunque dijimos que todos buscamos el placer, los seres superiores lo buscan de forma superior y Epicuro realmente defendió un hedonismo racional no animal. Recordemos que la tendencia salvaje o infantil del hombre, lo mueve a satisfacer sus deseos o necesidades sin medir consecuencias, pero de alguna forma, en la medida en que se desarrolla la inteligencia y luego la sabiduría, se adquiere la capacidad de evitar algunas acciones que, aunque luzcan momentáneamente atractivas pueden conllevar graves consecuencias.
Es inmadurez sentarse a esperar que lleguen las condiciones de vida perfectas, y madurez, el adaptarse de la mejor forma posible a la propia realidad.
Nuestra necesidad de placer puede ser insaciable, así podríamos comer hasta enfermarnos, buscar el dinero con tanto afán que sacrifiquemos nuestra calidad de vida, consumir tanta droga que nos mate una sobredosis, etc. Puede encantarte el dulce, pero si exageras no sería grato porque te empalaga, de igual forma, lo que te gusta, en exceso, podría ser muy desagradable.
En la película La Vida es Bella vemos un judío llevado a un campo de concentración junto a su hijo, aunque es ficción, vemos que, pese a ser unos de los peores escenarios en que podría estar un padre, él busca afanosamente la manera de que su hijo no sufra y se mantenga alegre. El amor te da la capacidad de esforzarte por hacer feliz a los demás y en la medida en que lo haces, alcanzas niveles de gratificación que difícilmente lograrías de otra forma. Tener hijos supone incomodidades del embarazo, gastos, sacrificios, preocupaciones, temores, etc., pero una madre suele considerar que su hijo es el principal motivo de su felicidad.
El mismo atardecer que deleita al poeta es el que el comerciante ignora mientras está contando sus ganancias del día.
El amor es esa placentera sensación, gratos pensamientos y emociones positivas que se producen al relacionarte con lo amado. Cuando verdaderamente amas a alguien puedes sentir sus sentimientos. Si amas tu mundo, tu existencia será más feliz que si lo odias.
Liberamos adrenalina con las emociones intensas, pero cuando estamos serenos, nuestro cuerpo se relaja y se producen algunos fenómenos gratificantes y necesarios para nuestra salud tanto física como mental. Por lo que una vida excitante, pero sin períodos de relajación, podría ser nuestra causa de muerte. Para que el cuerpo sea sano, en unos momentos necesita someterse a esfuerzos o excitación y en otros debe descansar o relajarse. Una pieza musical con melodías constantes, pero sin pausas o silencios, sería un molesto ruido.
Somos como el río que necesita fluir y al igual que él, al estancarnos tendemos a corrompernos y desaparecer. La esperanza nos abre un horizonte hacia donde nuestra mente podría fluir, mientras que en la depresión dejamos de ver el camino.
Para ser verdaderamente feliz necesitas equilibrar lo que quieres, puedes y debes. Los descontroles pueden parecer atractivos, pero a veces tienen un alto costo. Fluimos con altas y bajas, la inteligencia emocional permite adaptarse de forma armónica a los vaivenes de la existencia.
Debes disfrutar cuando hagas planes, al caminar hacia tus metas, cuando las logres y cuando recuerdes que las lograste. Es necesario reconciliarnos con nuestro pasado, poder disfrutar nuestro presente y entusiasmarnos con nuestro futuro.
Es difícil imaginar el placer que sientes cuando contribuyes a lograr un mundo mejor, pudiendo experimentar una sensación de integración positiva con el Universo. Eres una estrella que cuando se descubre a sí misma y se libera de sus ataduras, logra brillar con toda su intensidad. Así lo harás en tu momento.