“El mundo sin literatura sería un mundo sin deseos, sin ideales, ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños…”, afirmó Mario Vargas Llosa en diciembre de 2010, en su discurso en La Academia Sueca, a pocas horas de recibir el premio Nobel de Literatura. Galardón, sin duda, muy merecido para quien en La fiesta del chivo trazó un memorable retrato de nuestro pasado más oscuro.

Nuccio Ordine, profesor de Literatura Italiana en la Universidad de Calabria, cita estas palabras del escritor peruano en su magnífico ensayo La utilidad de lo inútil, en el que realiza un sugerente recorrido a través de la historia cultural de la humanidad, desde Ovidio a Federico García Lorca o desde Petrarca a Shakespeare. Ordine es un intelectual consciente del valor de los saberes humanísticos y, de una manera irónica, escribe sobre el concepto de “saber” que sustenta la base de todo pensamiento que nos acompaña para poder ser mejores y su relación con el día a día en la sociedad de la inmediatez y del utilitarismo en que vivimos. Asimismo, pone de relieve que en nuestro mundo de hoy pareciera que todo lo que poseemos o hacemos debe tener un beneficio productivo inmediato (o casi) o, de lo contrario, es inútil. Por tanto, podemos preguntarnos si es posible destinar esfuerzos o fondos al conocimiento o a la cultura en ámbitos que no generan un enriquecimiento económico…

En las últimas décadas, en muchos países las disciplinas humanísticas han retrocedido de manera muy preocupante en los programas educativos, en las prioridades de las autoridades. “La desaparición programada de los clásicos”, escribe Ordine. Hoy en España un joven puede llegar a la universidad sin haber estudiado jamás Latín si opta por el itinerario de Ciencias. Son materias, como también la Filosofía, consideradas “inútiles” por muchos… y, sin embargo, son las que nos ilustran sobre el origen de nuestro idioma y de nuestra cultura o nos recuerdan las preguntas esenciales que el ser humano se ha planteado a lo largo de la Historia. También son ramas del conocimiento, como igualmente la Literatura o la Historia, que nos permiten rebelarnos contra “la barbarie de lo útil”, en palabras del profesor Ordine.

La lectura, la cultura, el conocimiento, en definitiva, son herramientas indispensables para formarnos un pensamiento crítico que nos hará ser más solidarios y comprometidos ante la sociedad en que vivimos. Valores tal vez despreciados por el utilitarismo en boga, pero imprescindibles para el desarrollo de la democracia, la justicia, la igualdad o la tolerancia y la búsqueda del bien común.

Nuccio Ordine defiende que es posible un cambio en el modelo de enseñanza y, de manera magistral, postula la calma y el sosiego en el aprendizaje para consolidar los conocimientos. Posiblemente, desde esta perspectiva, la transformación del modelo educativo llevaría a la transformación de la sociedad.

Los profesionales adquirimos conocimientos y habilidades formativas enfocadas a materias muy particulares, cada vez más especializados, para luego insertarnos en el mundo laboral y vivir de nuestra formación. Pero, más allá de los requisitos y exigencias de nuestra profesión, tenemos la opción de adquirir un conocimiento que nos convertirá en ciudadanos libres y críticos, capaces de tener un pensamiento propio, más allá de los tópicos y las manipulaciones que nos amenazan. El conocimiento, como escribe Ordine, jamás será inútil.