Creo que quedamos unos cuantos que rememoramos, aunque no lo hayamos vivido en todo el sentido, esos famosos años sesenta y ochenta del siglo pasado donde el ir y venir de autores con sus canciones impacientes trataban de recoger en sus arpegios las lágrimas y dolor de un pueblo atribulado.
Cada día se producía el estreno de una libreta nueva para anotar las letras que provocaran la sensación de sentirse incapaz de perder la ilusión. Era el canto valiente, atrevido y romántico que nos acostumbró a reservar en el calendario íntimo los deseos de un amor prohibido o patria libre, democrática, sin dictadura ni represiones.
La juventud de mi generación no había nacido, pero crecimos escuchando esas canciones y sus historias como cosa natural en una época donde ya desaparecían o entraban en crisis los ideales, seguíamos escuchando esas canciones que la radio se encargaba con temor de lanzar al viento y que acompañaban el espíritu contestatario de la época en el diario vivir.
Pero cada época tiene sus cosas y sus cantos. Se ha banalizado todo, se vació de sentido las letras aprovechando el desencanto de las luchas para hacernos creer que perdimos el tiempo, que de nada sirve luchar porque las cosas seguirán igual.
Es la generación del dembow y el mambo con letras ofensivas a las mujeres, con modas importadas y una sociedad sin crítica ni reflexión donde tienen éxito quienes menos sentido incluyan en sus letras.
Por eso llama la atención que los últimos tres temas que se han convertido en virales tienen una connotación morbosa con alusión al sexo, no con la dureza de Tokischa, pero sí con la suficiente información en sus letras para decir lo que nadie duda.
El primero es el que tiene vaca que lo interpreta una persona conocida como Miguel el artista. Las letras dicen: “el que tiene vaca, le eterica el cuero, como yo no tengo, me eterico el g…” y por ahí continúa con una serie de letras explícitas.
El segundo es una adaptación que hiciera el Rubio del Acordeón de un corrido mexicano llamado Mariela que dice: “como yo soy abogado a mi oficina llegó Mariela que si marido la había golpeado y quería que preso se lo metiera. Y yo le dije a Mariela eso te cuesta 2,500, si usted lo quiere ver preso esta misma noche lo tiene adentro”.
El tercero es un tema que hace un tiempo lo grabó un bachatero llamado Andy Peña y que ahora lo ha popularizado una artista típica llamada Nely Swing y dice: “Papi si tú me amas, hazme como el perro bebe agua, papi papi tú sabes que me encanta que me hagas como el perro bebe agua, blu blu blu blu blu” esto se hace simulando mover la lengua en una abierta alusión al sexo oral.
Hoy, la música es una industria donde cada artista que sale a escena busca hechizar al público en base al gozo y nada más y aquellas canciones que invitaban a la acción social más que al sexo y la violencia han sido sustituidas porque la desmemoria inducida las ha sepultado.
Así desaparecieron aquellas canciones que nos incitaban a pedir prestado un “color para pintar la vida” que sólo tiene sitio en nuestra paleta única y aparecieron las que nos desmotivan a seguir pintando sueños y para que no se tilde de absolutismo esta afirmación soy capaz de reconocer que “con algunas excepciones”.