En la tranquilidad de los domingos, me gusta escribir. Surgen temas que me inspiran y encontré uno: “Los papeles”. Una coincidencia, pues el sábado estuve en la “Cuesta Centro del Libro” para consumir mis créditos en libros, promoción muy acertada para el Día de las Madres. En la segunda planta, vi un libro voluminoso intitulado “Papel, páginas a través de la Historial” de Mark Kurlansky. Resulta ser un excelente libro, con una inmensa cultura general. El autor es un autor Best Seller del New York Times, y corresponsal en el extranjero para varios medios tales como Herald Tribune, The Chicago Tribune, entre otros.  Decidí tratar de NO leer para no influenciarme, pero cómo no hojear un libro nuevo, recién comprado así que, después de varias reflexiones, aporto mis ideas personales sobre este vasto tema.

La primera escritura nació en Mesopotamia. Era cuneiforme, pues era un sistema de cuña sobre piedras o tablas generalmente en arcilla, y era un sistema pictograma. Fue creado por necesidades comerciales, contables, a medida que avanzaba la civilización. Luego llegaron los jeroglíficos de los egipcios, que eran representaciones por medio de dibujos de la vida corriente, acciones. Realmente son tesoros que nos cuentan la vida de los Faraones. Hubo los papiros, que podían ser fragmentos de bambú, o tela de seda, piel de animales o pergaminos. Luego, con los Fenicios, llegó el alfabeto.

Sin estos inventos, no hubiéramos tenido la oportunidad de aprender de estas civilizaciones tan antiguas. Luego Gutenberg nos dio un aporte maravillo “la imprenta” y por lo tanto fue el inicio del libro impreso. El primero libro fue “La Biblia” publicado por Gutenberg”.

Pero, volviendo al tema principal, los papeles. Le damos a veces a esta hoja suelta un nombre peyorativo “Papel”, sin embargo, puede ser un acta de nacimiento, que es el inicio de nuestra vida plasmado en un documento. En el año 1907, el pasaporte dominicano era una hoja manuscrita, era más bien una autorización para viajar o una carta de ruta. Muchos dirán: nos llenamos de papeles y más papeles, sin darles un justo valor. En hojas sueltas, escritos, manuscritos, notas en cuadernos, todo bien conservado por los descendientes, se pudo hacer nuevas biografías, nuevos libros de escritores post mortem que no tuvieron la oportunidad de publicarse. Un ejemplo es un libro de Hemingway que se publicó 60 años después de su muerte. Después de las revoluciones o en tiempo de guerra, muchas cartas, o relatos escritos a mano, con una escritura a veces temblorosa por las circunstancias de miedo, aparecieron y pudieron ser publicados. Un ejemplo flagrante es el Diario de Ann Frank, una adolescente judía escondida con su familia en Holanda, albergada por una pareja perteneciente a la resistencia. Después de haber sido arrestada con su familia y enviada al campo de concentración, nunca regresó, pero existió y su diario fue publicado por el único sobreviviente, su papá. Un papel puede contener un mensaje para la posteridad. Un ejemplo de ello: un marinero cuando sentía que su embarcación se estaba hundiendo y que no iba a sobrevivir al naufragio, mandaba un mensaje dentro de una botella, para que supiera de su muerte, o si estaba en una isla desierta, para señalar que estaba vivo.

En el baúl de los recuerdos, podemos tejer el pasado de nuestros ancestros. Pueden ser documentos de guerra, episodios, pasaportes, salvos conductos militares, experiencias fascinantes cuando uno llega a la madurez o a la vejez. Algunos recortes de periódico de la Segunda Guerra Mundial, así como también algunos panfletos interesantes, me aportaron muchos datos para ilustrarme. Encontré que, en septiembre del 1944, en París, las alcaldías, por circunscripción, se organizaban para mandar un niño por familia (de 2 a 14 años) en colonia de vacaciones, cuando este niño se encontraba débil, desnutrido, anémico. No pensaba que, en una época de guerra, existían tales colonias de vacaciones. En París había servicios sociales con delegados, centros de acogidas; organización de puestos de distribución de leche no descremada para los niños de 0 a 9 meses que se traía directamente del campo. De 9 meses a 3 años se distribuía un poco de leche condensada ya que los alemanes se llevaron una gran parte de las latas; a partir de los 3 años, no aparecía leche o era sumamente escasa. Se formó un comité de la resistencia de médicos departamentales. Es decir, los panfletos clandestinos ayudaban a los franceses a organizarse y a sobrellevar esta guerra.

En una época remota, sobre todo, los notarios tenían que escribir a mano, en páginas numeradas, todos sus actos notariales. Se pasaban horas y horas escribiendo. El escritor Gabino Alfredo Morales, en momento de pesar y de cansancio, publicó en el año 1916 una poesía intitulada “Forense”. Decía, en resumen: “Entre bustos, papeles y libretas, expedientes, infolios, parroquianos, abogados del foro veteranos, se van las horas sin venir pesetas” “Se van poniendo los cabellos canos… se va cansando la pesada vida…" Era una época muy dura, con muy poca ayuda material.

¿Qué pasa ahora con el papel?. Pues ya, en la época moderna, se puede tomar notas directamente en una tableta electrónica y un bolígrafo especial. Es muy práctico para guardar y archivar. Se guardan las notas en “nubes”, que es un sistema de almacenamiento de nuestros datos en Internet. No habrá tantos papeles ya que se quiere simplificar hasta lo administrativo. En Europa, todos los notarios hacen sus actos electrónicamente, y firman las partes de la misma manera. Hace poco bulto y, sobre todo, se puede guardar y archivar. Ahora bien, las futuras generaciones encontrarán en el baúl de los recuerdos discos duros conteniendo escritos, fotos, pero no habrá este olor a papel viejo… ya habrán desaparecidos los papeles.