“Un orden en el que los hombres no sean objetos, sino agentes de su propia historia” (CELAM-Medellín 1968).
El papado de Francisco, ha navegado entre la Iglesia de los ordenados y la iglesia de los bautizados. Los ordenados: papas, cardenales, obispos frailes y sacerdotes han hecho que los vientos y las mareas del poder terrenal, sean los que conduzcan la iglesia, a veces, a otros mares lejos de la construcción del reino de Dios.
El hecho de ser latinoamericano, Francisco, fue la novedad impensable. Su papado no ha estado marcado esencialmente por esta simplicidad. Lo que marca realmente como signo que trasciende es la urgencia de una reforma en la que laicos: mujeres, hombres y jóvenes, son invitados a ser parte de un compromiso pastoral de una iglesia que es pueblo y que es esperanza de un nuevo ser humano y de una nueva iglesia que camina sedienta de paz y amor. Una iglesia que llora e interpreta en el rostro de cada niño, de cada mujer, de cada hombre los horrores de la guerra y la injusticia. Francisco llama a la rebelión contra la guerra.
“Esta compleja realidad sitúa históricamente a los laicos latinoamericanos ante el desafío de un compromiso liberador y humanizante”. En los documentos finales de la II Conferencia de los Obispos Latinoamericanos (CELAM) de 26 de agosto al 6 de septiembre de 1968, en Medellín Colombia, convocada la misma por Pablo VI, marcó su conclusión con el encabezado de este párrafo.
El Papa Pablo VI vio la urgente necesidad de un diálogo de compromiso por la diversidad de realidades en la iglesia latinoamericana y, el compromiso de aplicar las transformaciones de Vaticano II que es el motor que mueve los documentos de Medellín que siguen siendo vigente. No solo nace la preocupación por una iglesia de bautizados en esta II Conferencia de la CELAM: de laicos y seglares, hombres y mujeres. Estuvo marcada, más que todo, por la primera visita del primer Papa, cuya presencia en América Latina dio un aire de esperanza y compromiso.
Los documentos de Medellín en su Reflexión doctrinal sobre la visión cristiana de la paz recogen lo siguiente: “La solidaridad humana no puede realizarse verdaderamente sino en Cristo quien da la Paz que el mundo no puede dar. El amor es el alma de la justicia. El cristiano que trabaja por la justicia social debe cultivar siempre la paz y el amor en su corazón”. El Papa Francisco Además de hacer clara su decisión de que en su corazón apostólico nunca se ha abrigado la más mínima posibilidad de renunciar al papado, hace un llamado de volver sobre los compromisos y las meditaciones teológico pastorales de Medellín. La iglesia de los ordenados ha impuesto un régimen espiritual sobre los bautizados atrapándolos en un sistema de escolarización de la fe, los sacramentos y el diaconado que impide la participación viva del compromiso cristiano y la participación activa de laicos y laicas en las tareas eclesiales en pro de la construcción de un reino de paz y amor.
A días de cumplirse 54 años de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM, 26 de agosto de 1968), Francisco llama a retomar las líneas pastorales de los documentos finales de Medellín (celam II) marcados por el compromiso de una reflexión que “se encaminó hacia la búsqueda de una nueva y más intensa presencia de la iglesia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II” (celam II). A esta Conferencia se invitaron como observadores 11 no católicos, en celam I (1956 Rio de Janeiro) ninguno, Puebla México 5, Santo Domingo 3. La Iglesia de América Latina se cierra y se aleja de las reformas de Vaticano II y de la “búsqueda de una nueva y más intensa presencia de la iglesia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II, CELAM II Medellín”.
El llamado de Francisco de volver a la esencia del cristianismo y a las conclusiones de Medellín tiene tres ejes: el amor de Dios como motor de nuestra alegría, la acogida del prójimo y rebelarse contra la guerra. Los sectores conservadores, jerarcas del Vaticano, que conspiran hasta contra el mismo Dios; celebraron las limitaciones motoras del Papa como preludio del fin de su papado y las reformas de la Iglesia católica. Anunciaron con gozo estos señores, su renuncia y fin del papado.
El papa Francisco ha dicho que nunca ha pensado en renunciar y, que cuando llegue el día viviría fuera de los privilegios del Vaticano.