Una encuesta reciente sobre el embarazo entre adolescentes nos sitúa el primer país en América Latina en ser preñadores de menores. Una noticia poco menos que nos sabe a puro bacalao espacial o a alas de tortuga submarina.

 

Otro buen puesto en uno más de los malos rankings en los que aparecemos bien arriba o bien abajo y de los que parecería que debemos presumir, primeros mundiales en muertes por accidentes de circulación que no son mazorcas asadas en picnic de Villa Altagracia, y en lectura y comprensión, sin  mencionar las matemáticas que no sean de poner precios de productos sobrevaluados también estamos cuello a cuello o mejor dicho nalga a nalga de caballos entre los últimos interpretadores de textos. Parece que así somos y somos así como decía Alicia y los seguiremos siendo for ever si no le damos rápidamente la vuelta a la camisa de valores. En sexo también parece que somos incorregibles.

 

Será por el calor de nuestra órbita solar, el patimongo que hace sudar a mares, las frías que irónicamente van calentando el body, el romito mareante, los raps enajenantes, o el polen de primavera que hace sonar los mocos, las hormonas machas y las feromonas mujeriles se alteran en exceso y con tanta fuerza que bajan antes de tiempo los zippers de las braguetas de los pantalones y los pantys de debajo de las faldas.

 

Claro que la pobreza, la ignorancia, inexperiencia, la seducción, el deseo por puro deseo sexual y la mala intención de los machos alfas, betas, gamma, épsilon y todos los que quepan en el alfabeto griego y dominicano aun cuentan más que los anteriores factores mencionados. Una muchachita de trece, catorce, quimce años con ADN de carencia de nacimiento, de prángana familiar permanente, es tentada por un hombre más mayor con carro deslumbrante, buenas cenas, bailes en discotecas alocadas, regalos en money efectivo, en vestidos y otras zarandajas que acaban en moteles o en uniones libres sin mucha posibilidad de futuro.

 

Presas fáciles de tigres de bengala disfrazados de don Juanes ¡Bájense los pantys! ¡Esto es un atraco sexual en plena regla a niñas que aún no la tienen o comienzan con ella! El panty desciende lentamente, la pistola masculina apuntando al blanco presta a disparar. Después las consecuencias ya bien sabidas, barriga de luna creciente y bebé llorón saliendo del útero y una madre niña o niña madre casi siempre condenada seguir la larga cadena de pobreza familiar. No estudia más. No trabajará hasta mucho después y lo hará en oficios sin futuro. Por si fuera poco con un monito al hombro que cuidar con ayuda de padres y abuelos que aún quedarán más empobrecidos de lo que eran. Todo un cuadro patético tan común y hasta aceptados en barrios marginales y campos del país.

 

Soluciones complejas. Cultura de cuna, cuidado y vigilancia de papá y mamá, enseñanza primaria y secundaria de escuela, campañas prevención de gobiernos o lo que los expertos en la materia sugieran. Acciones difíciles a corto medio y plazo. Algo y mucho habrá que hacer, ahora, mañana, siempre para acabar o reducir los malditos atracadores de pantys, hacedores de barrigas y deshacedores de vidas tempranas.