Orientalismo: crítica y memoria de un desalojo. Viaje forzoso. Genocidio como sistema. ¿Desde cuándo? La Palestina gobernada y oprimida por el imperio romano, el mandato británico de la sociedad de naciones, y la actual situación política impuesta a los territorios ocupaos representa una historia y un empuje direccional, a través de la fuerza hegemónica de USA y Europa. Toda una historiografía crítica, política y cultural concebida por Edward W. Said y sus obras críticas. (Ver, Orientalismo (1978 (2003)), Crónicas Palestinas, Grijalbo, 2001; Cultura e imperialismo (2004), El mundo, el texto y el crítico (Debate, 2004), Nuevas crónicas palestinas (Eds. de Bolsillo, 2003); Reflexiones sobre el exilio: ensayos literarios y culturales, Ed. Debate, 2005). Todo un trayecto marcado por un exilio que lo llevó a Egipto primero, y luego a los Estados Unidos de Norteamérica para fijar su residencia allí hasta su muerte en 2003.
Todo el movimiento revelador y presentificador de Edward W. Said tiene sus fuerzas críticas cuando este autor analiza los puntos críticos del término Orientalismo y que supone la ruptura contextual del término y lo que cubre el mismo (Cubriendo el islam, (Debate, 2005; Representaciones del intelectual, Paidós, 1998; Humanismo y crítica democrática, Ed. Debate, 2006; y otros).
Pero Said no es extensivo en el tratamiento del orientalismo antiguo, lo que limita su crítica solamente al orientalismo moderno sin asumir la vasta geografía del Oriente de los orígenes, en cuya visión se moviliza el texto profundo de la historia Palestina y otras comunidades culturales y religiosas del legado oriental literario, mesiánico y el diverso trasfondo religioso marcado por el dominio romano y sus hegemonías sobre el Oriente lejano y el Oriente cercano. Conceptos que involucran cardinales políticas y religiones influyentes desde antes y después del conflicto israelí-palestino desde la primera guerra mundial, cuando por un mandato de la Sociedad de Naciones cae bajo el mandato que provocara la intrusión británica, ya mencionada por el control de la región y que encuadra y posiciona dentro del conflicto árabe-israelí (14 de mayo de 1948), cuando se inicia la ocupación del espacio vital palestino por la fuerza sionista de Israel. En 1967 se inicia una guerra llamada de “los 6 días”.
Edward W. Said había nacido el 1 de noviembre de 1935 en Jerusalén, en el seno de una familia árabe cristiana y fue criado en Jerusalén. Pero en 1947, tras la ocupación del territorio palestino se trasladó con su familia a El Cairo. Fue testigo entonces de la expulsión y huida de miles de palestinos cercanos a su familia y otros que fueron impactados socialmente por dicho conflicto y por la violencia política de un nuevo Estado que se gestó mediante apoyo imperial que decidió el Estado sionista en aquel entonces. El mismo creó una resistencia y a la vez un éxodo masivo junto a respuestas de terror que ya es conocida por sus huellas y contradicciones que generaron los llamados encuentros y negociaciones de Oslo (Noruega), sin que hasta el momento haya habido una mediación beneficiosa o cercana marcada por algún acuerdo que le permita la seguridad y su independencia o la libertad al pueblo palestino.
Pero, aunque Said haya propiciado acuerdos pacifistas (Ver el acercamiento Said-Barenboin, criticado por muchos); la violencia y los ataques de Israel al pueblo palestino complicaron más y radicalizaron aún más el problema de los derechos humanos de un pueblo oprimido por cónclaves de poderes imperiales donde tanto Europa como América (USA) crearon las bases declaradas de fuerzas económicas, políticas, militares, superiores al ya despojado y arrinconado pueblo palestino, de sus derechos territoriales. Dicho pueblo no era ya el pueblo del judaísmo antiguo, ni la Palestina era la misma Palestina caracterizada por los usos legibles y sanguinarios mostrados por el Antiguo Testamento, pero que hoy está situada en el Oriente próximo, con unos límites que facilitan un conflicto que parece no tener más fin que el terrorismo propiciado por el Estado de Israel y que cada día repite la historia de Israel, Palestina, Galilea, Líbano, Jordania y otros pueblos árabes que se debaten también desde los conflictos, desalojos, violaciones, movilidades territoriales y una guerra que podemos leer y observar en la Biblia (Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento), donde la misma tiene su presencia desde el Génesis, El Éxodo y todas los demás textos que componen el Pentateuco (la ley), donde también se muestra una escritura marcada por la violencia del mismo Yahvé en el paraíso. Dios que crea, ama y castiga a sus criaturas y como tal las expulsa del paraíso.
La llamada “acción de Dios en Israel” traduce no pocas prácticas guerreras y formas de una historia que acentúa los despojos territoriales y luchas religiosas que tuvieron sus actores en los mensajes convertidos en libros, testimonios, cartas, lamentaciones, pedimentos, evangelios perdidos, escrituras, que fueron condenados más tarde o convertidos en apócrifos.
El Cristo al que no se refiere Edward W. Said en Orientalismo, pudo haber sido tratado en su obra como un ejemplo de lucha comunitaria e inspiracional y ser tomado en cuenta en la perspectiva de víctima del Imperio Romano, y de sus autoridades en tiempo de los llamados tetrarcas o monarcas que gobernaron en dichas tierras (Galilea, Nazaret, Belén, Jerusalén, Palestina, Samaría y otros territorios, que también tuvieron incidencia en aquella geografía accidentada y a veces denominada o señalada mediante valores o determinaciones de guerra (Canaán, Babilonia, Asiria, Mesopotamia, Ribera del Nilo, Península de Sinaí, Egipto), con coordenadas a veces inciertas territorialmente hablando y lo que ayer, en el pasado ocurrían desde estrategias políticas, demográficas y socioétnicas ha producido hoy la misma historia y repercusión del fenómeno “poder” decisional.
Así las cosas, el territorio de Palestina fue definido por los llamados acuerdos de Oslo y por la resolución del Consejo de Oslo y en la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU, por el que fue admitido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, como “Estado con el estatus de “estado observador no-miembro, bajo el nombre de Estado de Palestina”. La llamada comunidad internacional consideró como estados ocupados por Israel a Palestina. La franja de Gaza con Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos de Golán. Estos territorios están considerados como territorios ocupados por Israel y Egipto sometidos por un bloqueo militar desde 1967. Pero aún lo establecido por la ONU, la Comunidad Europea y países que la apoyan y que presentan elementos de este conflicto árabe-israelí como parte de acciones desajustadas que favorecen el poderío sobre los llamados territorios ocupados.
La obra de Edward W. Said y principalmente Orientalismo (1978), se ha traducido en casi todas las lenguas europeas y tomada en cuenta en diversas culturas y territorios donde se han generado literaturas poscoloniales del Caribe, África, Australia, India y otros.
Si bien es cierto que Orientalismo abrió una perspectiva crítica del “Orientalismo europeo” como mirada en muchos casos románticas y hasta impresionista, el concepto pudo (o puede) ser más abarcante en su extensión epistemológica, según muchos estudiosos y teóricos, críticos culturales, antropólogos, etnólogos, poetas, novelistas, ensayistas o historiadores del arte.
La obra compleja que publicó Said antes de su fallecimiento el 1 de noviembre del 2003, plantea hoy una lectura crítica aguda del itinerario de su pueblo y de todo el conflicto árabe-israelí del que fue testigo en vida y que le valió muchas críticas de sus compueblanos palestinos radicales. Su vida se desarrolló en los Estados Unidos como académico, escritor, músico y musicólogo. Sus libros publicados generaron una visión crítica respaldada por saberes neohumanísticos y principalmente literarios que se posicionaron en obras tales como: Cultura e imperalismo (1993), La cuestión palestina (1979), Música al límite, Cubriendo el Islam (2005), Reflexiones sobre el exilio: ensayos literarios y culturales (2006), Nuevas Crónicas Palestinas (2003) y Fuera de lugar (memorias) (2003), entre otras.
En la primera edición de Orientalismo de Edward W. Said publicada en español (traducida por María Luisa Fuentes) y presentada por el escritor español Juan Goytisolo, dice lo siguiente:
“La razón por las coordenadas propias del autor, Edward Said ha privilegiado los estudios y textos anglofranceses que fabricaron un Oriente conforme a sus anteojeras y conveniencias: la contribución alemana al tema no es tratada sino de modo marginal y la española_como apunté en Crónicas Sarracines_brilla por su ausencia. No obstante esas carencias y la necesaria matización de algunas afirmaciones globales_si Marx y Engels creyeron en los beneficios de la colonización europea en la India y Argelia, ¿No resulta injusto reprochar a Richard Burton, el haber incurrido a veces en dicha creencia?, el texto de Said se mantiene rabiosamente actual y vivo: punto de referencia ineludible para un conocimiento más equilibrado y correcto de asuntos tan trascendentes como el de los conflictos que asolan el Oriente Próximo, el significado del islam y la proyección humana, social y cultural de tan próxima a nosotros, y no obstante tan ignorada civilización árabe (Vid.pp.10-11, Presentación).
Mucho hay que decir de los diferentes, globales y locales orientalismos que pueden complementar los análisis, discursos, tratamientos culturales, críticas internas y externas, al orientalismo antiguo, moderno y transmodernos; el que se supone una búsqueda más allá de la que planteó el crítico palestino que fue Edward W. Said. Un contexto científico cultural se abre a partir de los estudios literarios llevado a cabo por este intelectual, comparatista, crítico literario y cultural que hizo todos sus aportes desde universidades norteamericanas, sus conferencias ante organismos internacionales y en diferentes países de Europa y el medio Oriente.