Es un grito, un camino solitario, un sujeto arrinconado en su propia historia errante, marcado por un relato determinado por fuerzas sembradas por mentiras autorizadas por organismos nacionales, internacionales y posnacionales. Punto y reto de un camino que está abierto a la contradicción. Su historia es y ha sido compleja, pues la Palestina histórica y la Palestina moderna o contemporánea no debe ser leída como la bíblica y muchos menos como la presente del conflicto, cercana su exterminación, tal y como algunos analistas han señalado y acentuado.
El pueblo palestino en su historia ha vivido inmerso, desde la antigüedad hasta nuestros días, en una guerra de opresión y poder cuyo pulso cambiante ha creado una historicidad conflictiva y determinante desde el dominio romano oriental. Más tarde, el dominio británico fue una cardinal de lucha política y cultural atravesada por un mandato de la Sociedad de Naciones (1920-1948), luego de la primera guerra mundial que resultó de la partición del Imperio otonamo con el estatuto de “territorio bajo mandato británico (1920-1946)”, luego de que dicho imperio perdiera una parte de su poder a consecuencia de su derrota en la guerra. Tal y como se sabe, en 1922 el Reino Unido “organizó el territorio al este del Río Jordán” y creó el Emirato de Transjordamia como un Estado autónomo.
El judaísmo, el cristianismo y el islamismo eran las religiones propias de dichos pueblos o provincias. El estudioso y filólogo alemán Martin Noth especialista en Oriente Antiguo y próximo ofrece un conocimiento vivo y documentado en su libro El mundo del Antiguo Testamento publicado en Berlín en 1962 y traducido en español en 1976, en Ediciones Cristiandad. El autorizado hebraísta y orientalista, quien vivió en Israel tras ser nombrado director del Instituto Alemán de Jerusalén hasta su muerte en el desierto de Neguez en mayo de 1968, escribió sobre Palestina fundamentado en documentos históricos, geográficos, arqueológicos oficiales y oficiosos. El mismo ofrece en el libro de marras los siguientes datos, relatos sobre la arqueología, la geología y la geografía Palestina. Verificable en el texto de Noth podemos observar, en base a informes presentados por el biblista y estudioso alemán, un conjunto de informaciones de la Palestina tradicional y moderna:
“Para quien quiera examinar los restos materiales del pasado en un país como Palestina, con una historia larga y azarosa, es aconsejable ante todo que trate de orientarse, por lo menos de un modo global, en lo que ha de ocuparle; es decir, deberá conseguir una idea de los múltiples fenómenos históricos y de las variadas circunstancias por las que el país ha atravesado, de los diversos monumentos y otras huellas que cada una de estas épocas ha dejado tras sí en el suelo de la región. Palestina no ha vivido aislada en ningún momento de la historia; en cualquier período histórico se vio englobada en círculos culturales más amplios dentro del área mediterránea, que enlazaron las regiones particulares, especialmente la mitad oriental del país; por eso encontramos en el suelo de Palestina una enorme cantidad de manifestaciones que nos son bien conocidas por otros países. Este hecho facilita una orientación previa a la hora de explicar la diversidad de objetos que el pasado ofrece al observador de Palestina”. (Vid.pp.125-126).
Los importantes datos que explican la Palestina Oriental informan particularidades que han sido objeto de los estudios culturales actuales, ligados a Palestina y al Medio Oriente como tierra bíblica designada y determinada en particular al este de Río Jordán “que Dios le asignó como herencia a Israel (Josué 13-19). Se han utilizado diversos términos para designar la pequeña pero significativa tierra conocida en el comienzo del AT como “Canaán” (Gen. 12:5) y a la que muchas veces se llama la Tierra Prometida (Deut. 9:28). La región se designó “Israel” y “Judá” cuando se dividieron los reinos en el 931 a. C. Al llegar el tiempo del NT, la tierra había sido dividida en provincias: Judea, Samaría, Galilea y otros. Por lo general, se consideraba que la región formaba parte de Siria. “(Ver, Timothy Trommel, Palestina, en Diccionario Bíblico Ilustrado Holman, 2014, p.1181).
Más adelante Trommel acota que Palestina deriva del nombre “Pelishtim” o “filisteos”. Los griegos familiarizados con la zona costera le pusieron el nombre “Palestina” a toda la región sudeste del Mediterráneo. El término designa solo la franja costera ocupada por el pueblo filisteo… Palestina se extiende hacia el norte de 15 a 25 km (10 a 15 millas) más allá de las antiguas tierras del Dan y Cesarea de Filipo del NT hacia los desfiladores y montañas al sur del Monte Hermón. Al este se extiende hacia la estepa árabe al sur, Palestina se prolonga… más allá de Beerseba. Al oeste se encuentra el Mar Mediterráneo. Por lo tanto, incluye a la Palestina occidental, entre el Río Jordán y el mar, y a la Palestina Oriental, entre el Río Jordán y la estepa árabe”. (Ibídem.op.cit.)
En efecto, las diversas políticas imperiales y de poder llevadas a cabo por el occidentalismo europeo, relacionadas con el resultado de la Segunda Guerra Mundial y más tarde, a finales de la década del 60 (1967) ejercieron fuerzas y ofensivas geopolíticas en todo el Medio Oriente. Anteriormente y a partir de 1948 cuando se termina el mandato británico en Palestina, e Israel se va apropiando del territorio palestino, se fue creando un conflicto que hasta hoy, no ha producido más que estallidos, tragedias regionales, divisiones y el conocido conflicto árabe-israelí. Así, Martín Noth recomienda en su libro El mundo del Antiguo Testamento (1976), cap. XIV, “Periodos culturales de Palestina y características principales”, algunos aspectos para quien quiera entender el fenómeno palestino en su historia.
Así pues, continúa M. Noth:
“Este hecho facilita una orientación previa a la hora de explicar la diversidad de objetos que el pasado ofrece al observador de Palestina”. (Ibid, pp.125-126).
Escrito en el vasto mundo del Oriente, el Antiguo Testamento se reconoce en todo tipo de relaciones y legados, códices, testimonios, cartas y otros de alta significación cultural, histórica, política, religiosa, lingüística y literaria. De ahí que encontremos en el vasto tejido de la Biblia una historia cultural que debe ser conocida para entender el fenómeno del orientalismo literario, artístico, social, económico, político, religioso, geográfico y documental.
Según Noth:
“Desde que se inició el estudio científico del Oriente Antiguo, pero sobre todo, desde mediados del siglo XIX, ha ido surgiendo toda una serie de especialidades. Cada una de ellas se ocupa de un aspecto particular de este mundo: la lengua, la arqueología, la historia. La cantidad de información recogida es tan considerable que nadie es capaz hoy de abarcar individualmente todo el conjunto de los conocimientos. Sin embargo, hay una determinada base de resultados los más fundamentales y seguros, del estudio del Oriente Antiguo que pueden sintetizarse y proponerse en una visión panorámica; sólo partiendo de este estado de cosas es posible penetrar en la relación del Antiguo Testamento con el mundo del Oriente Antiguo”. (Ibíd. p.195).
La información hasta ahora existe a propósito de inmigración judía y la oposición o contradicción de los árabes palestinos en 1920. Esos más de mil inmigrantes judíos entraron a Palestina junto con otros inmigrantes no judíos. Se evaluaba y escogía a los aspirantes según sus ideas políticas. Se sabe que la Agencia judía contrataba bajo la condición de que fueran judíos para trabajar la tierra.
A finales del siglo XIX y a principios del XX, la inmigración judía se volvía más pujante y numerosa, debido a que el antisemitismo se iba desarrollando más en Europa. El líder musulmán de Palestina Amin Al-Husayni hizo un llamado a los árabes para que llevaran ataques violentos y terroristas contra los judíos. Producto del crecimiento de la inmigración judía el gobierno británico le puso restricciones a la inmigración judía al terminar el mandato británico en Palestina; lo que creó una tensión entre los ingleses, los judíos y los palestinos. Los mismos grupos podían escenificar acciones violentas contra objetivos británicos y algunos objetivos árabes.
Entre 1936 y 1939 la región se convirtió en un mar de insurgencias por parte de los árabes nacionalistas. La “Gran revuelta árabe” encendió aún más el conflicto. En aquel momento la inmigración judía logró incrementarse más. Fue también el momento en que la persecución nazi en Alemania implementó el antisemitismo. Los árabes sentían que en su propia tierra estaban siendo maltratados y humillados. En un contexto de conflicto, tanto los judíos como los mismos árabes construyeron una práctica de la muerte política en un momento en que Europa estaba atravesada por la guerra, el terrorismo y la exclusión de los judíos en todo el continente.
De todo lo que falta por saber, de todo lo borrado y repartido, de todo lo político y la política, de todo el terror, el horror y la pérdida de humanidad, de todo lo defendido y lo perdido… Late entonces la épica del conflicto y el espacio: Palestina hoy, oscuro discurso de la guerra.