Presentamos aquí un hallazgo y un ‘’descubrimiento’’ de historia social, en documentos franceses inexplorados por los historiadores de la isla, figura el ‘’negro español’’ (como lo designaban los franceses) Pablo Escalante, líder de algún Maniel del sur. Este hallazgo documental tiene su historia. Evidentemente, nos cercioramos primero de su no presencia en los libros que el brillante escritor e historiador Carlos Esteban Deive dedicó a los negros que desearon vivir al margen de los rigores coloniales, en particular su libro Los Guerrilleros negros. En varias ocasiones, bajo el intenso invierno de Paris, fuimos al Archivo Nacional de Francia, inspirados por la acuciosa voluntad de indagar entre viejos legajos y encontrar algún hecho histórico inédito, tal vez algún personaje extraviado en la desmemoria. No se va a los archivos de un país provisto de un inconmensurable legado histórico sin referencias históricas contundentes en las manos. El archivo posee en la región parisina tres vastas dependencias, con millones de documentos. ¿Cual fue el móvil intelectual que nos indujo a efectuar largos desplazamientos hacia una de las dependencias parisinas, con códigos de inventarios obtenidos durante una pesquisa en el sitio internet del Archivo? Nos interesaba sobremanera el período denominado francés. Desde la llegada de Toussaint Louverture (enero 1801) hasta julio 1809, fecha en la que capitula el ejército galo ante el líder hispano-criollo Juan Sánchez Ramírez.

Después de haber consultado  los libros de historia de autores dominicanos y haitianos, recelábamos de las bondades atribuidas por historiadores a Toussaint Louverture, como la  abolición de la esclavitud,  y sobre todo sospechamos que su dictadura agrícola férrea, hizo amena la llegada de François Marie  Kerverseau a Santo Domingo (enero 1802), donde desembarcó con cuatrocientos cincuenta hombres, y entre consentimientos y tensiones, hizo al inicio aceptable el dominio francés.  ¿Por qué los franceses duraron años implantados sin conflictos mayores? No pudimos obtener respuestas a todas las preguntas.

Sobre este período los historiadores dominicanos poseen la compilación de Emilio Rodríguez Demorizi, La Era de Francia, libros de intelectuales decimonónicos franceses como Lepelletier de Saint Remy, y una que otra disquisición escrita;  a ellos se agregan acontecimientos y decires transcritos por  José Gabriel García. Pueden también disponer de La Segunda Campaña de Lemmonier Delafosse, suerte de escrito fraguado a partir  de sus  seis años pasados en la isla, incluyendo la invasión trágica de Dessalines a Santo domingo (1805).

A partir de la constatación de carencias en materia de referencias explícitas a legajos de los archivos franceses, comenzamos una pesquisa, y escogimos  el nombre de las personalidades militares que pudimos localizar en  historias variopintas.

¿Cuáles de los generales  incorporados a la expedición del  general Leclerc había que rastrear y cómo dar con sus pormenorizadas misivas? Retuvimos tres, Kerverseau quien acostó en Santo domingo el 30 de enero 1802, Leclerc comandante general de la isla, cuya  compilación de cartas enviadas  a varios interlocutores, en particular a Napoleón Bonaparte, revela un intercambio de misivas con un  Kerverseau entreverado en las intrigas de Santo domingo, y Rochambeau que sustituiría como comandante general  a   Leclerc, fallecido de fiebre amarilla.

Con   paciencia monacal hurgamos los inventarios  colgados en los sitios del Archivo francés. La clasificación de los fondos no solamente se hace por el autor de los documentos,  en este caso de las cartas, sino por el rango en la jerarquía.

La lógica histórica nos condujo al fondo Rochambeau, comandante general  enérgico,  y temible remplazante de Leclerc, a quienes todos los generales de la parte occidental enviaban cartas signadas por  análisis quejumbrosos de la dramática guerra contra los haitianos. En dicho fondo figuran tres o cuatro cartas con decenas de páginas, enviadas desde Santo domingo por Kerverseau a Rochambeau. Es de subrayar la clarividencia que caracteriza las presentaciones de  los inventarios. Son inventarios analíticos, efectuados con perspicacia por encumbrados bibliotecarios.

Sentados en nuestra casa en Santo domingo leímos el brillante análisis de la especialista en archivística Brigitte Labat Poussin, de las cartas recibidas por Rochambeau, desde Santo domingo. Atrajeron súbitamente nuestra atención varias alusiones a los manieles del sur de la Española ( Ocoa, Neyba?). Estos eran territorios donde residían campesinos negros y mulatos, ex esclavos prófugos de la parte occidental o negros hispano-dominicanos, desafectos de las autoridades españolas y luego de las tropas de Louverture.  Se mencionan también conspiraciones, y  se subraya de manera acusatoria la renuencia de los dominicanos a integrarse al ejército francés para combatir a los insurrectos de Saint Domingue. Cuando efectuamos nuestro viaje familiar a Francia, atravesamos todo París  y depositamos  el código de las cartas de Kerverseau  en el  mostrador de la dependencia del archivo emplazado en el extremo norte de la capital gala. Nos facilitaron un extenso rollo  para visualizarlo. Decidimos leer la larga misiva, pletórica en menudencias que para nosotros revisten gran interés: inquinas con apresamientos entre Keverserau y la comunidad francesa, sorpresivas quejas del gobernador que subraya  ‘’aquí entre los españoles los blancos son peores que los negros’’, pues el coronel criollo Juan Barón encabezó un movimiento de oposición para encarar la pretensión francesa de imponer su forma de gobierno, cita de una larga carta de los vecinos más prósperos  solicitando una  reducción sensible de los aranceles de la madera, etc . Pierde la entereza el gobernador francés lanzándose en improperios contra los dominicanos, en general sumidos en una pobreza prehistórica; los tilda de cobardes, miserables, traicioneros, ignorantes.

La preocupación mayor de Kerverseu estribó en reforzar el endeble cuerpo militar francés con la constitución de tropas hispano-criollas, pues desde la parte occidental se realizaban constantes incursiones de los independentistas haitianos. A su llegada notó que podía manipular la animadversión de los negros y mulatos dominicanos contra los haitianos (aún franceses). En las decenas de páginas de  la carta seleccionada, percibimos el estigma de esa hostilidad : ‘’No hay que confundir los negros de aquí con los negros franceses. Los prejuicios y una hostilidad implacable los divide. Los negros españoles tiemblan a la sola mención de un soldado de Toussaint ‘’. La animosidad ya existía pero creció  con la no abolición de la esclavitud de parte de Louverture, y la tentativa de integrar a campesinos a trabajos forzados en grandes plantaciones. Leímos  las actas administrativas del líder negro en el archivo, y no existe el más mínimo asomo de una abolición. Es una invención de ideólogos ‘’revolucionarios’’. A partir de esos comportamientos sociales,   Kerverseau intentó congeniarse con los negros y mulatos para combatir a los haitianos, valiéndose del único personaje popular que figura en sus escritos: Pablo Escalante. Este líder negro y campesino  de los manieles  que se replegó en las montañas con los suyos para evitar los trabajos forzados de Louverture, fue de inmediato nombrado, casi contra su voluntad, capitán del ejército francés, para ir a combatir en la boscosa zona fronteriza. Sin embargo en varias ocasiones alega Escalante ‘’aquí  solamente combatiríamos por el rey de España, pero no por Francia’’.  Kerverseau quedó consternado por la manifestación de españolismo de los pocos habitantes ( 50,000) que quedaban después del éxodo masivo provocado por el tratado de Basilea y la llegada de Louverture. ¿Cómo podían autodesignarse españoles en ese estado de máxima indigencia y abandonados por España? Algunos historiadores dominicanos, no comprenden tampoco esta singularidad nativa. El españolismo de los hispano-criollos estaba estrechamente asociado a la condición de propietarios de tierras de la mayoría de los pobladores, bajo el reino de España, y a un proceso de mestizaje que hacía porosas las divisiones sociales.

El españolismo de Escalante reposó en esa pobreza digna, renuente  a servir sin libertad en grandes propiedades, a gobiernos militares como el de Louverture o Kerverseau. Renuente a arriesgar su vida por la causa de un imperio con otro idioma y enfrascado en una lucha a muerte en la parte occidental.  Los dominicanos reprochan además  a Kerverseau no haber traído riquezas, dinero para subsanar la pobreza. Al respecto, las cartas de Kerverseau están atravesadas por sarcasmos sobre estos campesinos negros ataviados con telas rotas y alpargatas agujereadas. La resistencia de los pobres a ser enrolados en un ejército extranjero provocó resentimiento en el gobernador francés.

En ese contexto las deserciones fueron notorias y Escalante hizo reflexiones que indispusieron a Kerverseau: él y sus hombres deseaban regresar donde sus familias a cultivar sus tierras, pues esa no era su guerra.

Kerverseau sospechó que el capitán dominicano y sus seguidores, tanto en el ejército como en la vida civil, desorganizaba como líder su política militar de reclutamiento compulsivo. Escalante será apresado y encadenado, y poco después fusilado con sus compañeros.

Escalante entra a la historia como un hombre humilde que dijo no, que ‘’traiciónó’’ a los franceses, para seguir llevando su vida comunitaria    rústica en el campo, fuera de las violencias indecibles que desembocarían meses después de su fusilamiento, en la independencia de Haití.