En su discurso de rendición de cuentas del pasado 27 de febrero, el presidente Abinader, refiriéndose a la educación, afirma “El modelo educativo que heredamos de anteriores administraciones no funciona, o al menos no como debería, es un modelo del pasado que no llega a todos los alumnos en igualdad de condiciones, que no genera calidad y que no prepara a los estudiantes para el trabajo.” Agrega el presidente “Por ello, hemos convertido en bandera de nuestro gobierno la inclusión efectiva de todas las dominicanas y dominicanos a los procesos educacionales, mejorarlos, y no dejar a nadie fuera ni atrás.
Al escuchar estas afirmaciones, despertó en mí la esperanza de que al fin se harían realidad las promesas de producir un cambio en los resultados de la educación dominicana, en especial la que recibe más del 85% de los niños y jóvenes dominicanos en las escuelas públicas.
Resumiendo, el presidente dice que van a continuar desarrollando y fortaleciendo la nueva modalidad de educación a distancia; la capacitación de más de 100,000 docentes de todos los niveles en educación a distancia; afirma que la próxima semana el Ministerio de Educación anunciará el cronograma para el retorno gradual y voluntario a la presencialidad; que continuarán con el programa “Aprendemos en Casa”, que se lleva a cabo bajo una formidable combinación de medios de radio, impresos, internet y televisión.
El presidente afirmó además que ya distribuyeron 64,055 dispositivos a maestros y maestras, para completar el cien por ciento de la matrícula del personal docente y 118,992 equipos para estudiantes, alcanzando en corto tiempo un total de 183,147 dispositivos tecnológicos. “En los próximos días estaremos recibiendo la llegada de muchos más dispositivos tecnológicos, lo que nos permitirá, como ya dije en esta Asamblea en agosto, acabar con la inaceptable brecha digital que separa injustamente a unos estudiantes de otros por su situación económica.”
El presidente Abinader afirma “hemos definido los 12 pilares del nuevo modelo educativo, que impulsarán la educación para vivir mejor, entre los que se encuentran, por ejemplo, la inclusión y equidad, la innovación, la ciudadanía, la calidad y empleabilidad, la autonomía, participación y flexibilidad. Esto supone la mayor revolución que ha vivido nuestro sistema educativo en décadas. No solo vamos a formar excepcionales profesionales, sino también ciudadanos ejemplares, críticos, con capacidad innovadora y conciencia social.”
Los anuncios y promesas del presidente se oyen bien en un discurso, pero lamento decir que no son originales, ya se han prometido varias revoluciones educativas, la última entre el 2013 y el 2020, encabezada y excesivamente promocionada por el presidente Danilo Medina, la cual en ocho años consumió más de 1,200,000 millones de pesos pero dejó al país en la misma posición que tuvo en las décadas anteriores, entre los peores resultados del mundo.
En un análisis de la reforma educativa del presidente Medina que dimos a conocer en el 2020, concluimos que:
“es innegable que la sociedad dominicana, incluida sus autoridades, han hecho esfuerzos importantes, aunque ineficaces, para impulsar una reforma educativa que saque al país de la situación lamentable en que se encuentra. ¿Por qué los resultados son tan pobres? ¿Cuál es la razón por la que tantos estudiantes llegan a la universidad con una capacidad que no sobrepasa a la que deberían tener en el sexto grado? ¿Cuáles otros factores, internos o externos a las escuelas, pudieran estar influyendo en esta realidad?
Me arriesgo a afirmar que el reciente discurso del presidente Abinader no contiene una sola propuesta nueva o que haya probado ser eficaz para mejorar la educación pública dominicana. Regalar más dispositivos tecnológicos, o crear más politécnicos puede ser necesario, pero no garantiza para nada la calidad, sin un cambio profundo en la cultura de poco compromiso con los resultados que ha caracterizado a la educación pública dominicana y que convierte en inservible cualquier esfuerzo o inversión que se realice. La realidad muestra que en las escuelas públicas puede que se de clases, pero no se aprende. Las familias dominicanas conocen esta realidad y por eso, nadie que tenga con que pagar, comenzando por los funcionarios públicos, envía a sus hijos a las escuelas públicas a recibir una educación para pobres.
Los 12 pilares del nuevo modelo educativo que menciona el presidente Abinader están contenidos en el currículo vigente de la educación preuniversitaria y en todos los que se han aprobado en las décadas recientes. Están también en todos los diagnósticos, en los análisis y en los objetivos escritos de todos los planes y acuerdos educativos. Me atrevo a asegurar que ningún documento educativo que se respete olvida esos pilares. Pero lamentablemente están ausentes en la práctica diaria de la educación pública dominicana. No es que no existan escuelas y educadores que los practiquen, los hay, pero no en la cantidad suficiente como para elevar los indicadores, las buenas prácticas quedan ahogadas en un mar de ineficiencias, ineficacias e intereses particulares que no las dejan avanzar. No se trata de denigrar u ofender a los esforzados educadores, esto simplemente es lo que muestran todas las pruebas y estudios realizados, tanto a maestros como a alumnos y que tanta vergüenza producen cada vez que se publican. La cuota de excelencia que muestran esas evaluaciones es tan pequeñita que no puede arrastrar a la inmensa mayoría que se queda atrás.
La mayor verdad que dijo el presidente en su discurso, la que muy pocos podrían tener argumentos para cuestionar, es que el modelo educativo dominicano no ha funcionado. El presidente debería pedirle a su equipo de educación que explique qué es lo nuevo que se está haciendo en las escuelas públicas y cuál es la garantía de que en los próximos años tendremos cambios sustanciales, más allá de cosas que se pueden comprar u otras inversiones que hacen más cómodo el trabajo en las escuelas pero no le enseñan nada a los niños. Creo que ese es el mayor reto que tiene un gobierno de cambios. Está ampliamente demostrado que ninguna variable tiene mayor influencia en el progreso de los pueblos que la educación. El equipo económico del Estado da seguimiento día a día a los resultados, no en base a consignas teóricas, sino con indicadores concretos y verificables. ¿Porque no se hace lo mismo con educación? ¿Cuándo va a ser ésta una verdadera prioridad nacional?