Desde hace años, muchos provincianos hemos venido reclamando al Ministerio de Cultura que amplíe su radio de influencia real a toda la geografía dominicana. Verbigracia, mis artículos Cultura con marca de origen: El Cibao también existe (periódico Acento, agosto 2020) y Cultura un misterio imprescindible (revista Plenamar, noviembre 2021) dan fe de esa insistencia. Una institución con sus oídos bien afinados, la Orquesta Sinfónica Nacional, ha sido la primera en responder positivamente a este sentido reclamo, concibiendo, como hito histórico, una temporada de conciertos en el Gran Teatro del Cibao.

Complementaron esta afortunada iniciativa con una serie de conversatorios destinadas a despertar el interés en la música clásica en la ciudad de Santiago. Con este fin, el maestro José Antonio Molina, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, acompañado Aisha Syed, violinista santiaguera de renombre internacional, y Margarita Miranda Mitrov, presidenta de la Fundación Sinfonía, acudieron a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, a la Universidad Tecnológica de Santiago y al Centro León, para conversar con diletantes, músicos profesionales y estudiantes, deseosos de aprender de sus experiencias.

Asimismo, la dirección de la Orquesta Sinfónica planificó dos presentaciones que constituirían la primera Temporada Clásica escenificadas fuera de Santo Domingo. Dificultades logísticas del Gran Teatro del Cibao, impidieron la realización de la función inaugural prevista para el miércoles 15 de junio, cuya oferta musical fue integrada casi en su totalidad (salvo la Sinfonía No. 9 “Nuevo Mundo” de Antonín Dvořák) en la majestuosa gala ofrecida el 29 de junio de 2022.

En esa noche, la sala de La Restauración, llena casi por completo de amantes de la buena música, se vio estremecida por los efectos de un ecléctico repertorio que integró a la perfección propuestas populares y cultas. El evento comenzó cuando la Orquesta Sinfónica en pleno, dirigida por el maestro Molina, interpretó solemnemente nuestro himno patrio.  Luego, fuimos privilegiados con el estreno mundial de la obra ganadora del Premio Anual de Música José Reyes2021, la pieza “Concertino para clarinete y orquesta” de Joel Díaz. La propuesta musical del joven compositor se adentra en el poco cultivado campo de la composición para este peculiar instrumento de viento, haciéndose parte una selecta tradición que se inició en 1810 con la pieza Trois caprices pour clarinette seule de Anton Stadler.

En la ejecución de este concertino, la clarinetista solista Darleny Gonzalez, con un Máster de Música en la Universidad Politécnica de Valencia, mostró determinación, seguridad, en sus interpretaciones melódicas armonizadas sobre los arpegios y acordes aportados por los numerosos instrumentistas de la orquesta. También deslumbró en solos melódicos muy emotivos enriquecidos con notas fluidas que adornaba con gestos corporales agresivos, felinos. Darleniy supo sacar a relucir el potencial sonoro del clarinete, ejecutando, con depurada técnica, progresiones que exaltaban su característico sonido dulce, extremado en trinos multifónicos, repentinos cambios de registros y matizaciones brillantes.

Fue impecable la dirección orquestal realizada por el maestro Santy Rodríguez, a partir de las destrezas adquiridas en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Tengo el placer de conocer al joven director vegano, a raíz del contacto que tuvimos en 2011, durante una reunión del Consejo Nacional de Cultura, cuando fue designado para dirigir la Orquesta Filarmónica del Cibao, iniciativa institucional que en algún momento debe rescatarse. Celebro su acierto al incorporar, encima del marco compositivo clásico, variaciones rítmicas populares apoyadas en ejecuciones discreta de percusión que motivaron la seducción instantánea del público. También fue afortunada la decisión de comenzar a visibilizar las piezas premiadas en el Concurso Nacional de Música incluyéndolas en el repertorio de la Orquesta Sinfónica. Esta pieza puso de manifiesto la audacia de una trilogía de jóvenes talentos en comunión creativa: compositor, clarinetista y director; sin duda, una fórmula que funcionó admirablemente, dejando convencido el auditorio de que la música de calidad ha de prevalecer sobre el ruido de sonidos y sentidos que apabullan nuestra cotidianidad.