Es una obra maestra como cine y como exposición del pensamiento liberal de una parte significativa del mundo sobre el papel de la ciencia y de la técnica, por un lado, y por otro de la práctica del uso de la fuerza para imponerse sin tapujos que llevan clases gobernantes como la estadounidense.

Es una fabulosa historia muy bien contada y mejor actuada. Hay varios documentales como American Experience: The Trials of J. Robert Oppenheimer basados en un cuasi juicio para retirar Autorización Q al llamado padre de la bomba atómica. La sinopsis de este filme dice: “El físico estadounidense Julius Robert Oppenheimer, al frente del Proyecto Manhattan, lidera los ensayos nucleares para construir la bomba atómica para USA. Impactado por su poder destructivo, Oppenheimer se cuestiona las consecuencias morales. Desde entonces y el resto de su vida, se opondrá firmemente al uso de armas nucleares”.

Parece un biopic del físico, pero se trata de un balance del juego político desnudando a la extrema derecha norteamericana y su presidente Harry S. Truman, el autor de la Doctrina Truman y de la CIA, quien dio la orden de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, justo 100 días después de tomar el poder a la muerte de Franklin D. Roosevelt el 12 de abril… inaugura así la Era de la Guerra Fría.

Contrario de Roosevelt, Truman era un político guerrerista que se valía de la fuerza para imponerse. Una escena muestra la reunión entre Truman y Oppenheimer luego del lanzamiento de las bombas; Oppenheimer muy abatido mirando a Truman, dice: “siento que tengo las manos manchadas de sangre”, Truman reacciona y responde: “No vuelvan a dejar entrar aquí a este llorón”.

La historia tiene que ver con una especie de alienación del mundo porque es obvio que los científicos sabían que estaban construyendo un arma de destrucción en masa. Tienen conciencia, no obstante se consuelan construyendo para ellos mismos respectivas justificativas basados en el hecho de que la Segunda Guerra Mundial es en verdad una lucha civilizacional (conjunto de características culturales, religiosas y científicas distintivas de un pueblo). No era una guerra común. Una guerra que moviliza a los aliados contra el horror absoluto del nazismo.

Tienen conciencia, pero buscan la justificación del mal menor ante el dilema en el que invierten parte de sus vidas para construir un artefacto genocida, y la premonición de que la Alemania nazista la tenga primero.

Se muestra el hecho de que la bomba explotó cuando la guerra ya había acabado y se decidió que fuera sobre dos ciudades. Juzgan que Japón no se rendirá y rechazan la idea de una invasión porque moriría más gente, y con la bomba morirían menos. Tiran la bomba por una cuestión humanitaria y esa es la construcción final envuelta en el más absoluto cinismo imperial. Sin ningún pudor. Tiramos la bomba para que muera menos gente.

Pero esa verdad es una construcción muy frágil. El viraje de la guerra ocurre a inicios del 1943, dos años antes, la Batalla de Stalingrado cambia el rumbo de la guerra a favor de Rusia haciendo que Alemania nazista pase de la ofensiva a la defensiva. Hay una secuencia de derrotas para el eje nazista Alemania, España, Italia, Japón. Cuando tiran la bomba, ya Hitler se había suicidado, Mussolini ya había sido ajusticiado y ya no había liderazgo fascista, estaban diezmados.

Lo que lleva a USA a tirar la bomba, el motivo posible es que veían una oportunidad de demostrar la fuerza de la bomba. Y como había bastante odio contra los japoneses, eso estaba a su favor. La otra razón era evitar una invasión soviética porque ya había altos líderes nipones en conversaciones de paz con la URSS, después de la rendición de Japón. Había una cuestión nodal en la rendición que era la manutención del emperador en el trono.

Y es que los Aliados habían decidido que la rendición de Japón debía ser incondicional. Cosa que USA accedió. Si la guerra había concluido el asunto de la bomba fue más un acto de la Guerra Fría. La potencia de USA era líder, tenía hegemonía en aquellos años, aunque hoy esa supremacía está en jaque y ya no sueñan con ser potencia única.

Pues bien, lo único reclamable de todos los personajes es a un Einstein etéreo. Es un filme que descansa en el diálogo y narración off. Asimismo, el uso de escenas en blanco y negro y a colores. Una lección de historia y política en una narrativa primorosa. Guión y dirección de Harry S. Truman,, ¡imagínese!

5 estrellas  Género: Drama histórico  Duración: 180 minutos