“Fish is brain food”
Un libro muy interesante de Adrian Raine, padre de la Neurocriminología, The Anatomy of Violence, en el que, luego de analizar de manera profusa, aspectos genéticos, biológicos, y la interacción entre factores de riesgo ambiental y biológico, relativos a la violenta, aborda las medidas de prevención.
En este contexto, hace referencia al tratamiento mediante la alimentación, en específico, el pescado. Es decir, atendiendo a la calidad de la comida. Tiene mucho sentido, pues si analizamos que la malnutrición en la niñez es un predictor de conducta antisocial y violenta en la adultez, y la relación entre el azúcar y la conducta violenta, suministrar ciertos alimentos, podría lograr el efecto contrario, y mitigar de manera significativa esa posible propensión a la violencia. Esto es lo que plantea. Por ejemplo, menciona a Japón como el país que más pescado consume, y que tiene la tasa más baja de homicidios al año. Por el contrario, aquellos que no suelen integrar el pescado en su dieta alimenticia, tienden a tener tasas más elevadas de homicidio. Si bien no lo establece como causalidad, hace mención de resultados de investigación realizadas atendiendo a esa hipótesis y aborda los componentes del omega 3 y su efecto en el cerebro.
Raine (2013) menciona 2 estudios realizados sobre la población penitenciaria, en los que incluyeron, en su dieta, omega 3 y multivitamínicos. Luego del transcurso de un plazo, los resultados fueron una reducción de más de un 30% de los niveles de violencia. Además, menciona los resultados de otros estudios aplicados en pacientes con trastorno bipolar, TDAH, trastorno limítrofe de la personalidad, en los niños con problemas de agresividad o trastornos de la conducta (un importante predictor de crimen y conducta violenta en la edad adulta), y los resultados han sido consistentes, pues en todos se ha verificado una reducción de los niveles de violencia.
Adicionalmente, Meyer et al (2021), atendiendo a los resultados de las investigaciones, señalan lo siguiente “n-3 LCPUFA (Omega 3) puede ser importante para controlar la agresión/hostilidad y la autolesión. Se notifcaron disminuciones significativas en la ira y la ansiedad en una población de toxicómanos después de la suplementación de EPA y DHA durante 3 meses. También se ha demostrado que la EPA reduce los comportamientos antisociales y agresivos. Once de los 14 estudios aleatorios de ensayos controlados informaron de un efecto positivo de los aceites de pescado sobre la agresión/hostilidad”.
Los autores anteriormente citados, proceden a indicar los resultados de los que, hasta el momento, han sido los dos estudios que se han realizado sobre la población penitenciaria, ambos realizados en Europa. Las conclusiones fueron que “(…) mostraron que, con la suplementación nutricional de multivitaminas/minerales y ICPUFA n-3, hubo una reducción del 26-35% en el número y la gravedad de las reprimendas en prisión, particularmente por comportamiento violento”.
Raine (2013) manifiesta lo siguiente: “el omega 3 mejora la estructura y la función del cerebro al aumentar la ramificación dendrítica, mejorar el funcionamiento sináptico, aumentar el tamaño de la célula, proteger la neurona de la muerte celular y regular tanto el funcionamiento de los neurotransmisores como la expresión génica. Por tanto, el omega-3 podría revertir en parte la disfunción cerebral que predispone a la agresión”.
Atendiendo a las áreas del cerebro que estimula el omega-3, que son sobre las que se ha detectado incapacidad en el caso de delincuentes violentos, Adrian Raine es contundente al enfatizar que el omega 3 es efectivo para reducir la conducta antisocial.
En síntesis, el Omega 3 no solo mejora la capacidad del cerebro para aprender, la memoria, la salud mental, cardiovascular, sino que, según los estudios realizados tanto en el contexto de la salud mental como penitenciaria, disminuye los niveles de violencia. En efecto, Raine formula la siguiente pregunta: “Es totalmente una coincidencia que el primer estudio para prevenir el desarrollo de psicosis en adolescentes y adultos jóvenes se basara en omega-3?”
En consecuencia, y partiendo de lo que analizamos, entiendo que sería pertinente integrar alimentos con omega 3 tanto en niños con conducta agresiva, que los predispone a la conducta violenta y antisocial adulta, como a las personas que se encuentran cumpliendo prisión. Pues, si bien es cierto que en nuestro país otros factores inciden para aumentar el riesgo de violencia y motines dentro de la prisión, como el hacinamiento; entre otras, integrar el omega 3 a la dieta de los penados podría tener cierto efecto positivo en cuanto a la disminución de la conducta violenta.