Esté neurólogo y psiquiatra británico, divulgador de la ciencia y sobre todo un gran humanista, pidió morir viendo el cielo desde el desierto de Atacama en el norte de Chile. Tristemente, falleció en 2015 y la divulgación perdió la “sal” que aportaba Sacks, quien hacía fácil la comprensión de los complejos mundos de la neurología y de la psiquiatría.
Describía los déficits cognitivos como un cuento, una historia clínica en la que podíamos comprender de manera simple el complejo mundo de las conexiones neuronales y las sinapsis, el estrecho vínculo entre el origen de las lesiones cerebrales y los déficits residuales que se producen.
Una de sus obras más difundidas, su propia autobiografía, inspiró la inolvidable película Despertares, de 1990, protagonizada por Robert De Niro y Robin Williams, que relata la historia de un grupo de pacientes ingresados en el hospital Monte Carmelo de Nueva York con el diagnostico de encefalitis letárgica.
Su extensa bibliografía es maravillosa, puesto que hace de lo complejo una aventura novelada y, más que una explicación de patologías complejas, describe vidas con limitaciones secundarias a enfermedades del sistema nervioso central.
Su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero se convirtió en un clásico y lo consagró como uno de los grandes escritores clínicos del siglo, según The New York Times. A lo largo de sus páginas descubrimos el significado de los déficits cognitivos y cómo plantea y se refiere a la humanidad de las personas enfermas. Fue un médico con una sensibilidad admirable hacia el sufrimiento humano, tal vez porque él también se sintió en algún momento de su vida con un dolor psíquico similar. Sus padres también fueron médicos y, de hecho, su madre fue una de las primeras cirujanas que ejerció en Inglaterra.
Además, en sus obras apreciamos, además de sus profundos conocimientos, una especial capacidad para la narrativa científica y, de nuevo, podría ser porque él mismo padeció muchos de los déficits que describe: así, en su libro Veo una voz, de 1989, se refirió de manera magistral a la hipoacusia neurosensorial progresiva (la sordera) que le aislaba del mundo. Y cinco años antes había publicado Con una sola pierna, una descripción descarnada del “síndrome del miembro fantasma”.
En sus publicaciones humanizó los déficits cognitivos y la incomprensión del enfermo con limitaciones invisibles. Creó un mundo y todos el que nos adentramos en él salimos emocionalmente transformados por su conocimiento. Este neurólogo y psiquiatra ingles unió dos disciplinas que siempre estarán vinculadas, porque el sistema nervioso central es estructural, pero su dinámica es intangible: por ejemplo, no se pueden localizar las emociones o las alucinaciones son síntomas sin localización generados desde lo más profundo de nuestro cerebro. Lo intangible es más complejo que lo concreto y la “cirugía” mental es el más difícil de los procedimientos, aunque no requiere quirófano…