La política monetaria funciona con rezagos largos y variables. Es decir, hay un rezago entre el momento en que se toman las decisiones y el momento en que éstas afectan el nivel de precios de la economía y la actividad económica (Milton Friedman, 1958-60)
La inflación en nuestro país ha bajado de un pico de 10.5% en mayo de 2021 a 3.95% en julio pasado. Las medidas monetarias han surtido efecto para contener las presiones de precios. Pero ha tomado tiempo.
Ahora el foco de las autoridades ha pasado a ser el crecimiento económico. En parte por los factores externos, por la contracción monetaria y por un Gobierno que exhibe cierta lentitud en la ejecución del gasto de capital, el crecimiento económico se ha desplomado.
Es en este contexto que el Banco Central anunció en el mes de junio un conjunto de medidas que buscan dinamizar la economía. Muchas personas se están preguntando cuándo se van a sentir los efectos. Y la respuesta a eso es incierta. La razón es que la política monetaria funciona con rezagos largos y variables.
Vale la pena detenerse aquí, porque esta es la frase más citada por los banqueros centrales en los últimos dos años en que la inflación ha azotado al mundo. Jerome Powel, el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, dijo lo siguiente en noviembre del 2022:
“Comúnmente se piensa que la política monetaria funciona con ‘rezagos largos y variables’… Había una literatura antigua que decía que esos rezagos eran bastante largos. Hay literatura más nueva que dice que son más cortos. La verdad es que no tenemos muchos datos… Es muy incierto, muy incierto.”
Es decir, a los bancos centrales les ha tomado tiempo combatir la inflación, no solo porque son muchos los factores que provocaron este brote inflacionario a nivel mundial, sino porque hay un rezago entre la ocasión en que se toman las decisiones de política monetaria y el momento en que éstas afectan el nivel de precios de la economía y la actividad económica.
Esto nos los enseñó Milton Friedman hace ya más de seis décadas. Friedman expuso su tesis en diversos trabajos publicados desde fines de los años 1950s, siendo el más conocido su Programa para la Estabilidad Monetaria, de 1960. En resumen, el brillante economista mostró que la política monetaria puede afectar la actividad económica con rezagos que van desde 6 a 24 meses (o incluso más), pero con una considerable variabilidad e incertidumbre.
Este rezago, en palabras de Friedman, tiene implicaciones importantes ya que puede llevar a errores en la implementación de la política monetaria, la cual puede considerarse inefectiva en el muy corto plazo, cuando en realidad sí está teniendo efectos, pero estos no son visibles por un tiempo. De ahí que un buen banquero central se maneja en una línea delgada entre la ciencia y el arte. En otras palabras, debe tener olfato para la toma de decisiones.
Algo aún más interesante es que Friedman no solo resaltó el tema de los rezagos en la política monetaria, sino también en la política fiscal, la cual puede incluso demorarse más por consideraciones políticas o por atrasos en las aprobaciones del Congreso.
Todo esto es muy relevante para la coyuntura actual. Con la inflación bajando, el foco del Banco Central se ha centrado en dinamizar la actividad económica, la cual tuvo un crecimiento de 1.2% en el primer semestre de este año.
Es por esta razón que tomó la decisión de reducir la tasa de interés de referencia y a la vez de implementar un paquete de liquidez monetaria de RD$ 119,000 millones, monto que, en términos relativos, es superior al que se ejecutó durante la crisis del Covid. Estas medidas surtirán efecto, pero no de inmediato.
El Gobierno también está tratando de hacer su parte. Para esto está aumentando el gasto de capital de 2.3% a 2.8% del PIB en el presupuesto reformulado. Esta meta parece ambiciosa, ya que implica duplicar el ritmo de ejecución de la inversión que se evidenció en el primer semestre. Difícil, pero no imposible. Lo importante, por supuesto, es que el gasto sea ejecutado y que no sea un simple registro como ha ocurrido en años anteriores.
Muchas cosas han cambiado desde que Friedman propuso su tesis: la tasa de interés es el instrumento preferido de los bancos centrales en lugar de los agregados monetarios, los mercados financieros son más sofisticados; y la demanda por dinero ha resultado ser mucho más volátil de lo que afirmaba el maestro monetarista. También es posible que los rezagos sean menores. Pero sigue siendo válido que el efecto final de una medida monetaria toma tiempo para hacerse sentir en toda su magnitud.
También ayudaría al Banco Central un Gobierno más eficiente en la ejecución del gasto de capital.