El problema eléctrico no es de ahora. Yo recuerdo en la década de los años sesenta que trasmitían una telenovela llamada “El derecho de nacer”, una de mis hermanas era adicta a ella y junto a nuestra querida Viola y su hija Dilenia, cuando se iba la luz en nuestro sector, allá en La Vega, salían “juyendo” a buscar una casa en donde tuvieran luz, no tenían que ser ni conocidos, ni amigos, porque había un toque de queda en todos los hogares.
Después de eso ha pasado mucha agua debajo del puente y al día de hoy, el panorama es el mismo.
En esta misma semana que finaliza, he tenido tres largos días sin energía eléctrica. Solo cinco casas estábamos con ese problema. Nos cansamos de llamar para reportar la avería. Cada uno desde su casa llamaba, mis hijos también reportaban. La respuesta de la máquina era que no había ningún reporte.
Al tercer día luego de la desesperación llamé y tuve que hablar muy fuerte con un representante. El joven fue muy amable, pero se ve que tienen un cursillo para atender a los usuarios y que estos no estallen por la impotencia. Por fin vino una brigada.
Hasta ahí nada hace mucha gracia, la gracia viene cuando el primer día a eso de las diez de la noche se presentó una guagüita de una empresa contratista con cinco o seis hombres, mucho me llamó la atención porque nunca anda tanta gente junta para resolver un problema. Vieron, caminaron, nos miraban y, al ver que "no había movimiento", se fueron.
El segundo día, alguien buscó una guagüita de la misma compañía que la anterior y estos me preguntaron si tenía aire acondicionado, me dijeron que solo me podían arreglar la de la casa, pero que el aire no. Le dije que no y que yo no iba a pagar ni un solo centavo. Por donde vinieron se fueron y no le instalaron la luz a quien los buscó y que les iba a pagar.
Ese segundo día tuve que irme a dormir donde uno de mis hijos, pues otra noche en vela no aguantaría.
Al tercer día vino una unidad de la misma compañía con un canasto, cuando les conté lo acontecido me dijeron que ellos solo trabajan hasta las cinco de la tarde ¿y qué hacían los de la noche? Buscando dinero.
Ya es costumbre que en medio de la desesperación los vecinos se junten y le recolecten de tres mil pesos en adelante pues saben que solo así resolverán el problema. Yo no doy dinero para que me restauren el servicio, porque si pago religiosamente y mucho, porque no me robo ni un watt, no es verdad que voy a pagar para recibir por lo menos el servicio ante un problema.
Esta práctica no es exclusiva de Edeeste, porque tengo una amiga en Santo Domingo Norte que se le cayó el cable eléctrico que alimentaba su casa y se cansó de reportar vía telefónica e ir a la propia compañía. Fueron muchas unidades, pero luego de cinco días tuvo que pagarles, ya que la desesperación era mayor.
El grave problema de estar “sin luz” es que no hay teléfono fijo, porque es de fibra óptica. No hay celular porque no tiene carga. No hay agua, porque no se puede llenar el tinaco que luego baja por gravedad. Si es cisterna se llena, pero no puede distribuirse en toda la casa. El inversor no puede durar tantas horas, ni se puede usar para todo. La carne se daña en el freezer, de hecho, tuve que comprar tres fundas de hielo para conservar en parte en una neverita portátil. De computadora ni hablar.
Dicen que toda la culpa ante cualquier problema se le echa al presidente de la república, pero si se siguen escogiendo funcionarios que llegan a los puestos a hacer negocios, seguiremos igual, porque ellos son los que han hecho los contratos con firmas privadas para cobrar comisiones.
La gran pena es que los únicos ladrones y que están presos son los antiguos funcionarios de las Edes.
Estos son más, porque han venido como lobos con piel de oveja. Es preferible que siempre enseñen los dientes y las garras y que no se vendan como los “salvadores” pues nos podríamos atrincherar frente a ellos.
He tomado la decisión de NO VOTAR, porque todos, pero todos, son iguales. Nos embromamos con J, no hay esperanza.