En enero Martin Griffiths, jefe humanitario de la ONU y el Comisionado para Refugiados hicieron el más cuantioso llamamiento humanitario de la historia para favorecer un solo país, ascendente a 4,400 millones de dólares que proveería alimentos, apoyo agrícola para salvar vidas, servicios de salud, nutrición, alojamiento de emergencia, agua y saneamiento, protección y educación de emergencia para 24.4 millones de personas, el 55% de la población de Afganistán. Otros 623 millones se dedicarán a programas de ayuda para los refugiados particularmente en Irán y Pakistán. Más de 2.2 millones de afganos están registrados como refugiados en países vecinos más   otros 4 millones con diferentes estatus después de 20 años de guerra. La “desnasificación” de Putin podría acercarse a esas cifras en pocos días.

Griffiths señaló que: “se avecina una catástrofe humanitaria en toda regla” pues “La mitad de la población enfrenta hambre aguda, más de 9 millones de personas están desplazadas, millones de niños no van a la escuela, los derechos de las mujeres y las niñas están bajo ataque, los agricultores y pastores están luchando en medio de la peor sequía en décadas…” Amplió diciendo: “La escala de necesidad es enorme” y “el año que viene estaremos pidiendo 10,000 millones”

 Por su parte el secretario general de la ONU Antonio Guterres se refirió, satisfecho, a la Resolución 2615 del Consejo de Seguridad que consagró que las sanciones contra el Talibán no impedirán que los recursos humanitarios lleguen a sus beneficiarios y que el Talibán debe asegurar que el territorio de Afganistán no será usado para amenazar o atacar otros países, planear o financiar actos terroristas o acoger y entrenar terroristas.

En febrero, en los Juegos Olímpicos de Invierno el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro paquistaní Imran Khan, “pidieron a la comunidad internacional que brinde asistencia y apoyo continuos y mejorados a Afganistán, incluso mediante el descongelamiento de los activos financieros de Afganistán”.

La “Voz de América” reportó: “China y Pakistán se encuentran entre los países vecinos que temen que la agitación, a menos que se controle, podría desencadenar un éxodo masivo de refugiados afganos y alentar a los terroristas trasnacionales a usar suelo afgano para ataques transfronterizos”. 

Afganistán no sólo ha sido un refugio para terroristas que atacan a Occidente. “Los funcionarios chinos han dicho durante mucho tiempo que los militantes vinculados al proscrito Movimiento Islámico de Turkestán Oriental, OTIM, usan suelo afgano para ataques terroristas en la región fronteriza Occidental de Xinjiang en China. El separatista ETIM afirma que está luchando para apoyar a la comunidad musulmana minoritaria uigur en Xinjiang. China ha negado las acusaciones de abusos contra los derechos humanos…”. Mientras tanto, los gobernantes paquistaníes denunciaron que los proscritos talibanes de su país establecieron santuarios en el lado afgano de la frontera y orquestaron ataques terroristas contra Pakistán.

Como remate positivo, el 26 de enero el secretario Guterres advirtió que Afganistán “Pende de un hilo” y que la organización había aumentado la solicitud de ayuda humanitaria para llevarla a 8,000 millones, superior en 3,600 a los 4,400 originales. Esa alta cifra sirvió como referencia para que en febrero la ONU proclamara que recabará 2,000 millones de dólares para la reconstrucción de  Haití, que tiene la cuarta parte de la población de Afganistán y recibirá la cuarta parte de lo asignado a ese otro país.