También yo he sido presa de la obsesión. A quienes me preguntaron por qué escribí “Morir en Bruselas” contesté que no lo sabía: las obsesiones son inexplicables. Sí explica esta obsesión el que Miriam Pinedo me visite aún en sueños y el que un protagonista del drama me produjera una animadversión tan intensa como enigmática. Creo también que esta obsesión explica el modesto éxito de mi obra y la obsesión con la que – me cuentan muchos lectores – fue leída.
Sueño también con el protagonista de mi nueva novela. No me extrañará si esta es igualmente recibida con entusiasmo.