En varias oportunidades he hablado sobre la falta que me ha hecho el recibir cartas. Era una gran coleccionista de hermosos papeles y sobres. Los rastreaba en todas las papelerías de la ciudad, claro, eso es de ¡uhhhhhhhh! “Cuando Cuca bailaba”, en la década de los setenta, en los que yo soñaba.

Hoy en día no existen cartas físicas, ni hay papeles para escribir poemas, aunque los poemas de amor y desamor también desaparecieron, eso creo, porque no estoy al tanto.

Los abrazos y los besos, bueno, entre los enamorados deben de seguir, pero entre las personas comunes y corrientes, ya no están.

Todas estas manifestaciones, sobre todo de afecto, de cariño, de cercanía, han sido sustituidos por los celulares, por las redes sociales.

Cada mañana al despertar encontramos en nuestros celulares infinidad de mensajes, nada personal, la mayoría de veces las personas que se dedican a estos menesteres hacen un listado, eso supongo, y mandan el mismo saludo a mansos y cimarrones.

En mi caso, recibo decenas, todas mis amigas me envían algo. Yo, como persona educada también aprendí a devolver algo tan impersonal como lo recibido. Una amiga experta en mandar mensajes me mandaba muchos muñequitos, creo que se llaman emojis, me enseñó como guardarlos en el celular, ha sido una gran adquisición ya que puedo devolver al instante acuse de recibo, pues las personas que envían se enojan, en nuestro argot, “se ponen bravas” si no se les contesta y dicen “me dejaron en visto”.

Al instante envío un “amén”, muy bonito, “unas manos en actitud de oración”, “todo tipo de tazas para los buenos días, incluyendo un pato Donald anunciando la llegada del café” “cantidad de muñecos muerto’e risa” y así quedo bien con “to’el mundo”.

En esa nueva forma de comunicarse, una de las cosas que más me molestan que me envíen son las cadenas de oración a todas las vírgenes para recibir en los siguientes diez minutos un milagro y ¡ay si se rompen! Si no se envían a diez personas, incluyendo a quien lo manda, se embromó, porque le puede venir algo malo.

El “bendiciones” me hacen grrrrr, y yo a propósito se lo envío a una amiga que es tan necia como yo en ese aspecto, solo por imaginar lo molesta que se pone.

Me había acostumbrado a que me enviaran cartas al correo electrónico y ya ni ahí, porque lo único que recibo son propagandas comerciales o para recordarme la inscripción del nuevo trimestre del instituto de inglés de mi nieto. Hasta eso está en desuso ya que hay otras redes sociales más rápidas y actualizadas y yo no estoy en ninguna.

Los nuevos medios de comunicación han acabado con todo. Con la escritura, con la lectura, con la investigación y hasta con los diccionarios físicos.

¿Qué es bueno? ¡No lo sé! Lo que sí sé es que tan bueno no es, porque durante toda la pandemia pude superar esa soledad, ese aislamiento, viendo nuevamente la única novela que he visto en mi vida y que gracias a Dios la encontré en You Toube y me pasaba todo el tiempo en eso, terminaba y la empezaba de nuevo. Pero ¡oh Dios! en medio de su proyección vi por primera vez lo que era pornografía, salían unos flash y yo la primera vez “etaqué” los ojos, luego supe cómo podía obviarlo sin que me interrumpiera mi novela. A partir de ahí he sido una vocera de advertencia para los padres de hijos pequeños y adolescentes para que estén con “ojo avizor”.

Al ser la menor de mis hermanas me pusieron el nombre de mi mamá, Elsa. Para distinguirnos todos los cercanos me llaman “Elsita”. Es muy llamativo para los demás escuchar a mis nietos y sobrinos nietos llamarme así, para ellos no soy ni tía, ni abuela, simplemente Elsita y para el más pequeño “Sita”.

Pero como una de las cosas que más extraño en este tiempo, además de las cartas y los abrazos, que fueron sustituidos por mensajitos y emojis, es el escuchar “te amo” cada vez que mis hijos Luis Augusto y Luis Antonio, mis sobrinos Darielo, Darién y Darina, mis nietos Luis Alejandro y Luis Arturo, mis sobrinos nietos María Lourdes, (mi Nenecita), Axel, Darielito, Adriana, Pol y Nanel permanecen un rato abrazados a mí y me dicen “Elsita, te amo” el corazón quiere salirse de mi pecho, se me cae la “baba”, es que yo los amo tanto a ellos que solo puedo decirles “y yo a ti”.