Dibujo de José Alloza tomado de Historia gráfica de la República Dominicana.

La versión original de este ensayo fue publicada en 2000 con el título “Primitive Borders: Cultural Identity and Ethnic Cleansing in the Dominican Republic” en el libro Returning Gaze: Primitivism and Identity in Latin America, editado por Erick Camayd-Freixas y publicado por Arizona University Press.

En 2021, el ensayo fue incluido en el libro Seis ensayos en busca de nuestra desmitificación, publicado por la Editorial Universitaria Bonó. A pesar de que este ensayo fue publicado en 2000 y está basado en hechos que ocurrieron antes de ese año, el mismo tiene vigencia, en tanto propone un análisis de las imágenes y tropos que permean lo que denomino primitivismo como discurso anti-haitiano en la República Dominicana.

Este ensayo fue escrito a finales de la década de 1990, en la cúspide del discurso anti-haitiano como resultado de la campaña auspiciada por el Estado en contra de la candidatura de José Francisco Peña Gómez (PRD) en las elecciones de 1994 y 1996, en las que se cometieron fraudes para evitar la victoria de este candidato dominicano de origen haitiano.

Introducción: Haití en el discurso primitivista dominicano

El discurso primitivista dominicano con respecto a Haití es tan antiguo como la fundación misma de la nación dominicana y aún más allá. Sin embargo, no fue hasta la década de 1930 en que dicho discurso surgió con mucha más fuerza, ya que el mismo sirvió de justificación a uno de los hechos más abominables e incomprensibles de la historia dominicana y Latinoamericana: la Masacre de nacionales haitianos en 1937. Durante varios días, miembros del Ejército dominicano masacraron y decapitaron a miles de haitianos en la frontera entre ambos países. El nacionalismo a ultranza del dictador Rafael Leonidas Trujillo encontró el pretexto perfecto para esta matanza en la alegada “primitivización” de la frontera dominicana.

 

En su libro Gone Primitive, Marianna Torgovnick define el primitivismo como un conjunto de tropos diversos y contradictorios que conforman una gramática y un vocabulario referidos al Otro (8). Estos tropos, que consisten en imágenes e ideas recurrentes, fueron cruciales en la formación de la identidad cultural de los europeos. A través de estos, los europeos construyeron una visión acerca del Otro como manera de lidiar con las diferencias culturales y a la vez como justificación de la colonización en Asia, África y América (Root 34).

 

Desde mediados del siglo XIX, el sujeto dominicano se apropió del discurso primitivista europeo y lo reprodujeron con respecto a los haitianos para construirlos como el Otro-Primitivo. Dicha apropiación tiene lugar en el contexto de un imaginario poscolonial y se convierte en un metaprimitivismo, que tendría su correlato en lo que Torgovnick denomina proyección: “Los primitivos son nuestro ser indomable, nuestras fuerzas inconscientes

-libidinosas, irracionales, violentas, peligrosas” (8). De las dicotomías bueno/malo, racional/irracional, civilizado/salvaje, cultural/natural, el sujeto dominicano expulsa de su ser el segundo término de las oposiciones y lo proyectan en los haitianos, como mecanismo de defensa. En su gran mayoría, los dominicanos han conformado su identidad cultural y nacional a partir de la negación de la cultura haitiana. De esa manera, también se construyen imaginariamente como lo-que-no-son.

 

Para el sujeto dominicano, los haitianos no sólo constituyen un Otro-Primitivo sino también un Otro-Vecino y un Otro-Dentro. El conjunto de tropos, imágenes y expresiones acerca de Haití, que aparecen en el discurso popular, literario y académico, ha ido conformando el discurso primitivista. Mi propósito en este ensayo consiste en la discusión, por una parte, del discurso primitivista dominicano con respecto a los haitianos, que posee un lugar privilegiado en la frontera, y que sirvió como justificación de la masacre de 1937. Me gustaría, por otra parte, discutir algunos de los conflictos de la identidad cultural dominicana.

 

En su artículo “Tipología del tema haitiano en la literatura dominicana”, Marcio Veloz Maggiolo estudia las imágenes y expresiones referidas a los haitianos desde el siglo pasado y hace la siguiente clasificación: el haitiano adulado, el haitiano agredido, el haitiano adulterado, el haitiano compadecido y el haitiano integrado (94). Lo que Veloz Maggiolo denomina “tipología” no es más que las distintas formas que adoptan los tropos del discurso primitivista, y que construyen a los haitianos de manera “diversa y contradictoria”, tal como afirman Torgovnick y Root. Las contradicciones se deben a que una de las peculiaridades de los tropos consiste en su ambivalencia, la cual le permite cambiar de sentido en diferentes contextos (Root 34).

 

Las diversas formas que adoptan los tropos del primitivismo en el discurso con respecto a los haitianos son: los haitianos son animales, los haitianos son caníbales, los haitianos son salvajes, los haitianos son violentos, los haitianos son ladrones, los haitianos son naturales y los haitianos son promiscuos y prolíficos. Todas estas imágenes e ideas fueron las mismas utilizadas por los europeos para referirse no solo los africanos y asiáticos sino también a los latinoamericanos en general y a los caribeños en particular. No quisiera dejar pasar la oportunidad de observar que el discurso primitivista dominicano tiene un lugar privilegiado en el discurso de la frontera, o en lo que denomino “las fronteras del primitivo”, por lo que me gustaría apuntar, previo al análisis central en este trabajo, algunos aspectos cruciales con respecto a la frontera dominico-haitiana para la comprensión de los aspectos culturales que se argumentarán posteriormente.