La situación actual y las expectativas para los próximos años, particularmente para los años 2022 y 2023, no son nada halagadoras. De hecho, todas las proyecciones realizadas estiman que se producirán grandes alzas en los combustibles, en los granos y en otras materias primas o commodity y se habla de alzas por encima del 50% de los precios actuales.

Hay que recordar que los procesos inflacionarios que se iniciaron en el año 2021, en gran manera se produjeron por el aumento de la demanda, combinado con una oferta disminuida como consecuencia de la COVID-19, que limitó las actividades productivas a nivel mundial ocasionando serias limitaciones en la cadena de abastecimiento, como es el caso del transporte marítimo de materias primas y bienes de consumo en general.

Resulta que, a lo anterior, ahora, habría que agregarle el conflicto Rusia-Ucrania, que viene a agravar y a extender los procesos inflacionarios a nivel mundial, porque los precios del petróleo y de los alimentos se encarecerán aun mas y lo peor de todo es que esta situación resulta impredecible de estimar su duración por el alto grado de incertidumbre que han tenido históricamente estos conflictos de guerra.

Particularmente, de acuerdo con estimaciones realizadas por el Banco Mundial dan cuenta que esta situación ocasionará una muy elevada inflación en los Estados Unidos de Norte América y eventualmente una recesión en la economía de esa importante nación que por múltiples factores incide de manera directa en la economía dominicana y de seguro tendremos los rebotes en la mayoría de nuestras actividades económicas. De hecho, ya la economía de los Estados Unidos en los primeros tres meses del año 2022 ha alcanzado un nivel de inflación de un 8.5%, el valor mas alto en los últimos 40 años. lo cual como se indicó obedece principalmente al alza en los precios de la gasolina, alimentos y la materia prima.

En artículos anteriores, hemos hablado del aporte que hacen cada uno de los sectores de las actividades económicas al PIB, destacándose el débil aporte de los sectores primarios y secundarios, es decir de la agropecuaria y del sector manufacturero.

Hay que reconocer el gran aporte que hace el sector turismo a la economía dominicana, que en este caso ha sabido explotar las condiciones naturales propias de nuestro país que representan un buen cimiento para tales fines, pero a ello se ha unido el complemento requerido del sector privado para crear una industria turística fuerte y con potencial de crecimiento constante, como ha sido en las últimas décadas.

La industria sin chimenea, como suele llamársele al turismo, comprende una cadena con muchos eslabones que potencian significativamente el aporte de todo el sector al producto Interno Bruto (PIB) , con una serie de derrames positivos a la economía del país.

Somos de opinión que aun cuando el turismo ha logrado recuperarse, aunque todavía no ha alcanzado el nivel del año 2018. De acuerdo con las informaciones publicadas por el Banco Central, en los primeros tres meses del año 2022, ingresaron al país 1,430,298, lo que tomando en cuenta el comportamiento histórico de nuestro turismo (tomando como referencia los años 2017,2018,2019 y 2021), se estima que en todo el año 2022 ingresarían al país 4,925,225 extranjeros. En el año 2019 ingresaron 5,357,619, o sea que todavía nos falta para alcanzar los niveles anteriores a la pandemia.

Entendemos que, aunque no es lo que se quiere, que debido a que los niveles de inflación esperados en este año y en el 2023 afectarán mayormente a la clase media y baja, por ser las mas vulnerables y que tomando en cuenta que nuestro turismo no es un turismo en su composición total de clase alta(Gasto promedio por día US$129.50), se podría concluir que eventualmente los niveles de visitantes extranjeros pudiesen ser inferiores a los esperados por las autoridades del sector.

Por otro lado, en vista de  lo indicado arriba en cuanto a los probables aumentos de hasta un 50%, en los precios de las materias primas, alimentos y petróleo, en el presente año y en el 2023 y en razón de que no tenemos petróleo (hasta el momento), se justifica aún mas que se realicen las inversiones e incentivos necesarios no importando su cuantía para darle un impulso gigante e integral a nuestro sector agropecuario, de tal manera que se aseguren los alimentos del pueblo dominicano a precios accesibles a las clases mas vulnerables y colateralmente que este sector contribuya a mejorar los índices de desarrollo económico del país.

Nuestro sector manufacturero requiere de una reingeniería que logre un mayor impacto en el PIB, lo cual podría lograrse si se asimila que las zonas francas son solo el principio y el final corresponde a procesos de industrialización que derramen mayor valor agregado, una mano de obra de mayor calidad y procesos de mayor tecnología.