Al final de cada año, siempre es muy importante y recomendable hacer una reflexión, pasar revista a nuestras vidas, hacer una especie de evaluación, sobre nuestras acciones y comportamientos, tanto pública como privada; sobre cómo ha sido nuestra forma de actuar y nuestra conducta con nuestra familia y con la sociedad; en qué fallamos, o incumplimos; qué cosas realizamos y cuáles nos quedaron pendientes por realizar; cuáles fueron nuestros logros, los errores que cometimos y cuáles fueron nuestros fracasos.

Al inicio de un nuevo año que comienza, también debemos tratar de crearnos metas, objetivos, propósitos, proyectos, anhelos sobre qué cosas queremos realizar en nuestras vidas; obtener, erradicar o mejorar en nuestras familias, en nuestras empresas, en nuestro lugar de trabajo, en la institución a la que pertenecemos, etc.

El Presidente de la RepúblicaLuis Abinader Corona, debe plantearse como propósitos inmediatos, replantear su gobierno, reencauzarlo por el camino correcto, dejar de actuar con tantas improvisaciones, corregir los errores y desaciertos que viene cometiendo y tratar de sacarlo del camino empantanado en que hoy se encuentra, el cual ya luce viejo y agotado, sin nada que ofrecer por el momento.

Terminado el acostumbrado “pan y circo” de cada mes de diciembre, en enero comienza el periodo de “las vacas flacas”, el de la escasez, donde los rigores de la crisis económica se harán sentir, aun, en el propio partido de gobierno, por los efectos del alto costo de la vida, el cual ha llegado a niveles nunca visto, no importa la gran mayoría calificada a nivel congresual y municipal que hoy ostenta.

El Presidente de la República también debe empantalonarse e iniciar el nuevo año renovando el tren administrativo de su gobierno, no debe continuar haciendo más de lo mismo, con una agenda del día a día, sin planificación y sin una estrategia definida. Debe sustituir a todos los funcionarios que no realizan una labor eficiente, sobre todo, a los que están cometiendo actos de corrupción y a los que están utilizando los recursos de las instituciones que dirigen para su campaña política, pues no lo están ayudando.

Debe preocuparse por mejorar todos los servicios públicos, los cuales, en su gran mayoría, han colapsado, como los son: el costo de la canasta familiar, la salud, la educación, seguridad social y ciudadana, el tránsito y el transporte, que son un caos total; los problemas fronterizos, medioambientales, desempleo, energía eléctrica, agua potable, entre otros.

La oposición política del país también debe jugar su rol como tal, por el equilibrio de la democracia y por la buena gobernanza del país, ya que hasta ahora ha dejado mucho que desear durante los años de gobierno del Presidente Abinader, pues no ha sabido o querido aprovechar para su beneficio los errores garrafales, desaciertos, escándalos, así como de las actuaciones fallidas de este. Hasta ahora todo ha pasado sin penas ni glorias, como si nada hubiese ocurrido. Esta debe de activarse, definirse y actuar en consecuencia este año que se inicia pues la misma representa un contrapeso a las acciones y decisiones tomadas por el gobierno.

Todos los sectores económicos, políticos y sociales de la nación también deben forjarse metas, propósitos y objetivos estratégicos de cómo contribuir con el crecimiento y desarrollo del país, dejando de lado la ambición, el egoísmo, el odio y el rencor, enfrentando la corrupción pública y privada y realizando los aportes necesarios para que, aplicando la unidad en la diversidad, podamos enfrentar los grandes retos que todos tenemos por delante. Ojalá que así sea.