1.- Aquellos que en el país tienen el dominio económico, político y social les harían un gran favor a las dominicanas y a los dominicanos aclarándoles que se quedarán gobernando eternamente y con el mismo sistema.

2.- Si así lo hicieran, ya el pueblo sabe a qué atenerse: continuar bajo estado de opresión, o rebelarse utilizando el método de lucha que más se ajuste a la situación y a sus posibilidades.

3.- A las ciudadanas y a los ciudadanos dominicanos no se les ha dicho que deben acostumbrarse a ir a las urnas para con sus votos legitimar el orden establecido, el Estado, gobierno e instituciones.

4.- Porque el pueblo dominicano no es bruto, si con franqueza se le dice que seguirá a perpetuidad soportando necesidades, de seguro que lo va a entender y así no tiene necesidad de estar depositando cada cuatro años un papel en un cajón.

5.- Si aquí, con motivo de los procesos electorales al final todo es lo mismo, para qué gastar tiempo, dinero y poner a electores y electoras de mojiganga, tomándoles el pelo.

6.- No es más que coger a los votantes como buenos pendejos, en cada campaña electoral presentarles personas diferentes como candidatos, pero con igual pensamiento político. En semejante situación, cualquiera que resulte ganador, nada cambiaría.

7.- Para la mayoría de las personas dominicanas con calidad para votar, los procesos electorales se han convertido en asuntos políticos de pura formalidad, condiciones constitucionales y legales a cumplir para llenar requisitos.

8.- La ciudadana y el ciudadano dominicano, en las votaciones a efectuarse para escoger a los que irían a ocupar cargos electivos, no tienen posibilidad para elegir entre candidatos con programas diferentes. La opción está ausente porque los aspirantes representan los mismos intereses, que no son otros que los del statu quo.

9.- Las elecciones o votaciones se identifican aquí como lo que en economía es un cartel en el sistema capitalista desarrollado, en el cual los monopolios acuerdan producir más o menos uniforme, con la finalidad de controlar la producción, zonas de venta, precios fijos; acentuando ganancias, eliminando competencias, con más explotación de obreros y deprimiendo los salarios.

10.- Algo semejante ocurre en el país nuestro con los procesos electorales. Los partidos del sistema unidos, garantizan el funcionamiento y vigencia del régimen económico y social, impidiendo con maniobras la incidencia de partidos y candidatos contrarios al orden establecido.

11.- En el campo electoral dominicano, no existe rivalidad de candidatos y partidos políticos, porque entre los participantes las diferencias son personales, nada de principios, ideología, ni objetivos.

12.- El antagonismo político y social ocurre cuando están en disputa intereses contrarios. Entre iguales no hay oposición, ni enfrentamientos, solo avenencia, conformidad.

13.- En el ambiente político nacional dominicano, en el curso de unas votaciones, electoras y electores, no son otra cosa que piezas del sistema, utilizadas para con sus votos legitimar trampas sistémicas. Los enfrentamientos que se dan en el curso de los comicios forman parte de contradicciones simuladas, superadas con besos hipócritas y abrazos fingidos.

14.- Al momento de abrir las urnas y proceder al conteo de los votos, resulta ganador el mismo modelo económico, porque en ningún momento existió discrepancia sobre su permanencia. Las aparentes riñas electorales son para saber quién será el administrador del presupuesto nacional y garante del régimen económico que oprime al pueblo.

15.- Por la composición de los partidos que participan en las votaciones que se efectúan aquí, las mismas carecen de relevancia, porque los actores son idénticos en sus fines e ideología.

16.- Para lo que se llama pueblo dominicano, las votaciones no tienen ninguna importancia en lo absoluto, ya que ellas no cambian sus condiciones de vida material y espiritual. El elector se convierte en una cosa sin trascendencia positiva alguna.