Cuando se creó, mediante la Ley 22-01, el Colegio Dominicano de Psicólogos (Codoposi), institución sin fines de lucro encargada de regular, promover y velar por el ejercicio ético de la profesión en la República Dominicana, quien escribe, proveniente de una familia curtida en líderes gremiales ligados a la salud, ya era psicóloga y ejercía en New Jersey, Estados Unidos de América.

De más está decir cuán orgullosa me sentí, después de muchos años de haberme graduado, de formar parte de la directiva de nuestro gremio (abril 2023), asumiendo una posición de suma responsabilidad, como es la Secretaría de Finanzas.

Debo reconocer que muchas veces mi entusiasmo por mantener la institución bajo una organización rígida, disciplinada y acorde con los mandatos que ordenan sus estatutos y las leyes, se ve estropeado ante la actitud de algunos de sus miembros. Es gente que prefiere el desorden y con ello evadir olímpicamente la responsabilidad, olvidando que estos recursos deben manejarse con extrema pulcritud, a sabiendas de que no pertenecen a nadie en particular, sino a la institución.  Quienes asumimos el compromiso de administrar recursos no propios, tenemos el deber de responder con toda la claridad posible por lo que se ha confiado en nuestras manos.

Nuestra postura de respeto por los derechos de los demás, algunos la han interpretado erróneamente, incluso han puesto en marcha supuestos actos jurídicos, a sabiendas de que carecen de base legal. Recordemos, como profesionales de la psique humana, que todo acto éticamente cuestionable que cuente con el apoyo de medios de poder provocará en cualquier ámbito un daño irreparable a la reputación, no sólo de quien ejerza determinada posición en un conglomerado, sino de todos los que la componen, sin hablar de las pérdidas financieras que suscitaría.

Cuando los intereses de los dirigentes de una organización no están alineados con el beneficio de la mayoría de sus miembros, de seguro esta tendrá grandes conflictos. Por tanto, somos de la absoluta creencia de que debemos trabajar por el bienestar de los casi cuarenta mil psicólogos inscritos en nuestra organización colegiada, y no debemos permitir que se paralicen cuentas bancarias, provocando, entre otras cosas, que a nuestros empleados se les deje de pagar el sueldo del que dependen.

Tampoco debemos aceptar la insinuación de falsificación de firmas y las mentiras que se ofrecen ante notarios públicos y alguaciles acerca de los estatutos de la institución.

Debemos construir canales de trabajo que fortalezcan al gremio y nunca crear motivos para la división entre nosotros, lo que equivaldría a destruirnos. Esta directiva está determinada a mantener un ejercicio honesto en el que no aparezcan membresías falsas, cuyos titulares no hayan completado sus estudios en universidades acreditadas.

No dejaremos de empeñarnos en hacer que quienes nos ofrecen sus aportes se sientan en la seguridad de que a estos se les den el uso adecuado, según los estatutos y los mandatos del órgano autorizado.

¡Reforcemos el Codopsi hasta convertirlo en un organismo fuerte, en el que la ética presida todas las razones de su existencia! ¡Unámonos para probar que la conocida sentencia de aquel célebre personaje, “divide y vencerás”, nunca entrará en nuestras acciones, porque somos mejores seres humanos!

Que todo este problema solo sean pequeñas piedrecitas en el camino y no van a detener nuestros pasos.

(Merliz Rocío Lizardo Guzmán. Aprendiz de la conducta humana)