Nuestro país ha venido adoleciendo desde hace muchos años de los mismos problemas de siempre. Sin embargo esos problemas se han ido agudizando con el tiempo, a tal punto, que hoy constituyen un verdadero anclaje inconmovible para nuestro desarrollo como nación. En los últimos 27 años nuestros “líderes políticos” se han enfocado en muchas otras cosas pero aparentemente no en las que se requerían para avanzar en nuestro desarrollo.

Los gobiernistas de ahora y los del pasado reciente, han exhibido como un triunfo absoluto de sus respectivos gobiernos, el crecimiento económico, el cual tiene un efecto positivo en la economía sin duda alguna, pero en realidad no necesariamente entraña una mejoría para nuestros conciudadanos.

Existe una diferencia conceptual muy clara de lo que es el efecto del crecimiento económico, que tradicionalmente se mide con el crecimiento del Producto Interno Bruto, y lo que es desarrollo.

Este último es un concepto mucho mejor acabado pues incluye el bienestar general y no necesariamente monetario, de una población. Es la manera en que se manejan los problemas para que queden resueltos y así mejorar la calidad de vida de todos. Obviamente a través de nuestras instituciones.

Por ejemplo, como podemos explicar que alcanzándose ese crecimiento económico sostenido por años, no haya habido compensaciones en proporciones adecuadas en los salarios para mejorar la calidad de vida de nuestros trabajadores y se sus familias. Una parte del sector empresarial dice estar de acuerdo en ajustarlos.

O como podríamos explicarle a una persona pobre y enferma, que no obstante el crecimiento económico anunciado, no pueda conseguir el servicio básico hospitalario que le ayude a sanar. ¿Donde estaban los equipos y los medicamentos necesarios? ¿Donde estaban los médicos, aunque mal pagados? Quizás estaban en huelga salarial, que es casi todo el año. El crecimiento no hizo nada para corregir esto. Si hubiera un mayor nivel de desarrollo posiblemente eso no sucedería.

El trabajo consciente y tenaz en nuestra infraestructura institucional, con lo mejor que podamos contar en término de recursos humanos, es lo que provoca que una nación se desarrolle.

No es pasarse el tiempo en meras discusiones que no nos llevan a ningún lado mas que permitirles, a grupos enquistados en los gobiernos y partidos políticos, la oportunidad de armar y desarrollar los esquemas para corromperlo todo en perjuicio de la gran mayoría. Esta corrupción que ha llegado tan lejos, que ni siquiera sonroja a los supuestos líderes que tenemos, porque ellos mismos son parte integral de este bochornoso espectáculo. Y no es solo esto, es que parece que su codicia es insaciable y que solo terminará cuando el Tesoro Nacional desaparezca.

La educación pública es también un desastre desde hace tiempo. Se robaron no solo los recursos incrementados de la enseñanza sino más bien el futuro de la nación. Y el gobierno actual se toma la libertad y diría que hasta el atrevimiento, de dejar a un incompetente dirigir ese importante ministerio por más de dos años.

Decía Francisco Ayala, escritor español y Premio Miguel de Cervantes: “que la incompetencia es tanto mas dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente”. Con esto el gobierno solo puede exhibir ineptitud y en el futuro inmediato una muy mala calidad educativa al través del informe PISA(Programme for International Student Assessment). Se malgastaron muchos millones de pesos para obtener nada. Dos años perdidos que es la mitad de un período de gobierno. ¿Quien habrá de pagar por esto? Pues, lamentablemente nuestro desarrollo o más bien nuestro futuro.

Un grupo de instituciones que con solo hacer su trabajo con rectitud e imparcialidad, llamémosle el Poder Judicial, podría traernos Justicia, la cual debe hacerse según las leyes y el derecho. Esto resulta vital para el desarrollo de una sociedad. Pero la realidad lamentablemente no es esa. El Poder Judicial está parcialmente viciado y corrompido y la justicia que nos brinda es inaceptable para la gran mayoría.

Todos sabemos que el gobierno pasado se robó casi el país entero y no hay nadie condenado. Y los expedientes que se estuvieron procesando de repente se desvanecieron como por arte de magia. Esto inmiscuye a algunos actores del Ministerio Público y a políticos del actual gobierno, y todos sabemos quienes son. Pero no es solo eso, es que nuestra Suprema Corte de Justicia la preside una persona ligada a la política o más bien al partido del anterior gobierno. Y nuestra Constitucion establece claramente en su Artículo 151 que los integrantes del Poder Judicial no podrán participar en actividad político partidista. ¡Y no pasa nada!

Me parecería que el presidente de la República, valiéndose de su investidura y de todo lo aquí planteado, podría sustituir al actual presidente de la Suprema Corte y en su lugar recomendar una figura nacional respetada por todos. De esta forma empezaríamos a limpiar el Poder Judicial para que pueda garantizar la administración de justicia. Con esto nos veríamos compelidos al cumplimiento de la ley por parte de los ciudadanos y sobre todo de nuestras instituciones.

Podríamos, finalmente caminar por un sendero de progreso y desarrollo en el país. Consideraba el ginebrino de la Ilustración, Rousseau: que lo importante de la justicia es saber que se aplica. Con solo esto nos evitaríamos muchas sentencias que ya serían innecesarias.
Hagamos algo antes de que sea demasiado tarde!