Horrorizada, como ciudadana, como madre, como una persona que se esfuerza cada día por dar lo mejor y espera crear un mejor entorno para mis hijos y para futuras generaciones, he visto vía las redes sociales circular dos videos, el primero con las “jóvenes” que atracaron al taxista y el segundo y más reciente, el del coronel que entró a un establecimiento vociferando los peores improperios a las personas que allí se encontraban.
Se pudiera decir que los protagonistas de ambas escenas están en los extremos de la ecuación, pues unas son acusadas en un acto delincuencial y el otro, es una autoridad del orden. Sin embargo, tanto las jovencitas como el susodicho coronel están unidos por el hilo conductor de la falta de valores, del desapego a lo correcto, a la idealización que todo ser humano debería tener de una vida coherente en una sociedad que nos permita desarrollarnos con dignidad. Dignidad, una palabra trillada que significa tanto, es esa cualidad que nos hace valer como personas, que nos hace comportarnos de manera seria, de manera responsable y con respeto hacia los demás y hacia nosotros mismos.
Venimos sufriendo como país, como sociedad, como familia que es la base de todo, transformaciones profundas, muy marcadas por la inmediatez, por la mala influencia y promoción de figuras y modas, de música, de palabras, de medios, que nos debilitan cada vez más porque van calando en todo lo que hacemos, en lo que decimos, en lo que desempeñamos, en lo que normalizamos como correcto. Jóvenes que se dedican a la vida callejera, a tomar y fumar sin control, al uso de drogas, a tal vez prostituirse, a delinquir y a volver esto su cotidianidad, porque lo viven y lo ven en su entorno. Vemos por otro lado a un uniformado, ya por no decirle autoridad, que no tiene concepción o consciencia del rol que lo inviste, con el mismo lenguaje o comportamiento que cualquier delincuente que él estaría llamado a perseguir o poner en orden, y entonces deberíamos preguntarnos, ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad? ¿Nos estamos pudriendo por dentro y no nos damos cuenta? Sócrates decía: el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe. ¿Qué viene pasando en nuestro país que estamos corrompidos? ¿Por qué tantas barbaries, tanta gente desestructurada? Será que salir a las calles es salir a una selva y en cualquier lugar nos podemos encontrar con un animal, y perdón por el paralelismo.
Nuestra sociedad necesita temor y frenos, autoridad y control, familia y amor, valores, religión, educación, respeto. Aplica para todos, ricos, pobres, ciudadanos, autoridades, niños, jóvenes, adultos. Debemos rescatar los valores, debemos reconducirnos y transformarnos desde adentro.