Ahora que la nacionalidad colombiana está adquiriendo serias dimensiones en el vocabulario judicial de mi país, decidí acercarme a la fascinante Colombia. Empecé a seguir en su cuenta de Instagram al destacado actor Anderson Ballesteros. En otras palabras, nuestro Chili en la serie #ElPatrónDelMal. ¿Cuál es el interés en seguir también a una actriz excepcional como Cecilia Navia (#chichilanavia)?

Esta incursión en mi Colombia comenzó en los años 90, después de haber asistido a los episodios de la serie Escalona en la televisión dominicana. Descubrí al mismo tiempo actores de talento y vallenato. Llegué a entender capítulos enteros de la historia colombiana  relacionados con la obra de García Márquez. Nos encontrábamos en una etapa en la que la ficción nos ayudaba a comprender nuestra propia vida cotidiana. Tremendas ficciones que son siempre grandes realidades. ¿Cómo explicar que actores como Cecilia Navia, Anderson Ballesteros y Andrés Parra hayan logrado mágicamente explicarnos con una labor impresionante los capítulos más dolorosos de la historia de Colombia?

Tuve correspondencia con John Lawrence Collins Jr (1929-2005), más conocido como Larry Collins. Su respuesta a mi carta de 1993 sobre la novela Las Águilas Negras sobrevivió a todos los terremotos. Cuando descubrí la dirección de Twitter del magistral venezolano Luis Zelkowicz, guionista de la serie El señor de los cielos, le saludé inmediatamente.

Con motivo de la ruta Quetzal 2003, estaba conversando con Don Guillermo de la Quadra-Salcedo (1932-2016) en el Hotel Nicolás de Ovando (calle Las Damas). Le pregunté ¿Hasta dónde podemos llegar con el Quijote? Me contestó sonriendo: -Ahora, gracias a Ruta Quetzal, el Rey de España está al tanto de tus andanzas… Durante 3 días, trabajábamos para fortalecer la curiosidad de 450 alumnos. Una mañana, antes de las conferencias, en el patio de la fortaleza Ozama, Don Miguel, con su mirada enciclopédica, me hizo un recorrido táctico impresionante de las guerras napoleónicas. Logré aprovecharme de las tremendas experiencias del más universal de los españoles; éramos los primeros en sentarnos en el patio del Nicolás de Ovando, tomando notas a las 5 de la mañana. Con este culto maestro, siempre atento, le tengo una entrañable deuda. Me enseñó a «mandar al diablo», con elegancia, a las embajadas; «los artistas llevan y protegen la bandera». Si te dijera, Don Miguel, desde nuestra conversación de aquel verano, ya no voy a las recepciones oficiales.

De hecho, en junio de 2014, le explicaba a una amiga mexicana mis aventuras con un mexicano planetario, Pedro Páramo. El autor, Juan Rulfo, dijo en una entrevista que el manuscrito se cayó al suelo y no pudo reconstruir el orden de las páginas de la historia. Esto explicaría la estructura original de una de las mayores obras de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Mucho antes que el mítico Macondo de García Márquez, los protagonistas de la Comala de Rulfo son algo indefinible, brillantemente contado por un escritor fantástico

En aquel entonces de mis charlas cerca de la Fortaleza Ozama (Rumbo a las Montañas del Parayso), me faltaba un traje Ruabijas. Así vestido, con algo diseñado por Cecilia Navia, el caballero de la ventana se quedaría esperando cerca de Gascue. Después de mi primera nota a #chichilanavia, esposa de Pablo Escobar en la serie #ElPatrónDelMal, me sorprendió recibir una respuesta. La verdad es que me apetecía cambiar de profesión, de entorno y de papel. Quise ser, yo también, #ElPatrón.

Como en una crónica de Altocerro escrita en la acera de la Librería La Trinitaria, con la complicidad de Don Virgilio Díaz Grullón, me puse a buscar una foto de Miguel de la Quadra, cerca de la Torre del Homenaje. Luego una imagen volvió a mi mesa. Quizás la más bella de todo el cine dominicano. La de la novia del Teniente Amado con el paraguas.

Los lectores del Quijote somos una familia aparte.

Foto: El autor; col. G.M.