Todos conocemos el proverbio chino “si no quieres que se sepa, no lo hagas”, aunque, a decir verdad, ha adquirido mucha popularidad la versión “si no quieres que se sepa, al menos no lo digas”. En cualquiera de sus formas, el sentido de la frase implica protegernos, resguardar nuestra intimidad e imagen. Sin embargo, lamentablemente, cada día se complica más cumplir a cabalidad este planteamiento. Ojo, no precisamente porque seamos unos indiscretos parleros. Realmente, nos tienen en la mira 24/7 y no, no tengo un delirio de persecución, pero tendremos que estar más atentos a lo que permitimos. Ciertamente, los gigantes digitales, los conocidos Google, Meta (antes Facebook), Amazon, Apple y unos pocos que luchan por entrar a la privilegiada lista, en su ferviente competición, ponen en práctica una serie de estrategias de seguimiento de los usuarios, rastreando nuestro más mínimo movimiento, a veces sin que nos demos cuenta, lo que nos hace reflexionar si ¿acaso ya no tenemos privacidad?

 

Para comenzar, millenials y generación z, recordemos cuando éramos adolescentes y nuestros padres, en ciertas ocasiones, nos pedían nuestras contraseñas, nuestros aparatos electrónicos o simplemente se sentaban con nosotros a ojear lo que hablábamos o a visualizar los interlocutores; generación x y Baby Boom, seguro están pensando cuando estaban bien entretenidos conversando en la línea telefónica y sentían que alguien más levantaba el teléfono de su casa en un fallido intento de hacer un silencio sepulcral. No cabe duda de que estas acciones clásicas nos hacían sentir al descubierto, indignados, impotentes e independientemente de que no estuviésemos haciendo nada malo, provocaba que nos convirtiéramos en expertos abogados exigiendo respeto al derecho de la privacidad, aunque muchas veces, para nuestra tristeza, no surtieron los efectos esperados, atendiendo al fundamento de que era por nuestro bien.

 

Lo anterior, también lo hacen las grandes empresas, pero a otro nivel. En realidad, siendo objetivos, nosotros obtenemos determinados beneficios del seguimiento, podríamos decir que tenemos una mejor experiencia, ya que la publicidad es más relevante, tenemos recomendaciones de productos y servicios más atinadas, encontramos lo que buscamos con mayor facilidad, etcétera, dicho de otro modo, cada aspecto es más personalizado y ajustado a nuestros intereses. Así lo ha expresado Mark Zuckerberg en declaraciones por escándalos de este tipo. La diferencia radica en que no tenemos parentesco de consanguinidad con ellos que les invite a actuar desinteresadamente como nos dicen nuestros padres, los datos son la principal fuente que mueve la industria, por ejemplo, los líderes mencionados al inicio de este artículo, obtienen ingresos por miles de millones de dólares gracias a la publicidad digital.

 

En ese orden, existen razones sobradas para que dichas empresas procuren conocernos tanto o más que nosotros mismos, el problema es cuando dan prioridad a sus beneficios económicos a costa de nuestra privacidad. Precisamente, soy de opinión que, los inconvenientes y la desconfianza nacen por distintos motivos, a modo de ilustración:

 

-Cuando se irrespeta la decisión de los usuarios respecto de sus datos. En ese sentido, merece la pena recordar que, Google, en noviembre de 2022, aceptó la sanción de pagar  la suma de 391,5 millones de dólares, exigidos por los fiscales de 40 estados de Estados Unidos, por haber recopilado información sobre la ubicación de consumidores que expresamente habían pedido que no lo hiciera.

 

-De igual manera, en los supuestos donde se guarda información excesiva, a nuestro juicio, aquella que no debería ser guardada. Cabe subrayar, las polémicas de los últimos años por la IA de voz Alexa, asistente virtual de Amazon, si se trataba o no de una espía, el hecho de que las grabaciones de comandos de voz se guardan indefinidamente y por defecto, las malinterpretaciones o errores que puede cometer de activarse accidentalmente y los rumores de si trabajaba para la CIA, cuestiones que llevaron a Amazon a realizar múltiples actualizaciones sobre privacidad y tratamiento de datos realizados por Alexa para ir solucionando estas problemáticas y percepciones.

 

-Asimismo, en los escenarios donde se utilizan para fines no consentidos. El caso emblemático que dio y continúa dando tanto de qué hablar, Cambridge Analytica, por el mal manejo de los datos personales de una gran cantidad de usuarios por parte de Facebook, información que terminó utilizándose para beneficio de la campaña presidencial de Donald Trump en 2016. Como estos, existen otros de índole similar. En cuanto a ello, volviendo a Amazon, su famoso timbre Ring Doorbell, dispositivo que los usuarios compran para su seguridad, pero que envía múltiples datos a Amazon, videos que se comparten con las fuerzas de la seguridad, en algunos casos, incluso sin autorización de esos usuarios implicados.

 

En lo adelante, citaremos algunas tecnologías y estrategias que se utilizan en la actualidad para recopilar información, estos son:

 

  • Cookies, ficheros de datos que una página web le envía a tu ordenador cuando la visitas, solicitando su almacenamiento, con las finalidades principales de recordar accesos y guardar hábitos de navegación.
  • Las etiquetas de píxeles o píxel de seguimiento, imagen muy pequeña que se inserta dentro del código fuente de un sitio web para medir la cantidad de visitas o ver las acciones que se realizan dentro de la página web.
  • Naturalmente, los registros del servidor o las bases de datos, con las informaciones que nosotros mismos introducimos. Adicionalmente, ha tenido mucha acogida el inicio de sesión social, es decir, cuando iniciamos sesión en una nueva aplicación o para acceder a un servicio en una web, suelen brindarnos distintas opciones de registro, haciendo uso de nuestras cuentas en redes sociales, con el objetivo de que no tengamos que registrarnos de manera particular, abriendo una compuerta de acceso a dichas redes para tener mayor información sobre nuestro comportamiento en dichas aplicaciones o al navegar en Internet.
  • También, en los dispositivos que utilizamos diariamente se preinstalan aplicaciones e identificadores que envían información a los proveedores de los servicios. Según un estudio de 2021, con una configuración mínima y el teléfono inactivo, tanto iOS como Google Android comparten datos con Apple y con Google cada 4,5 minutos, trasmitiendo telemetría, enviando detalles a las compañías desde que se inserta una SIM.

 

¡Las autoridades de protección de datos han tenido un arduo trabajo! Y por supuesto, los legisladores de los distintos países, pues al ir viendo la historia y vulnerabilidades, se han visto obligados a ir adaptando sus normativas de protección de datos a los nuevos tiempos, como el famoso Reglamento General  de Protección de Datos de la Unión Europea. Bien sabemos que esta es una asignatura pendiente en nuestro país…mientras, no podemos pasar por alto nuestra cuota de responsabilidad.

 

Por ello, me gustaría que te prometas incluir entre tus “Resoluciones de Año Nuevo”, cuidar más tus datos y tu comportamiento de navegación, ya no repetirás que no eres famoso y que tu vida no le interesa a nadie. Comienza por no otorgar, de manera indiscriminada, todos los permisos de cada sitio web y cada aplicación; toma unos minutos para leer la configuración de privacidad; investiga, te aseguro que no es tan difícil preguntarle al buscador cuando tengas una duda; modifica las contraseñas como deberías cambiar el cepillo dental, será igual de saludable; dale aceptar a las actualizaciones de tus dispositivos y toma cualquier medida que esté a tu alcance. Por último, es cierto que necesitamos la tecnología y que siempre daremos algo a cambio, pero recuerda que la ignorancia es atrevida y la prisa es mala consejera. Venturoso 2023.