Recientemente el mundo se conmocionó con la noticia repentina del fallecimiento del célebre intelectual, padre de la lingüística moderna y activista político Noam Chomsky. Sin embargo, esta información resultó ser una falsedad, urdida y propagada por los medios de comunicación ávidos de sensacionalismo y de visualizaciones. De todas partes del mundo llegaron mensajes con el enlace de la noticia. Nadie, desde Scotland hasta Chile, pasando por Turquía y Alemania, se detuvo un minuto a comprobar la veracidad de la desgarradora noticia.
El rumor de la muerte de Chomsky se extendió como la pólvora, inundando periódicos, portales de noticias y redes sociales en todo el mundo. La falsa noticia llegó incluso a oídos de personas que nunca han leído un libro de Chomsky y que preguntaban: “¿Quién ese señor Chomsky que todo el mundo dice que murió?”.
Semanas antes sabía por medio de Valeria, la esposa de Chomsky, que él se encontraba hospitalizado en Brasil, acompañado por ella en el duro proceso de recuperación por un derrame cerebral que tuvo en junio de 2023. Consternado por la difusión de esa falsa información, le escribí a Valeria por WhatsApp y ella me confirmó que Chomsky seguía vivo y recuperándose de su delicada condición .
Ese episodio me pareció irónico y me hizo recordar la teoría que el propio Chomsky expuso en su libro "Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media", donde analiza y desnuda la capacidad de los medios para distorsionar la realidad y manipular la información para moldear la opinión pública y mantener el status quo. La falsa muerte de Chomsky es un claro ejemplo vivo de la creación de consenso o lo que Chomsky llama, aludiendo a Gramsci, como el “sentido común”.
En su libro junto a Edward S. Herman, Chomsky sostiene que los medios actúan como filtros, seleccionando y presentando la información de acuerdo a los intereses de quienes detentan el poder, es decir, de un conglomerado de personas y corporaciones, élites que marcan las pautas “informativas”. En este caso, la difusión de la noticia falsa sobre su muerte respondió a la búsqueda de audiencia y sensacionalismo, sin importar la veracidad de la información ni el impacto que pudiera tener en la sociedad.
La proliferación de las redes sociales ha amplificado el alcance de este tipo de noticias falsas, permitiendo que se difundan rápidamente y lleguen a un gran número de personas en cuestión de minutos. La falta de verificación de la información y la facilidad con la que se comparte en redes sociales han creado un caldo de cultivo para la desinformación, la manipulación y también para moldear el sentido común.
Usaré el ejemplo de la invasión a Irak para ilustrar cómo funciona el mecanismo señalado por Chomsky:
Primero se crea un contexto: previo a la invasión de Irak, en marzo de 2003, el gobierno de los Estados Unidos, liderado por el presidente George W. Bush, argumentaba que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva (ADM) y tenía vínculos con grupos terroristas, incluida Al Qaeda.
Se seleccionan las fuentes: los medios predominantes dependían casi exclusivamente de funcionarios gubernamentales y "expertos" vinculados al gobierno. Se dieron pocas oportunidades a voces críticas o informes independientes que cuestionaran las afirmaciones sobre las ADM.
Se construye una frecuencia narrativa: las afirmaciones del gobierno sobre las armas de destrucción masiva y los supuestos vínculos terroristas se repitieron con gran frecuencia. Los titulares, noticieros y artículos tenían narrativas similares, reforzando el mensaje.
Luego se marginaliza la disidencia: las opiniones y evidencias contrarias fueron marginalizadas. Informes de inspectores de la ONU que no encontraban pruebas de ADM recibieron menos atención mediática, comparados con las declaraciones del gobierno.
El siguiente paso fue el de simplificar el conflicto: en este paso los medios simplificaron los motivos de la guerra, omitiendo discusiones sobre el contexto histórico, implicaciones geopolíticas, o intereses económicos relacionados con el petróleo.
Al final de la cadena se realizó una legitimación del discurso: las plataformas de noticias más grandes legitimaron la narrativa oficial al no cuestionar con rigor las fuentes gubernamentales y al presentar las acciones militares como necesarias y justificadas.
El resultado todos lo conocemos: una gran parte del público estadounidense llegó a aceptar la narrativa oficial sobre la necesidad de la guerra. Este consenso facilitó el apoyo para la invasión, a pesar de la falta de pruebas concretas. Estados Unidos invadió Irak, nunca encontraron las armas de destrucción masiva y lograron derrocar y matar a Saddam Hussein.
Alguien podría preguntarse: ¿Qué beneficio tiene difundir una noticia falsa sobre la muerte de Chomsky?
Una noticia como esa tiene un impacto emocional que puede ser usado para desmoralizar a aquellos que ven a Chomsky como un referente y figura inspiradora en sus luchas y activismo, creando un período de incertidumbre.
Noam Chomsky ha desempeñado un papel crucial en diversas luchas activistas gracias a su trabajo intelectual e ideológico. Su influencia ha sido vital para organizaciones de solidaridad con inmigrantes en el suroeste de los Estados Unidos, brindándoles inspiración y orientación. En el ámbito estudiantil, las actuales manifestaciones en apoyo a Palestina encuentran en Chomsky una figura legitimadora. Los movimientos sindicales en Brasil, Argentina y México también se han nutrido de sus ideas, utilizando su pensamiento como base para sus luchas y reivindicaciones.
Intelectuales y académicos críticos valoran su rigor intelectual, su compromiso con la verdad y su valentía al desafiar las narrativas dominantes. Periodistas independientes, por su parte, ven en Chomsky un modelo de periodismo comprometido y crítico. Su capacidad para movilizar la opinión pública internacional es indiscutible.
Chomsky ha sido un crítico constante de la ocupación israelí de los territorios palestinos y ha defendido una solución de dos estados basada en las fronteras de 1967. Además, ha expresado su apoyo explícito al Movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), iniciado en 2005, cuyo objetivo principal es ejercer presión económica y política sobre Israel para que cumpla con el derecho internacional y los derechos de los palestinos. Este movimiento convoca a boicots en varios sectores, incluidos bienes de consumo, cultura, académicos y deportivos.
La pérdida de Chomsky representaría un golpe desmoralizador para estos sectores, cuyos miembros se han apoyado en su pensamiento y liderazgo intelectual como fuente de inspiración y legitimidad para sus luchas.
El legado político, científico, intelectual e ideológico de Noam Chomsky continuará vivo. Cómo todo ser humano, Chomsky morirá un día, pero su legado es inmortal.
Mientras tanto, Noam Chomsky sigue vivo y trolleando.
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