Que el infame camión-cárcel en que te trasladaron sostenido en la fuerza de tu madre no te quite la ilusión y la alegría.
¿Cuándo las personas en República Dominicana perdimos la compasión?
¿Cuándo ese deseo permanente de servir a los demás con una sonrisa y un “de nada” ante cualquier acción, se convirtió en la locura insensible de un guardia “cumpliendo con su deber”?
Había un público que gritaba así no. Es cierto.
Había personas grabando el hecho y por eso nos enteramos, es cierto.
Pero hubo un país en donde las personas no se amedrentaban ante la injusticia y llegaban más lejos de gritar y de grabar lo que estaba sucediendo.
Hubo un país en donde la gente se hubiera subido al camión-cárcel para detenerlo. Hubo un país en donde la gente habría hecho cadenas humanas para impedir la circulación de un camión-cárcel abusador.
Es cierto que nunca ha habido un país en que sus autoridades hayan obviado el lucro y la corrupción de la frontera.
Nunca ha habido un país en donde se haya puesto coto a la inmensidad de guardias y civiles que se han enriquecido con el tráfico de migrantes y quien sabe que más actos dolosos.
Nunca ha habido un país que sus autoridades hayan exigido un trato digno a los trabajadores de la caña y la construcción y responsabilidad empresarial con la regularización del estatus migratorio de las personas inmigrantes que explotan para engrosar sus arcas ya tan robustas, que recuerdan al Avaro de Moliere.
Nunca hemos tenido autoridades que regulen la frontera con una política enfocada en las personas y en el interés de la nación. Siempre hemos tenido una frontera en que solo vale el lucro de unos cuantos.
Roguemos al señor porque recuperemos la compasión, porque aprendamos el mandamiento del amor, porque no haya niñitos cargados al otro lado de la reja de un camión-cárcel sostenidos por la fuerza grandiosa de una madre.
Para que no tengamos escenas que dibujan la indignidad, la rastrería, la corrupción, la incompetencia, la desidia hacia la humanidad, y el afán populista de demostrar que se cumple con la “agenda nacionalista” de personas que deberían estar en el zafacón de la historia. Y el afán de “poder” propicia que se puedan convertir en “héroes” y “paladines de la dignidad”.
Construyamos la luz, busquemos el camino, que no nos domine Herodes y su poder maligno capaz de dar la orden de asesinar a los niños que nacieran en su imperio, con tal de no permitir la presencia del Mesías.
Querido niñito colgando en las barras de la puerta de un camión-cárcel, que llegue a ti una canción de cuna que restaure tu alma. Que te haga saber que tú eres importante y que no hay seres humanos ilegales. Que nacer negro y en la pobreza no es óbice para invalidar tu humanidad. Que tal y como afirman las religiones, tú eres alguien, porque “Dios no hace porquerías”.
Amado niñito hermoso sometido al escarnio de viajar colgado en la barra de la puerta de un camión-cárcel, recuerda querido mío que tú naciste libre e igual en dignidad y derechos. No permitas nunca que te hagan creer lo contrario.
Valiente niño, que colgabas de la barra de la puerta de un camión-cárcel y no llorabas, sino que te aferrabas a tu fuerte y estoica madre, te reconozco, te nombro y te valoro. Que puedas lograr una vida plena, que seas feliz, que la alegría sea tu espacio espiritual, para que los abusos no te marquen más de lo necesario, y que te conviertas en un activista a favor de los derechos.
Ruego a Dios por las personas que equiparan los hechos individuales, por terribles que sean, con los hechos de un Estado, cuya principal obligación jurídica es garantizar derechos, para que dejen de circular ese video cruel con el que pretenden justificar tropelías. Y porque nos demos cuenta de que hay formas humanitarias y dignas de aplicar las políticas migratoria.
Todo mi amor, todos mis deseos de que tu vida pueda transcurrir por un camino de oportunidades y respeto a tu dignidad. Tengo muchos deseos de abrazarte. Quizás alguna vez se produce la oportunidad de conocerte. Que estés muy bien.