Seguramente supones que cuando naciste eras un ser humano. En cierta forma sí, pero conviene aclarar algunas ideas.

Cuando se produce la fecundación se unen una especie de media célula proveniente de la madre, con otra media célula proveniente del padre. Dicho en términos biológicos, un gameto aportado por cada uno de tus progenitores, con el 50% de la información genética de la familia de cada uno de ellos, fue lo que orientó tu desarrollo entremezclando esos “archivos”. Posees una combinación de informaciones genéticas de dos familias, esa es tu herencia, pero eres más que eso.

Al nacer tienes una figura humana, pero eso no quiere decir que tienes capacidad de moverte, de ver, de saber lo que estás viendo, de reconocer tus emociones, de relacionarte con lo que te rodea, no eres capaz de comunicarte con palabras y ni siquiera con gestos. Obviamente no sabías qué eras, quién eras, dónde estabas, qué querías o quiénes te rodeaban. Eras un pedacito de materia orgánica con posibilidades de muchas cosas, pero inicialmente sólo mostrabas reflejos instintivos o animales.

Cuando tu madre te cargaba, tenías una grata experiencia que te recordaba tu antigua vida intrauterina. Tus sentidos comenzaron a detectar luces, imágenes, sonidos, olores, sabores y sensaciones táctiles que no tenías idea de lo que eran.

Así fuiste identificando a tus seres queridos, a verlos y a saber que te observaban. Fuiste descubriendo que no eras un órgano o pedazo de tu madre, sino otra persona más.

Pudiste sentir que tu madre quería comunicarse contigo y comenzaste a imitar los gestos y sonidos que ella hacía, notaste que a ella le agradaban tus balbuceos y además te los repetía, imitándote. Todo esto mediante un verdadero diálogo entre las neuronas espejo que impulsan el aprendizaje y consolidan los lazos parentales. Mientras tu madre te hablaba con tiernas inflexiones en su voz, te hacía gestos simpáticos y te acariciaba, esto permitía que te relajaras y aprendieras a comunicarte, la capacidad de comprender y de hacerte comprensible. En la actualidad, hay madres que no quieren o no pueden, tener estos intercambios con sus bebés y luego no entienden por qué no presentan un desarrollo normal. En esos casos no son reconocidas y amadas como madres, y piensan que sus niños no son tan buenos como “los de la vecina”. Si la madre no aprendió a ser madre, al hijo se le dificulta aprender a ser hijo.

Luego empezamos a hablar y pudimos hacer miles de preguntas, a veces los adultos se cansaban de respondernos porque no entendían la importancia de nuestras conversaciones. Sencillamente la inteligencia de tu niño no puede desarrollarse si no realiza estos entrenamientos contigo, ciertamente existen alternativas aceptables, pero la relación estrecha con los padres es difícil sustituirla adecuadamente.

Estudios realizados en crías de animales mamíferos y humanas, han demostrado de forma contundente que la falta de afecto puede acabar con la vida del recién nacido, aunque tenga comida y bebida suficiente. En el caso del humano, el neocórtex, ciertamente es nuestro gran logro evolutivo, pero también nos hace más dependientes cuando somos bebés, ya que nuestras conductas son parcialmente motivadas por instintos, pero dirigidas por nuestra consciencia, haciéndonos totalmente dependientes al nacer. Por eso, un perro separado al nacer de la madre normalmente se comportará como un perro, aunque nunca vuelva a ver a otro perro, no así el Ser Humano. Los bebés abandonados que han sido criados por monos creen que son monos, actúan como monos y no se comunican con humanos sino con monos, siendo literalmente animales salvajes; aunque fácil de “domesticar” o más bien, de civilizar.

Los padres suelen creer que todo lo que aprende el niño proviene de lo que ellos le expresan, pero realmente aprenden más de lo que ellos hacen. Se tiende a creer que el niño no razona y que puede educarse a base de engaños, pero para tu niño podría resultar más fácil conocer tus verdaderos sentimientos que para otro adulto.

Con lo que hemos visto, puede comprenderse, que, si consideras una pantalla digital como la solución para que tu niño no te quite tiempo, aunque parezca una excelente niñera, estás comprometiendo su desarrollo cerebral y social, además de fomentar las bases para adiciones o dependencias. Podría mantenerse quieto y al mismo tiempo recibir mucha información, pero no tendrá la capacidad de conocerse a sí mismo, entender sus emociones, conectar empáticamente con las demás personas, desarrollar los vínculos para la integración familiar y tendrá más deficiencias psicológicas que las que puedes imaginar. Incluso logrando obtener buenas calificaciones en la escuela, su vida personal podría ser un desastre.

Los peores monstruos son los que tienen forma humana. Quienes tenemos ADN humano, debemos tener comportamientos humanos, poder vivir armónicamente en la civilización y saber que el proceso de humanización no termina nunca.

No nacemos humanos, nacemos con la posibilidad de ser humano, de ti depende que lo seas o no.