Los valores son parte de la cultura, se transforman o se mantienen, no se pierden. Los valores forman parte de un sistema de creencias y prácticas sociales. No se “enseñan” discursivamente, por el contrario se aprenden en la convivencia cotidiana y en el modelaje social.
La solidaridad es un valor en la sociedad dominicana sobre todo en los estratos pobres, no está escrito ni se enseña en discursos, se aprende en la convivencia cotidiana.
El respeto es uno de los valores fundamentales en una sociedad democrática. En forjadores de opinión y personas adultas encontramos continuamente la frase de “se perdió el respeto” “ya la juventud no respeta”. El respeto en nuestra sociedad no se ha perdido, simplemente no se ha instaurado-promovido como valor fundamental. El modelaje social-político-religioso-familiar desde figuras de autoridad ha atentado históricamente y atenta actualmente contra el respeto. El miedo y la sumisión se oponen al respeto. Las relaciones entre población adulta -niñez-juventud están histórica y actualmente bañadas de miedo y violencia no de respeto.
Esta débil presencia del respeto en nuestra sociedad ha provocado muchas discriminaciones, desigualdades y exclusiones en todos los ámbitos.
Respetar implica reconocer derechos y la diversidad. La promoción de los derechos humanos, de la niñez y adolescencia, así como de los derechos sexuales y reproductivos ha sido muy débil en los procesos educativos formales e informales. La diversidad en todas sus dimensiones: sexual, religiosa, étnico-racial, migratoria, condiciones de discapacidad es condenada y violentada continuamente. Las personas que responden a estos patrones socioculturales distintos sufren violencia e irrespeto a sus derechos.
La ausencia del reconocimiento de los derechos que tienen todos estos grupos en nuestra sociedad demuestra que nuestra construcción socio-cultural ha estado desprovista del ejercicio del respeto. Se malinterpreta el respeto con la promoción. Respetar a una persona por ser de una denominación religiosa o atea no implica que se promuevan sus creencias lo mismo ocurre con la orientación sexual y los derechos sexuales y reproductivos.
Esta débil presencia del respeto en nuestra sociedad ha provocado muchas discriminaciones, desigualdades y exclusiones en todos los ámbitos. Lo mismo ocurre con la aprobación de políticas públicas, leyes y códigos que deben ser formuladas desde el reconocimiento de la diversidad con la promoción del respeto, lo que no ocurre así.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY