A Cheché -nombre ficticio- le ha fallado la sociedad. Dos jóvenes sin instrucción, sumidos en la pobreza, en los senos de unas familias empobrecidas y discriminadas trajeron a la luz a un niño especial, y este sufre cada día de todas las carencias, no importando si son afectivas, económicas, de salud, de educación, de trato en humanidad o enajenación social.

Cheché pasa buena parte de sus días con un grillete, encadenado, lo “protege” su familia de que se escape, dicen que roba, que se le ha perdido…

A Cheché le ha fallado la sociedad, no hay concordancia entre el “capitalismo salvaje” imperante en República Dominicana con ser un niño especial, pobre y afrodescendiente, lo primero es que Cheché no tiene siquiera un nombre legal, la madre de Cheché no está declarada por su madre enferma de problemas mentales, y aunque el padre está declarado, por los cambios de la ley, de que la madre es la que declara, Cheché se mantiene sin existencia legal.

Debe tener más de 11 años, y nunca ha tenido una evaluación profunda de su estado de salud, un certero diagnóstico de su condición, y mucho menos recibir las terapias que debió recibir desde el momento de su nacimiento para ayudarlo a su desarrollo cognitivo, para una inserción social y mejor calidad de vida.

Cheché no va a la escuela, es tratado por la familia como una especie de animalito salvaje al que hay que tener con un grillete continuado, con una cadena de perro. Al encontrarlo en la escalera de su casa, mis ojos no podían creer lo que veían. Intenté tener conversación con él; lo único que logré, mediante señales y ruidos bucales, fue que me pidiera de lo que llevaba en una funda, unas manzanas verdes, una niña que lo acompañaba escalones más arriba me dijo que le ponen la cadena para que no se vaya.

Tomé una foto. Esperaba que el uso del grillete hubiera sido un inhumano abuso del colonialismo español del pasado, sistema esclavista en nuestra isla, pero no, es una realidad del presente que sufre un niño en el aquí y el ahora de una sociedad que tiene instituciones nacionales e internacionales que deben proteger los derechos del niño y la niña.

Me preguntó ¿cuántos niños, niñas, seres humanos, dominicanxs, viven con grilletes enclavados en sus cuerpos? ¿Por qué las autoridades no realizan campañas que eduquen a la población sobre el respeto de los derechos humanos de las personas especiales? Y que el uso de cadenas, sogas y palizas son violaciones a los Derechos Humanos, a los “Derechos del niño, niña y adolescente”.

La abuela me dijo que Cheché es hijo de su hijo Juan -nombre ficticio-, un ya hombre que trabaja en pesados oficios desde muy joven, con baja escolaridad, y que tenía unas pocas semanas que se había lanzado al viaje de llegar a Estados Unidos a través de la vuelta de México. También me dijo que la madre le entregó al niño al padre y que ella se ha cansado de mandarle mensajes para que venga a declarar al niño, que ella ya ha ido a la Oficialía, pero es la madre la que tiene que hacerlo. Un círculo vicioso que sufren cientos de miles de dominicanxs, y que el Estado de racismo estructural e injusto sistema no busca los necesarios correctivos a la apatridia, o vivir en un limbo jurídico, sin nombre legal.

Cuando la abuela entró a escena ya yo había tomado la foto de los pies del niño, nunca tomé la foto de su cara. Al verme con el celular, me dijo que no le tomara foto, que no quería tener problema. Le dije que había una violación a los Derechos Humanos y que ese problema trasciende el ámbito de lo privado, que las Instituciones deberían ayudar al niño.

“Ojalá si apareciera un sitio que lo cuidaran”, son los deseos manifestados por la abuela.

Otro día, mientras llegaba a los frentes de la casa en donde vive Cheché, oí que alguien le decía a un joven familiar que no lo golpeara y otra que justificaba los golpes “porque es que roba”, “porque tú no sabes lo que es ese muchacho”.

Cheché había bajado, no sé si era que estaba dentro de la banca de apuestas frente a su casa, el hecho es que a golpes fue subido a su casa, los llantos si se escuchaban, no pude saber si estaba encadenado,

A veces no lo está, como el día que dicen que CONANI respondió a una denuncia de los abusos recibidos por Cheché y CONANI, muy a pesar de que alguien asumió la responsabilidad social y humana de denunciar, de darle un SOS alertando que hay un niño sufriendo, que hay un niño maltratado, que hay un niño que no le está llegando el derecho a la salud, a la educación, a una vida libre de violencia, pero CONANI no hizo nada. Según dice la voz populi, Cheché no tenía el grillete ni cadena puestos cuando los representantes de esa institución estatal llegaron a su casa.

Escribo esto con impotencia y muchas dudas de si es posible ayudar a Cheché. Luego de conocer su realidad, con dolor me he quedado observando, tratando de indagar más, lo de que CONANI ya había recibido la denuncia y había visitado su casa, y que otra persona me dijo que ha intentado mover cielo y tierra en ayuda de Cheché, pero que no ha logrado nada de las instituciones. No hay mucho espacio a la esperanza.

Hay quienes me han dicho que deje eso así, que no me busque problemas, pero ¿y cómo dejar que los Chechés permanezcan con grilletes puestos, sin un digno trato que respete su dignidad humana?

A las Instituciones del Estado les queda resolver este caso; entraré justo ahora al portal de denuncias de la Procuraduría General de la República. Es mediante esa vía que llegan los casos a Conani, y sugiero al Estado, a los políticos que mal gobiernan al país, que asuman responsabilidades, que usen las mediáticas para educar, que pongan a funcionar las áreas de psicología en los hospitales públicos y todo el sistema clínico social, que debe apoyar a los Chechés, a las familias que tienen hijxs especiales.

Es necesario también educar a la ciudadanía de que no es normal el abuso y que debe ser denunciado.

Es necesario también que la Junta Central Electoral, el Estado de racismo estructural, busque una solución a tantos dominicanos y dominicanas que no están declarados, que no tienen nombre legal. Este caso es en Manoguayabo, Santo Domingo Oeste, pero conozco que en Villa Mella negra también es una trava, es un gran problema social en el país.

Los del PLD conocieron de su magnitud cuando iniciaron los programas de asistencialismos sociales, y no hicieron nada, como tampoco lo está haciendo el PRM.  Son vidas humanas estancadas. ¡Es necesario el nombre legal, para que vivan!