Un estado de emergencia se refiere a que se está en un momento especial.  Es una situación que pudiera afectar a un país, provincia o municipio ante la amenaza de un fenómeno natural o humano: huracán, sismo, incendio, perturbación del orden público, entre otras. Las entidades operadoras de emergencias surgen para activarse en momentos en que uno de los fenómenos anteriores amenaza con poner en peligro a la población.

El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades define a los centros de operaciones de emergencias como “lugares físicos desde donde se coordinan la información y los recursos para apoyar las actividades de gestión de incidentes”. “Lugares desde el cual usted dirige su sistema de manejo de incidentes. Pueden ser grandes, pequeños, complejos o sencillos e implementarse en entornos rurales como urbanos”.

Los incidentes nos colocan frente a una emergencia y pasan por varios procesos de desarrollo que, casi siempre, nos llevan a una grave conmoción de orden interno.  La desnaturalización de una emergencia empieza a ocurrir cuando la razón de ser del actor operador principal de la situación de peligro juega un rol distinto para el cual fue creado.

Si el operador de emergencias se activa para atender eventos normales que no representan ningún peligro para la población, por ejemplo, eventos festivos, culturales, religiosos, patrióticos o de otro orden, desde ese momento la esencia de la institución empieza a cambiar y a debilitarse.

Es como si se tratara de que un camión de bomberos salga a recorrer la ciudad a ver dónde encuentra un incendio para apagarlo, cuando su papel es esperar la llamada de emergencia para salir a prestar ayuda, rescatar o proteger alguien envuelto en una accidente o siniestro.

Los eventos normales no deberían motivar la activación de las intuiciones coordinadoras de emergencias especializadas, estas deben estar para situaciones de crisis. Cuando un equipo responsable de las funciones anteriores se ocupa de actividades normales, inicia un camino de desnaturalización del concepto de estado de emergencia. Se desnaturaliza la idea de urgencia que define al propio actor llamado a intervenir en un escenario real de peligro.

Una actividad regular, de la ciudadanía, no implica condición de emergencia especial, salvo que durante la realización del evento o en la actividad que se desarrolle, ocurra algo específico que amenace con poner en peligro a la población y el operador de emergencias se vea obligado a activarse como resultado del hecho.  Sin embargo, puede mantenerse vigilante desde su lugar de acción, es lo que exhortan los peritos en la materia.

El carácter de atención y seguimiento a eventos de multitudes de personas es preventivo.  Es una intervención de acompañamiento para evitar dificultades. Es una acción de gestión del orden público, cuidado y asistencia.

En este sentido, el seguimiento activo a las actividades corrientes de la población descansa en las entidades de protección civil, seguridad ciudadana y atención pre-hospitalaria, es decir, defensa civil, policía nacional y salud pública.  Estas entidades bajo la dirección de un organismo rector superior sin la sensación de que se está en emergencia.