El desarrollo del turismo ofrece al país grandes beneficios económicos siendo uno de los renglones importantes de nuestra economía.
La República Dominicana como destino turístico tiene una imagen externa que combina su belleza natural, playas y montañas que son atractivas con la venta igualmente como destino de turismo sexual que perjudica a la niñez y adolescencia en comunidades de provincias turísticas.
Varios estudios sobre la trata de personas y en específico sobre la explotación sexual comercial de la niñez y adolescencia en el país (Cáceres, Cairo y De Moya 2002) (Vargas y Maldonado 2018) o en regiones especificas como la región Enriquillo (PLAN RD 2018) analizan esta problemática indicando su arraigo e invisibilidad en la sociedad dominicana y sus graves consecuencias para la población infantil y adolescente victimizada.
Recientemente participamos junto a Edy Tejeda e Ivrance Martine en un estudio sobre la trata de personas en 11 municipios para Participación Ciudadana. El estudio muestra la situación de la trata de personas en estos municipios desde las percepciones de instituciones gubernamentales y no gubernamentales que le dan respuesta a la problemática.
Uno de los hallazgos del estudio es el énfasis dado tanto por organizaciones comunitarias, ONGs e instituciones gubernamentales a la vulnerabilidad de la niñez y adolescencia en los 11 municipios frente a la trata tanto con fines de explotación sexual comercial como en trabajo forzoso, mendicidad forzada y servidumbre doméstica. Manifestándose con mayor fuerza en los municipios ubicados en zonas turísticas como: Boca Chica, Higüey, Puerto Plata y Sosúa donde son captados por adultos de nacionalidad dominicana y extranjeros.
Esto se confirma con los datos ofrecidos por la Procuraduría Especializada en Trata de Personas para estos municipios en los que se muestra que el 53% de las victimas registradas en el 2020 y 2021 son niños, niñas y adolescentes.
La poca sospecha que tiene la población frente al accionar de hombres adultos que se acompañan de niñas y adolescentes en las comunidades mas aun cuando se les percibe como turistas invisibiliza muchas de estas acciones en las que se tiende a culpabilizar a la niña-adolescente o a su familia y no al agresor que comete el crimen de explotarlas.
Se requiere un aumento de la protección a la niñez y adolescente y mayor activación de los mecanismos de prevención, detección y persecución de las prácticas de trata que atentan contra su integridad.
La promoción del turismo debe estar acompañado de una mirada más critica que desmonte la venta del país como destino de turismo sexual en el exterior con lo que esto supone para nuestros niños, niñas y adolescentes.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY