Desde el gobierno /PRM hay un esfuerzo en plantar el continuismo como la alternativa necesaria a la posibilidad del retroceso con cualquiera de las dos versiones del peledeísmo, leonelismo o daniliismo, y en ese interés ya hay manifestaciones del propósito de obstruir que surja una tercera opción.
Se busca imponer en la conciencia colectiva el dilema: reelección del presidente Luis Abinader, o volver hacia atrás, a los gobiernos del PLD, como la cuestión en torno a la cual haya que definirse hacia el 2024.
Hay juicios que pretenden echar culpas anticipadas sobre los que no entremos en ese dilema y nos propongamos, como al efecto está en curso, presentar una opción de poder diferente y diferenciada de los actuales y los anteriores incumbentes del gobierno, si por esa supuesta "omisión", ocurriese un eventual regreso al poder de Leonel Fernández, o de una representación de Danilo Medina, o de una alianza nada descartable entre estos.
Ese ardid resultó en 1982 cuando del gobierno del PRD de entonces todavía había quienes esperaban que moviera el país hacia delante en materia de una reforma sustancial al régimen jurídico-político.
Pero en estas circunstancias, no hay lugar para el despropósito de querer entrampar el país y pueblo en ese dilema.
Gran parte de los del país político nos propusimos contribuir a la salida del PLD del gobierno, mediante las elecciones del 5 de julio del 2020; porque la permanencia de este en el poder podría haber sumido más a la nación en una sensación de derrota histórica, irreversible durante muchos años, y era preciso crear una ambientación política optimista, de perspectivas de propósitos de avances en los planos políticos, económicos, culturales y sociales; dado que con las fuerzas propias disponibles no nos era objetivamente posible proponernos otras salidas más ambiciosas.
Cumplimos. Contribuimos a la derrota del PLD.
Ahora, tocaría principalmente al gobierno/PRM, inhabilitar al modelo de gestión pública usado por ese partido, comenzando por desmontar el régimen político y de cosas que lo hizo posible; y esto sería, hacer más que políticas de caridad pública y de barniz en los estilos de gobernar.
La concentración de la propiedad económica y del poder en las mismas pocas manos de siempre; el crecimiento económico como fin en sí mismo, aunque crezca o perviva la pobreza de las mayorías; las privatizaciones, ahora enmascaradas en alianzas público-privadas; el negociado en ministerios; la obsolescencia y nada democráticas de las instituciones; la inequidad en la distribución de la riqueza; el predominio de grupos empresariales y la definición de políticas públicas para favorecerlos más y más; los cruces de intereses políticos y económicos intergrupales e interpartidarios, como necesidad de la estabilidad y continuidad de la hegemonía oligárquica, es la esencia del régimen que debe ser superado, y que el PLD lo gestionó con su particular manera ventajista.
El actual gobierno lo hace de otra manera, otro estilo, con un presidente que pone como garante su todavía límpida imagen ética, la que cuida de no dañar con prácticas onerosas ni ventajistas en el erario público.
Pero es la administración del mismo régimen; reciclado de tiempo en tiempo, que constituye la problemática nacional esencial; contra la cual nos hemos posicionado varias generaciones de revolucionarios, demócratas reales y patriotas, desde que cayó Trujillo.
Hay que repetirlo tanto como se deba o pueda, ese régimen hizo posible lo malo que hizo el PLD en sus gobiernos; que cayera Trujillo, pero no el trujillismo; que desapareciera Balaguer, pero no el balaguerismo; que la vida del país haya girado de manera rutinaria en torno a personajes que influyen mientras respiren, e incluso dejen su influencia a sus descendientes, y a los mismos grupos económicos.
Manteniendo la esencia de ese régimen, es el gobierno/ PRM el que hace posible el regreso de cualquiera de las versiones del PLD. Porque si no hay cambios positivos sustanciales en la vida general del pueblo y país, la primera reacción de este, cuando evalúe su situación actual, es compararla con la más cercana hacia atrás que haya tenido.
El más de lo mismo en las cuestiones gruesas de la política y la economía, aunque se presenten barnizadas, es dar posibilidades al regreso del pele- deísmo. Se habría derrotado al PLD, pero no al peledeísmo como modelo de gobierno. Malo, por cierto.
La tarea táctica de la izquierda, superando primero la visión errática casi proverbial presente en sus componentes, de no captar el aspecto principal en cada coyuntura concreta; junto al progresismo organizado y no orgánico expresado en miles de ciudadanos y ciudadanas, que debe ser solo entendido como alternativa negadora al modelo actual; es romper el falso dilema reelección o retroceso que quieren plantar los sectores dominantes.
Es unirse en torno a un programa y una matriz ética, que expresen la superación del régimen político y al modelo económico que le da sustento material, para presentar al pueblo una opción diferente y diferenciada del actual y los anteriores gobiernos.